Hola, mi nombre es Hugo Cuevas-Mohr
y este es un nuevo blog en la serie
La poesía en la vida diaria.
Este episodio
de la poesía en la vida diaria
continuará el tema de la poesía en la infancia,
no ya sobre los poemas
religiosos, los rezos u oraciones
y que traté en el episodio anterior, el número cuatro,
sino en los poemas infantiles,
ya sea a los que nos enseñaron y aprendimos en la escuela.
Eso sí, sí tuvimos la suerte de contar con una maestra
o maestro que apreciará la poesía
o no es que nos enseñaron nuestros padres.
Igualmente, si tuvimos la suerte de contar con una madre o un padre,
o un tío, o una tía, o la abuela
que nos enseñara poesía en nuestra tierna infancia.
¡Algunos poemas
como trabalenguas, como adivinar zas!
O incluso como micro poemas humorísticos,
no los hemos de seguro considerados poemas.
Nunca.
Pero muchos de ellos son, y muchos de ellos
son por autores conocidos y otros por autores anónimos.
Por ejemplo, Tin Marín de dos,
quien fue, Cucaramaca, Titiri fue
a los que adicional llamamos este marrano cochino fue que ero
es un poemita para escoger a alguien de un grupo entre los niños.
Otra versión dice Tin marín de do pingüe
cucaramacara titirii fue, yo no fui, fue teté, pegalé, pegalé, que ella fue
y se señalaba una niña y todas las otras las perseguían.
Esa, por ejemplo, yo no la conocí.
Mi infancia, otro, estos parecidos, me recordó
uno que dice a la vuelta de la esquina me encontré
con don Pinocho y quiso que contara hasta ocho Pinocho
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Es mi experiencia que las mujeres se recuerdan más de todas estas rimas,
por que cuando niñas jugaban más
a este tipo de juegos que los niños, que es posible...
Ahora si tienes hijos pequeños,
de verdad que te recomiendo que uses algunos de estos poemas infantiles
y se los enseñes a recitar a tu hijo o hija.
Estoy seguro que ese momento de estar contigo como padre
o como madre recitando ese poema
lo va a recordar toda la vida.
Y no solo lo recordará toda la vida, sino que ese recuerdo
y ese momento especial le creará una conexión
personal, emotiva y espiritual contigo.
No lo dudes, de verdad.
Ya mis hijos están grandes y de pronto como abuelos
tendré otro chance de enseñarles poemas infantiles a mis nietos.
Cada país de Latinoamérica tiene sus propios poemas infantiles
que por uso o por costumbres
son los que normalmente aprendemos en la infancia.
Muchos de estos vienen de España y llegaron a través de la conquista
o la colonia o los libros de textos escolares.
Y algunos de estos son antiquísimos
y hay variaciones de ellos en Latinoamérica.
Otros fueron heredados de otras lenguas,
normalmente lenguas latinas como el francés, el portugués, el italiano
y que por la proximidad de estas lenguas originarias del latín,
se asimilaron más fácilmente.
Si tu primer idioma o el de tus hijos no es el español,
es esa es una forma muy agradable de ir aprendiéndolo.
Esos poemas infantiles y aprender el español
o enseñarle el español a tus hijos.
Si eres un migrante hispano en los Estados Unidos, en Canadá, en Europa
u otros países, enseñarle a tus hijos
poemas infantiles y recitarlos con ellos
es una forma de mantener vivo ese contacto
cultural con con tus orígenes.
Hay muchos poemas para enseñar
a contar a los niños o usar los dedos.
Este no lo recuerdo exactamente muy bien, pero dice algo como
yo tenía diez perritos, uno se perdió en la nieve.
No me quedan más que nueve de los nueve que quedaban.
Uno se comió un bizcocho.
No me queda más que ocho de los siete que quedaron.
Uno ya no lo veréis.
No me quedan sino seis de los seis que me quedaron.
Uno se mató de un brinco.
No me quedan más que cinco.
Y así sigue con 432 y 1.
Y hay también variedades de
de que las casas de la muerte, de los de los perritos.
Hay personas que recuerdan eso como canción.
Cuca, la mamá de mis hijos, se las cantaba a Daniela y Gabriel
y se les cantaban así.
Yo tenía diez perritos, uno setter
Tarará, así con una, con una melodía así.
Otros poemitas se
usan para enseñar a los niños las facciones.
Uno que dice En mi cara redondita tengo ojos y nariz y también
una boquita para hablar y para reír con mis ojos.
Veo todo con la nariz, hago achís con mi boca
como cómo palomitas de maíz.
Los poemas infantiles de mis recuerdos
son en español
y como el idioma de mi madre era el francés,
pues tengo mis recuerdos, algunos que ella recitaba en francés.
Muy pocos, en realidad.
Ella le gustaba más, tal vez cantar
de las fábulas de La Fontaine,
un poeta francés que escribía fábulas.
Ella se recordaba el de un cuervo y una zorra.
Y me recuerdo muy bien los primeros versos que decían
Maitre corbeau sur un arbre perché,
tenais don son bec un fromage
Maître Renard, par l’odeur alléché, Lui tint à peu près ce langage…
Es historia de un cuervo que tenía un queso en el pico.
Estaba sentada en una alta rama de un árbol y una zorra para robárselo.
Le comienza a halagar la belleza de su canto
hasta que el cuervo, emocionado canta
y al cantar deja caer el queso y la zorra
se va con el premio a su sagacidad.
Lo lindo de las fábulas
es que se usan para enseñar
cuál sería la enseñanza moraleja de este poema,
de esta fábula del cuervo y de la zorra.
Tal vez que no te dije
alabar o que cuidado con el que mucho te alaba
o el que alaba algo busca.
En fin,
La gran mayoría de las fábulas
en español y las lenguas latinas vienen de Esopo
y es un poeta oral que vivió uno
600 años de Cristo, fue un esclavo
y creaba
historias de animales, todas con moralejas.
Y el griego que fue su idioma,
pasaron al latín y a todos los idiomas.
Luego
son fábulas que algunas de ellas que debe recordar,
como la de la liebre y la tortuga.
¿Esa carrera donde la tortuga vence a la liebre,
la recuerdas?
Como yo he corrido maratones y
hasta ahora hago triatlones y llego siempre último
cuando ya están levantando hasta las pancartas de la meta.
La perseverancia de la tortuga siempre me ha inspirado
mi padre.
Cuando estábamos pequeños hizo un viaje a Brasil
y la comerciante buscaba en Brasil
productos para importar a Colombia, donde vivíamos pequeños,
y trajo unos discos de fábulas en portugués
y una de ellas era la de la liebre y la tarta oruga.
Creo que así se decía y no me olvido de la cancioncita
que decía algo así como dando la tarta de
uva que vagando sosegada. Y bueno,
seguía así y
no la he encontrado, la he tratado de buscar por el internet,
pero seguro que si le gasto un poquito
más de tiempo voy a encontrar esta fábula.
La recitación, que era en portugués y el coro
que que se cantaba, que es el que que recuerdo.
Hay otras fábulas de Esopo muy conocidas
como la de El León y el ratón
y el de la zorra y las uvas,
la cigarra y la hormiga, esa muy conocida,
no la cigarra, de la canción de Mercedes Sosa,
pero la misma cigarra, digamos.
La mayoría de las historias antiguas no escritas, eran, eran poemas.
La poesía oral creó muchas técnicas para la recordación,
no solo la rima, pero también el ritmo,
las repeticiones, el fraseo.
Son técnicas que se llaman nemotécnica.
Así que seré derivan del termino nemotécnica
que es el estudio y la aplicación
de las técnicas que procuran aumentar
la capacidad de retención en la memoria
mediante el uso de ayudas auditivas y otros artificios.
Algunos de estos artificios se han desarrollado
desde la antigüedad.
El término viene del griego
nm, que quiere decir memoria y técnica,
técnica o arte.
Algunos poetas orales de la antigüedad recordaban poemas
larguísimos como La Odisea, que podían contener
20.000 versos o muchos más,
y lo recitaban en tres o cuatro días.
Hay tantas versiones de estas fábulas,
pero voy a escoger la de la zorra y las uvas,
porque es es pequeñita.
Y vamos a ver cuál es la moraleja que nos deja.
Es muy común que a más del mediodía,
en ayunas, la zorra iba cazando, haya una parra.
Quédase mirando de la alta vid, el fruto que pendía
causó mil ansias y congojas.
No alcanzar las uvas con la garra
y mostrarle sus dientes a la alta parra negro.
Racimos entre verdes hojas.
Miró, saltó y anduvo en probó a duras,
pero vio la imposible ya de fijo.
Entonces fue cuando la zorra dijo
No las quiero comer, no están maduras,
no por eso te muestres impaciente.
Si te frustras en el intento,
aplica bien el cuento y di No están maduras.
Disimuladamente
a ver cual seria la moraleja,
sea la que fuere.
Esto no es para nada lo que he tratado de enseñarle a mi hijo tal cual.
Esta actitud de la zorra le atrae bastante
y he preferido enseñarle yo paciencia
y perseverancia.
Bueno,
compartiendo esos poemas infantiles que yo recuerdo,
quiero estimular tus recuerdos,
o sea, aquellos poemas infantiles
que ojalá me los puedas compartir, ya sea en la página web
o por los canales sociales donde puedas entrar en contacto conmigo.
Porque mamá, interés es explorar las versiones que existen en otros países
latinoamericanos o en otros grupos migratorios
hispanos de la versión de uno u otro poema.
Ese, por ejemplo, tiene muchas versiones
naranja, dulce, limón partido.
Dame un abrazo que yo te pido.
Toca la marcha, mi pecho llora.
Adiós señora, yo ya me voy.
En México sé que lo dicen así
naranja, dulce, limón partido.
Dame un abrazo que yo te pido a mi casita de solo ley.
Yo ya me voy a comer tacos y no te doy.
En España la dicen así, según
entiendo naranja, dulce, limón partido.
Dame un abrazo que yo te pido.
Si fueran falsos mis juramentos, en otros tiempos
se olvidaran.
Otros pequeñitos son micro poemas,
son las adivinanzas y que hay miles.
A nosotros de pequeño
con mis hermanas nos gustaban bastante.
Yo recuerdo, por ejemplo,
una señorita muy asesorada
que siempre iba en coche y siempre mojada.
¿Cuál sería?
¿Es la lengua?
A ver, esta
otra te la digo y no me entiendes.
Te la digo y no me comprendes.
Esta es la tela.
Pero hay una adivinanza que me encanta
y es porque es muy poética.
Llevo mi casa al hombro
y voy andando con cautela en mi camino.
Voy dejando de plata y limpio sobre las piedras.
¿Cuál sería la respuesta a esta adivinanza?
Llevo mi casa al hombro
y voy andando con cautela en mi camino.
Voy dejando de plata y lillo
sobre las piedras.
La respuesta es el caracol.
Y ya que estamos en estos poemitas cortos,
vamos por los trabalenguas.
Yo el que más recuerdo es el de los tigres.
Los tristes tigres.
Tres tristes tigres comían trigo en un trigal entre
Mira que
que ya ni lo puedo decir.
A ver intento de nuevo.
Tres tristes tigres comían trigo en un trigal,
en tres tristes trastos de trigo
comían tristes tigres en un tigre.
¡Carambas!
Bueno, ese es el de los tres tristes tigres.
Nosotros nos burlábamos del acento de mi mamá,
de acento francés y le hacíamos repetir Está ese trabalenguas.
Y ella lo hacía por divertirnos, pues con su erre francesa
a ella le costaba mucho.
Entonces ya no puede decir tres, tres
tal vez sí tres.
A mi madre nos divertía con esto.
En realidad, la pobre no hablaba ningún idioma bien, Hablaba
español con acento francés, hablaba
inglés con acento español, en fin,
otro trabalenguas muy común es éste
Nadie silba como Silvia silba, silba.
Y si alguien silba como silba, Silvia silba.
Es seguro que Silvia silba le enseñó bien a silbar.
Y ese se lo dedico a mis bellas amistades Silvia Otero
y María Teresa Silva, que espero que sepan bien silbar.
Hay poemas de poetas que recuerdo haber recitado en clase
en el colegio y el que más me recuerdo es el Rinri
renacuajo del poeta colombiano Rafael Pombo.
Yo me lo sabía en su totalidad.
Me encanta, sobre todo el ritmo, el poema
Rinri Un renacuajo salió esta mañana muy tieso y muy majo,
con pantalón corto, corbata a la moda,
sombrero encintado y chupa de boda.
Muchacho, no salgas, le grita mamá.
Pero él hace un gesto y orondo se va.
Halló en el camino a un rato un vecino
y le dijo Amigo, venga usted conmigo, visitemos juntos
a doña Ratona y habrá francachela y habrá comilona.
A poco llegaron y avanza Ratón,
estiras el cuello, coge el altavoz,
da dos o tres golpes, preguntan quién es.
Yo, doña Ratona, beso a los pies.
¿Está usted en casa?
Sí, señor, sí estoy y celebro mucho.
A ver ustedes.
Hoy estaba en mi oficio hilando algodón, pero eso no importa.
Bienvenidos son.
Y bueno, después
del Rin rin, renacuajo y el ratón comienzan a llegar
otros habitantes del bosque y se vuelve toda una parranda hasta que
llegan los gatos.
Más estando en esta brillante
función de baile y cerveza, guitarra y canción.
La gata y sus gatos salvar el umbral y vuelve aquello.
El juicio final.
En toda esta algarabía Rin Rin logra escapar.
Don Renacuajo, mirando este asalto,
tomó su sombrero de un tremendo salto
y abriendo la puerta con mano y narices, se fue dando a todos.
Noches muy felices.
Pero desgraciadamente
no le duró mucho la escapatoria
y siguió saltando tan alto
y tan aprisa que perdió el sombrero, rasgó la camisa, se coló
en la boca de un pato tragón y este se va en busca de un solo estirón.
Y así termina el cuadro.
No sé si lo has oído y si te gustó.
Lo puedes buscar y aprenderlo, enseñarlo.
Para terminar, quiero recordar estos poemitas
y este, por ejemplo, que me gusta
se llama Las gaviotas del poeta español Julián Alonso,
porque siempre me viene a la mente cuando veo pasar gaviotas
y si estoy sentado en algún muelle, en un puerto
frente al mar,
mira las gaviotas volando en el puerto,
con sus alas blancas abiertas al viento.
Parecen cometas, parecen pañuelos,
son sábanas blancas que van por el cielo.
Otro poemita muy náutico también
es el barquito de papel del poeta mexicano Amado Nervo,
con la mitad de un periódico y sí,
un barco de papel en la fuente de mi casa.
Le hice navegar muy bien.
Mi hermana, con su abanico, sopla y sopla sobre él.
Buen viaje, buen viaje, barquito, vuelo de papel.
Hay uno de Gabriela Mistral
que me lo recuerda, una amiga chilena, pues su mamá se lo recitaba
porque según ella, cuando era muy niña era muy coqueta,
siempre buscando arreglarse, siempre ser la princesita
o muy muy pinchada como dicen
en Colombia o decían en Colombia.
El poema se llama miedo.
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa con zapatitos de oro.
Cómo juega en las praderas y cuando llegue la noche a mi lado no se acuesta.
Yo no quiero que a mi niña la vayan a hacer princesa y menos
quiero que un día me la vayan a hacer reina.
La subirían al trono a donde mis pies no llegan.
Cuando viniese la noche yo no podría merecerla.
Yo no quiero que a mi niña me la vayan a hacer Reina.
Recordando ese poema de princesitas,
me acuerdo vivamente de mi abuela,
la poeta Margarita Gamboa,
que en su juventud fue una gran declamador
en los años 20900 20.922
ella me recitó este poema
El recuerdo, el poema Margarita de baile,
que el poeta nicaragüense Rubén Darío.
Y bueno, lo voy a
lo voy a recitar y dedicárselo a mi sobrina Penélope.
Margarita que pusieron Margarita por por mi abuela.
Y hay una nueva sobrina mía en Dinamarca, nieta de un primo mío
que le han llamado Rita, también como homenaje a Margarita.
Margarita está linda la mar
y el viento lleva esencia sutil de azahar.
Yo siento en el alma una alondra cantar tu acento.
Margarita, Te voy a contar un cuento.
Ester, un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día y un rebaño de elefantes,
un quiosco de malaquita, un gran manto de tisú
y una gentil princesita.
Tan bonita margarita, tan bonita como tú.
La princesa era necia,
malcriada como la mayoría de las princesas,
y la margarita se decide a subir al cielo, a robarse una estrella.
La princesa atraviesa
y la quiso ir a coger, la quería para hacerla decorar
un prendedor con un verso y una perla y una pluma
y una flor.
En el poema su padre,
el rey, descubre la travesura.
La princesa no mentía y así dijo la verdad.
¿Fui a cortar la estrella mía a la azul inmensidad
y el rey clama No te he dicho que el azul no hay que cortar?
¡Qué locura, qué capricho!
El Señor se va a enojar
y ella dice No hubo intento, yo me fui, no sé por qué.
Por las olas, por el viento.
Fui a la estrella y la corté.
Y el papá dice
enojado Un castigo has de tener.
Vuelve el cielo y lo robado.
Vas ahora a devolver
en el poema.
Luego aparece Jesús.
Y viéndola tan afligida
y yo diría que malcriando aún más,
decide regalarle la estrella.
Y el poema concluye así
La princesita está bella, pues ya tiene el prendedor
en que lucen con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
Y Rubén Darío se despide
con un verso melancólico
con el que igual me despido.
¡Ay de ti!
¡Ya que lejos de mí vas a estar!
Guarda, niña, un gentil pensamiento
el que un día te quiso contar un cuento.
Gracias.
Hasta la próxima.
¡Cuántos poemas
llevan mis ojos
como guía
Cuántas noches de palabras,
de idas y venidas, contravías,
con las caricias
llevo en mi pecho, en mi frente
y en mi piel.
Cuántas deudas tengo con la vida que te trajo hacia mí,
como una confidencia
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