Haz esto y tu oración no tendrá estorbo 14/4/2024 #1295

Episode 317,   Apr 14, 09:00 PM

Pastor José Luis Cinalli
14/4/2024
Haz esto y tu oración no tendrá estorbo

“…Cumple los votos que le has hecho al Altísimo” , Salmo 50:14 (NTV); Salmo 76:11.

Un voto roto o una promesa incumplida es un pecado muy común hoy en día. La ley mosaicoa enseñaba: “Cuando un hombre haga una al Señor… o un voto… jamás deberá faltar a su palabra. Tiene que cumplir exactamente con lo que dijo que haría , Números 30:2-3 (BDA2010, NTV); Deuteronomio 23:23. Jesús confirmó la seriedad de hacer promesas cuando dijo: “… Cumplirás lo que prometiste al Señor…” , Mateo 5:33 (BDA2010). David expresó: “Cumpliré mis promesas… mis votos pagaré delante de los que le temen”, Salmo 22:25 (NTV, RVA); 56:12; 66:13; 116:14 y 18. Los votos son promesas voluntarias hechas a Dios, un cambio de una bendición . Existen dos clases de votos:1) el que promete abstenerse voluntariamente de algo que está permitido y, 2) el que promete ofrecer algo a Dios en sacrificio, sin estar obligado. El voto es una petición respetuosa a Dios y no es una exigencia, pues nadie puede obligar a Dios en ningún sentido. Debemos tener mucho cuidado en cumplir nuestros votos: “Si le pides algo, él te escuchará, y tú cumplirás las promesas que le hagas , Job 22:27 (DHH); Salmo 65:1-2. Pero, ¿qué ocurre si no cumplimos lo que hemos prometido? ¡Perdemos la confianza y la relación con Dios queda rota! “¿Quién puede entrar a tu presencia…?... Solo… el que cumpla lo que promete, aunque tenga que sacrificarse para hacerlo , Salmo 15:1-4 (NTV, PDT). El incumplimiento de un pacto es considerado una traición : “… Él traicionó… no cumplió sus promesas” , Salmo 55:20 (NTV). Además, incumplir un voto es pecado : “Cuando hagas un voto al SEÑOR… no tardes en cumplir lo que le prometiste… o serás culpable de pecado , Deuteronomio 23:21 (NTV). Debido a que Dios nos hace responsables de los votos que hacemos, a veces es mejor no hacerlos: “… A Dios no le gusta la gente… que no cumple… Vale más no prometer, que prometer y no cumplir” , Eclesiastés 5:4 -5 (TLA). Por todo lo dicho: ¡las manos que alzamos en el santuario no son santas, a menos que cumplamos las promesas que nuestros labios han proclamado !

Veamos algunos ejemplos bíblicos. ¿Recuerdas qué hicieron las naciones cananeas para impedir el avance de las tropas israelitas? Formaron una coalición y pelearon como un solo ejército, a excepción de los gabaonitas quienes concertaron una alianza con Josué y los ancianos de Israel. ¿Tenían permiso divino para establecer acuerdos con las naciones enemigas? Sí, siempre que fueran pueblos de lejanas tierras, Deuteronomio 20:11-18. Pero Gabaón no entraba en esa excepción pues estaba situada solo a 5 kilómetros. ¿Cómo fue entonces que lograron hacer un acuerdo con Israel? Engañandolos. Exhibieron odres viejos, ropa desgastada y pan duro ‘demostrando’ así que venían de un país lejano, Josué 9:4-6. “Fue así como Josué hizo un pacto con los gabaonitas y prometió dejarlos vivir en paz…”, Josué 9:15 (TLA). A pesar de que algunos días después descubrieron el engaño no pudieron romper el pacto porque había sido hecho en presencia de Dios: “Prometimos en el nombre de… Dios… que no les haríamos daño. Tenemos que dejarlos vivir, pues de lo contrario, Dios nos castigará, Josué 9:19-20 (TLA). Ahora bien, ¿sabes por qué fueron engañados? Porque “no pidieron el consejo del Señor”, Josué 9:14 (NBLH). ¡En Hai los israelitas confiaron en sus propias fuerzas, no oraron y fueron derrotados! ¡En Gabaón confiaron en su propia sabiduría, no oraron y fueron derrotados! Qué tragedia cuando rápidamente olvidamos las lecciones aprendidas.

Ahora bien, las naciones que decidieron unirse y luchar juntas contra Israel fueron destruidas, pero los gabaonitas que utilizaron el engaño se salvaron. Satanás debe ser más temido como un suplicante humilde que como un león rugiente. Sufrimos más por las artimañas del diablo que por sus ataques. Para hacer huir al diablo solo se necesita resistirlo, pero para permanecer firmes contra sus engaños precisamos toda la armadura de Dios. El engaño del pecado es lo más temible. Es preferible encontrarse con Caifás que con Judas y, con un demonio negro que con uno blanco. ¡Cuántas veces actuamos sin pedir consejo a Dios! Sin embargo, una vez que hacemos una promesa que no entra en conflicto con la moralidad, Dios nos obliga a cumplirla. ¿Cumplió Israel lo que había pactado? Solo por un tiempo hasta que Saúl mató a los gabaonitas y la nación cayó en desgracia: “… Hubo… hambre que duró tres años. Entonces David consultó al SEÑOR, y el SEÑOR dijo: “El hambre se debe a que Saúl y su familia son culpables de la muerte de los gabaonitas, 2º Samuel 21:1 (NTV). Romper una promesa no es una nimiedad; es pecado y acarrea castigo. “Cuando hagas un voto al SEÑOR… no tardes en cumplir lo que le prometiste… o serás culpable de pecado, Deuteronomio 23:21 (NTV). En una oportunidad, Sedequías rompió el pacto que había hecho con Babilonia y fue castigado: “¿Acaso podrá Israel dejar de cumplir los tratados que hizo… sin que haya consecuencias? ¡No! Porque tan cierto como que yo vivo, dice el SEÑOR… lo castigaré… por despreciar el juramento solemne que hizo en mi nombre, Ezequiel 17:15-19 (NTV). Qué tragedia resulta cuando faltamos a la palabra que hemos dado.

Una promesa cumplida nos da poder delante de Dios: “Si tú… cumples tus promesas, él escuchará tus oraciones, Job 22:27 (TLA). De los egipcios se dice que un día “harán votos a Jehová, y los cumplirán… y Jehová les será clemente y los sanará”, Isaías 19:21-22. La Biblia también dice: “…Cumple los votos que le has hecho al Altísimo. Luego llámame cuando tengas problemas, y yo te rescataré…”, Salmo 50:14-15 (NTV). Cuando Jonás dijo: “pagaré lo que prometí” (Jonás 2:9), Dios “ordenó al pez escupir a Jonás sobre la playa”, Jonás 2:10 (NTV). Incluso más, el cumplimiento de una promesa activa protección espiritual: “Cumple tus votos; porque nunca más volverá a pasar por ti el malvado… aquel perverso nunca más te atacará, será completamente destruido, Nahúm 1:15 (RV60, PDT). Recordemos el caso de Ana, la mujer que no podía quedar embarazada. Un día fue al tabernáculo “oró a Dios y le hizo esta promesa… Si me das un hijo, yo te lo entregaré para que te sirva sólo a ti todos los días de su vida…, 1ª Samuel 1:10-11 (TLA). ¿Y qué sucedió? Dios le dio un hijo y Ana cumplió su promesa: “Yo le pedí este niño, y él me lo concedió. Por eso ahora se lo entrego, para que le sirva todos los días de su vida, 1º Samuel 1:27-28 (TLA). La verdad es que Dios no solo le dio un hijo sino que multiplicó la bendición y le dio “tres hijos y dos hijas”, 1º Samuel 2:21 (TLA). ¡Qué serio es este asunto! Debido a que Dios nos hace responsables de los votos que hacemos, a veces es mejor no hacer un voto: “No caigas en la trampa de prometerle algo a Dios, para luego no cumplirle… es tentación hacer… un voto y pensar después de haber prometido, Proverbios 20:25 (TLA, NBE).

¡Hoy en día es casi una práctica habitual romper una promesa, pero ante Dios es un pecado que acarrea castigo! “No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje… y que destruya la obra de tus manos?”, Eclesiastés 5:6. La promesa incumplida acarrea castigo y parece que los ángeles son los instrumentos divinos para la corrección. Los ángeles están al servicio de los creyentes; Hebreos 1:14. Eso significa que Dios envía ángeles para protegernos, pero también para corregirnos por el pecado de promesas incumplidas. Por todo lo expuesto y para todo aquel que quiera honrar a Dios sugerimos lo siguiente: a) no apresurarse a hacer votos a Dios; b) ser serios en el cumplimiento de los votos y, c) considerar los votos rotos como pecados que debemos confesar y de los cuales tenemos que arrepentirnos.

Nota. Existe un voto regular que todos podemos y debemos hacer: el de alabar a Dios todos los días de nuestra vida. “Yo te prometo que siempre te alabaré… y que todos los días te cumpliré mis promesas”, Salmo 61:8 (TLA); Salmo 56:12. “Un voto no cumplido quemará la conciencia como un hierro candente. Los votos de servicio, de donación, de alabanza o lo que sea, no son minucias y en el día de la alabanza agradecida deben cumplirse al máximo de nuestro poder”, Spurgeon. ¿No crees que deberíamos reflexionar acerca de aquello que le hemos prometido a Dios en oración y no hemos cumplido? ¿Quién no le ha dicho a Dios alguna vez que consagraba su vida para servirlo? ¿Quién no ha declarado alguna vez que Jesucristo sería el Señor y Salvador de su vida? No podemos retroceder en nuestra fe después de todo lo que le hemos prometido. Es hora de arrepentirnos de nuestras promesas incumplidas y retomar el camino de la fe. Recuérdalo siempre: ¡un voto es una promesa hecha a Dios que debemos cumplir cuando Dios obre a nuestro favor!