La oración que produce resultados 28/7/2022 #1211

Episode 222,   Aug 28, 2022, 08:22 PM

Pastor José Luis Cinalli
28/7/2022
La oración que produce resultados

Ustedes deben orar así... “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Danos cada día el pan para nuestras necesidades. Perdona nuestros pecados… Y no nos hagas entrar… en tentación, más líbranos del malo… del maligno”, Mateo 6:9 (TLA) y Lucas 11:2-4 (NT Peshitta; RV 1909; NT-NV).

En la oración modelo del Padre nuestro Jesús nos enseñó a pedir primero por los intereses de Dios y, luego, por nuestro bienestar espiritual. Las oraciones enfocadas solo en nuestras necesidades físicas, terrenales y pasajeras no agradan a Dios y generalmente no reciben respuestas: “… Piden y no reciben, porque piden mal… piden con la… intención de malgastarlo en sus propios caprichos”, Santiago 4:3 (BDA2010 y BLPH). La Biblia registra muchas oraciones, algunas dignas de ser imitadas y otras no tanto. Por ejemplo, la oración que Abraham hizo en favor de su sobrino Lot no merece ser imitada. Le pidió a Dios que lo preservara de la destrucción de Sodoma, Génesis 19. A simple vista la oración no tiene nada de malo, pero el tiempo demostró lo contrario. Es cierto que Lot fue preservado del castigo a Sodoma, pero su futuro y el de su familia y descendencia sufrió para siempre. Lot terminó sus días en una cueva, borracho y en una relación incestuosa con sus hijas. Aún más, los hijos que le nacieron de esa relación prohibida se convirtieron en los fundadores de las naciones enemigas de los descendientes de Abraham: los moabitas y amonitas. Al igual que nosotros, Abraham pensó que el problema de Lot eran las adversidades de esta vida, cuando en realidad su mayor problema era estar lejos de Dios. Si el padre de la fe hubiera incluido en su oración el bienestar espiritual de Lot, todo Israel se lo hubiera agradecido. Como verás, orar es importante pero el ‘cómo’ lo es aún más.  

Abraham se preocupó solo por el bienestar temporal de Lot. Esa tendencia de pedir o estar cerca de Dios por los beneficios pasajeros de esta vida es una debilidad en el hombre de todas las épocas. La Biblia dice: “Todos buscan su propio interés, y no el interés de Jesucristo…”, Filipenses 2:21 (DHH). Jesús sabía que el interés de muchos de sus seguidores no era espiritual sino temporal. No buscaban la salvación que les ofrecía, lo seguían por los panes y los peces: “… Ustedes me buscan… porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el alimento que permanece y da vida eterna...”, Juan 6:26-27 (BLA). Jesús nos ordenó procurar el alimento que no perece. ¿Cómo? Escudriñando las Escrituras como el viajero examina los mapas, pues cada día viajamos en tierra desconocida. Asistiendo a las reuniones de la iglesia para adorar a Dios y edificarnos en la fe. Meditando día y noche sobre los preceptos sagrados, las advertencias, las prohibiciones y las promesas de la Biblia.

Recuerda siempre este principio espiritual: ¡la oración que se hace para el beneficio de Dios recibe respuesta! El único interés de Elías en el monte Carmelo, cuando desafió a los profetas de Baal, era que Israel reconociera a Jehová como su único Dios: “… Elías… dijo: –Señor… Respóndeme… para que sepa este pueblo que tú eres el Señor, el verdadero Dios… Entonces bajó el fuego del Señor…”, 1º Reyes 18:36-38 (BDA2010). El apóstol Santiago dijo que nuestras oraciones pueden ser tan efectivas como la del profeta Elías (Santiago 5) siempre que se hagan para su gloria: “… Él nos oye cada vez que le pedimos algo que le agrada, 1ª Juan 5:14 (NTV). Pedir para que las personas sean salvas o la iglesia sea edificada espiritualmente agrada a Dios. Pablo es nuestro ejemplo. Él dijo: “Le pido a Dios… que les dé sabiduría espiritual y percepción, para que crezcan en el conocimiento de Dios. Pido que les inunde de luz el corazón… También pido en oración que entiendan la increíble grandeza del poder de Dios…”, Efesios 1:17-19 (NTV). Además, el apóstol siempre pensaba en la edificación del cuerpo de Cristo. Hacia el final de su vida y sabiendo que sus días estaban contados, Pablo escribió: “Crescente se fue a Galacia, y Tito a Dalmacia… A Tíquico lo envié a Éfeso, 2ª Timoteo 4:10-12 (NTV). Pablo podría haber guardado a estos fieles hermanos consigo en Roma para su propia consolación; sin embargo, los envió a predicar el evangelio. Pablo no buscaba lo suyo propio sino que estaba ocupado en hacer avanzar el reino de Cristo. Él dijo: “No busco ventajas para mí mismo, sino que busco el bien de los demás, para que se salven. 1ª Corintios 10:33 (TLA). “Aunque soy libre, vivo como si fuera el esclavo de todos. Así ayudo al mayor número posible de personas a creer en Cristo… me he hecho igual a todos, para que algunos se salven. Y todo esto lo hago porque amo la buena noticia, y porque quiero participar de sus buenos resultados”, 1ª Corintios 9:19-23 (TLA). A Dios le agrada cuando nos preocupamos por edificar Su iglesia y extender Su reino.

Ana también hizo una oración que agradó a Dios. Ella pidió un hijo pero, ¡para Dios! “Oh SEÑOR…, si… contestas mi oración y me das un hijo… te lo devolveré. Él será tuyo durante toda su vida…”, 1º Samuel 1:11 (NTV). Su oración no era egoísta y por lo tanto recibió el hijo que le daría a Dios, pero además recibió lo que no pidió: cinco hijos más que disfrutarían ella y su esposo. Jesús dijo: “Busquen primero el reino de Dios y hacer su voluntad, y… Dios les dará a su tiempo todo lo que necesiten…”, Mateo 6:33 (BDA2010, TLA). Observa la ecuación. Si priorizamos el reino de Dios y el hacer su voluntad todas nuestras necesidades serán suplidas. El salmista ratificó este principio espiritual: “Teman al SEÑOR-… y… tendrán todo lo que necesitan”, Salmo 34:9 (NTV). ¿Puedes entenderlo? Lo primero debe ser puesto en primer lugar. Los asuntos espirituales y eternos deben ser prioritarios; no las cosas terrenales y pasajeras: “Dejen que el cielo sature sus pensamientos, y no pierdan el tiempo en las cosas de este mundo… dediquen toda su vida a hacer lo que a Dios le agrada, Colosenses 3:2 (NT-BAD y TLA); 1ª Juan 2:15-17. En este punto debemos seguir el ejemplo de los macedonios. Pablo dijo de ellos: “Sobrepasaron todas nuestras esperanzas, en primer lugar entregándose por entero al Señor, y después ofreciéndose a nosotros para cumplir en todo la voluntad de Dios”, 2ª Corintios 8:5 (CAS). ¿Lo ves? La voluntad de Dios es que nos preocupemos por Dios y su obra en primer lugar.

David tenía en mente el bienestar espiritual de su familia. Convocó a Salomón y le dijo “Y tú… hijo mío, aprende a conocer íntimamente… a Dios… Adóralo y sírvelo de todo corazón… Si lo buscas, lo encontrarás; pero si te apartas de él, te rechazará para siempre…”, 1º Crónicas 28:9 (NTV). Y luego oró de la siguiente manera: “Oh SEÑOR… haz que tu pueblo siempre desee obedecerte…  que su amor por ti nunca cambie. Dale a mi hijo Salomón el deseo de obedecer de todo corazón tus mandatos, leyes y decretos…”, 1º Crónicas 29:18-19 (NTV). David deseaba, anhelaba y pedía para que su hijo sea siempre una persona dedicada a Dios y para que su nación nunca dejara de amar, respetar y obedecer a Dios. Esta es la clase de oración que debemos hacer los padres por nuestros hijos y que todo líder debería hacer por las personas que pastorea.

El mismo Salomón siguió el ejemplo de su padre y oró teniendo en cuenta los intereses de Dios: “… Dios se le apareció… y le dijo: —Pídeme lo que quieras; yo te lo daré. Salomón contestó: —Dios mío… yo soy muy joven, y no sé qué hacer… Tengo que dirigir a tu pueblo… Dame sabiduría, para que pueda saber lo que está bien y lo que está mal… A Dios le gustó que Salomón le pidiera esto”, 1º Reyes 3:5-10 (TLA). Gobernar el pueblo de Dios era una gran responsabilidad para Salomón. Por lo tanto pidió sabiduría para no estropear lo que era de Dios. Ahora bien, Dios le dio no solo lo que pidió sino también lo que no pidió: “Como pediste sabiduría para gobernar a mi pueblo con justicia… ¡te concederé lo que me has pedido!... Además, te daré lo que no me pediste: riquezas y fama… Y si tú me sigues y obedeces… también te daré una larga vida”, 1º Reyes 3:11-14 (NTV). Salomón pidió bien porque pidió pensando primero en los intereses de Dios. Santiago dijo que pedimos mal cuando pedimos solo para nosotros mismos: “Piden y no reciben, porque piden mal, con la intención de satisfacer sus pasiones”, Santiago 4:3 (BDA2010). La oración de Salomón no era egoísta. Él quería sabiduría para bendecir al pueblo de Dios. Y su oración fue contestada. Además, pidió por las riquezas espirituales. Quería conocimiento espiritual para llevar a cabo la misión que Dios le había encomendado. Esta fue una oración que prevaleció y logró mucho más de lo que hubiera imaginado. ¡Salomón recibió sabiduría porque la pidió y riquezas porque no las pidió! Recuérdalo siempre: ¡la oración que se hace para la gloria de Dios siempre recibe respuesta!