¿Es bíblico dar las primicias? 28/4/2024 #1297

Episode 319,   Apr 28, 09:05 PM

Pastor José Luis Cinalli
28/4/2024
¿Es bíblico dar las primicias?

 Honra al Señor... con lo mejor de todo lo que produces… con las primicias de todas tus ganancias”, Proverbios 3:9 (NTV; Jer. 2001).

El que da primicias honra a Dios. Pero cuidado, ¡no hay honra si lo que le damos a Dios no es lo mejor de lo primero! “Deben traer a mi templo lo mejor de los primeros frutos…”, Éxodo 34:26 (TLA); 23:19. Este principio de honra y adoración fue practicado mucho antes de que la ley fuera promulgada. Abel recibió aplausos del cielo porque le ofreció a Dios lo mejor de las primeras crías…” (Génesis 4:4, NTV) a diferencia de Caín quien entregó su ofrenda “andando el tiempo” (Génesis 4:3); es decir, cuando creyó tener lo suficiente como para darle algo a Dios. Muchas personas siguen su ejemplo. Se aseguran financieramente para luego dar, pero en las primicias damos con fe antes de levantar la cosecha. Noé ofreció primicias cuando, al descender del arca, edificó un altar para Dios, Génesis 8:20. Cuando Abraham volvió victorioso de la guerra le entregó a Dios los diezmos (Génesis 14:20) y luego consagró al hijo de la promesa. Dio el primero cuando solo tenía uno para dar. Y Dios hizo lo mismo. Entregó lo mejor cuando dio a Jesús y lo hizo con la fe de que un día entregaríamos nuestras vidas a Él. El regalo de su Hijo vino antes de nuestra salvación. Nosotros damos las primicias antes de ver la bendición. Honramos a Dios confiando que siempre será nuestro proveedor. Entonces, si realmente hemos de honrar a Dios no será dándole lo que nos sobra y mucho menos cuando queramos: No dilatarás la primicia de tu cosecha no esperes hasta más adelante”, Éxodo 22:29 (OSO, PDT).

Dar las primicias es un acto de gratitud. “El Señor nos sacó de Egipto… y nos dio esta tierra… Por eso…, en gratitud, le traigo los primeros frutos…, Deuteronomio 26:8-10 (NTV, TLA). Las primicias nos permiten recordar de dónde nos sacó el Señor y qué fiel ha sido con nosotros; pero además, es un acto de fe que expresa nuestra confianza de que seguirá siendo nuestro proveedor. Cuando Israel consagró Jericó, Dios los bendijo con 33 ciudades más. Cuando Ana le ofreció su primer hijo, Dios la recompensó con otros cinco, 1º Samuel 2:21. La extraordinaria prosperidad de Salomón fue el resultado de pensar primero en Dios y en su obra, 1º Reyes 3:11-13. ¡La bendición llega cuando Dios recibe de nosotros lo mejor de lo primero! Ahora bien, así como dar las primicias honra a Dios, el no hacerlo lo deshonra. Los que deshonraron a Dios quedándose con las primicias del pueblo fueron los hijos de Elí. Dios dijo: Se quedan con lo mejor de las ofrendas que el pueblo me trae (1º Samuel 2:29, TLA) y el juicio cayó sobre ellos. ¿Recuerdas la razón por la que Jesús maldijo la higuera? Porque no tenía frutos, aunque la Biblia dice que “no era tiempo de higos”, Marcos 11:13. ¿Por qué maldecirla entonces? Porque no dio primicias. La higuera tiene dos tipos de frutos. En la primavera produce ‘brevas’; primeros frutos o ‘primicias’. Luego, en el verano, da los higos. Jesús sabía que la planta no daría frutos porque no había dado brevas. Sin primicias no habría frutos. Por eso la maldijo. ¡Qué maravilloso y aterrador ejemplo nos deja el Señor acerca de los que solo tienen hojas en su vida y no tienen primicias!

La Biblia no dice qué cantidad de primicias tenían que dar los israelitas; eso sí, ¡debía ser lo mejor al inicio de cada temporada de cosecha y los mejores primogénitos del ganado! Hoy nuestra ‘cosecha’ proviene del trabajo, o alguna otra fuente de ingreso. Y, como el mes de enero es ‘el inicio de una nueva temporada de cosechas’ nosotros celebramos primicias el primer domingo de ese mes. La Biblia deja a consideración del dador la cantidad, algunos dan la primera quincena o el primer mes del año; otros, dan las primeras ventas. Por supuesto, no hace falta esperar hasta principios de año; si tenemos un nuevo ingreso deberíamos apartar lo mejor lo antes posible y llevárselo al Señor. El corazón de las primicias es poner a Dios en primer lugar dando con un espíritu de generosidad y adoración. “Coloca las primicias ante el SEÑOR… y póstrate ante él en adoración, Deuteronomio 26:10 (NTV). ¡Lo primero y lo mejor debe ser siempre para Dios! Por lo tanto, cuando llegamos tarde al culto no le damos a Dios lo primero. De igual forma cuando no apartamos el primer día de la semana para congregarnos. Ahora bien, cuando damos las primicias todo el resto queda bendecido. “Si las primicias son santas, también lo es la masa restante”, Romanos 11:16. Si le damos a Dios lo primero, ya sea en el día, en la semana o en el año, el resto quedará santificado. Si damos a Dios lo primero de nuestras ganancias, el resto quedará consagrado. ¿Lo ves? ¡Las primicias garantizan la bendición sobre el resto! No es cuestión de provisión sino de prioridad. Si alguien dice: “es que no veo la provisión de Dios” lo más probables es “que no tenga en claro sus prioridades”. Todo es cuestión de orden. Si honramos a Dios con lo primero y con lo mejor, nunca padeceremos necesidad. ¡Primero lo primero; primero Dios!

Primicias no es diezmo ni son ofrendas. “Dios elegirá un lugar para vivir entre ustedes, y allá deberán ir para adorarlo, llevando las ofrendaslos diezmosy las primicias, Deuteronomio 12:5-6 (TLA, RV60); 12:17; 2º Crónicas 31:5, 12; Nehemías 12:44. Damos diezmos y ofrendas de la ‘cosecha’ que ya hemos recibido; ¡agradecemos y honramos a Dios por lo que ya nos dio! En cambio, las primicias es una ofrenda de fe, al inicio de una temporada, antes de levantar la cosecha. Es de fe porque no sabemos cómo serán las cosechas en el año. Abel entregó el primer animal del rebaño sin saber cuántas crías tendría después. Fue una ofrenda de fe que Dios recibió de buen agrado. Ahora bien, el principio de las primicias y del diezmo es el mismo: lo primero para Dios. En el diezmo le damos a Dios el primer 10% de lo que hemos recibido para que Dios santifique y bendiga el 90% restante. El diezmo es el primer monto asignado de nuestro presupuesto. Y las primicias es darle a Dios lo primero y lo mejor al inicio de la temporada para que Dios multiplique el resto de las cosechas. Quiere decir que nuestro primer plan en el año es honrar a Dios. Como familia hemos visto favor de Dios en todas las áreas desde que practicamos el principio de primicias, al inicio del año. ¡Los beneficios de poner a Dios en primer lugar son invaluables, incalculables e impagables! Cuando le demostramos a Dios que Él es el primero dándole lo primero de todo, la bendición es el resultado: “Honra al Señor... con las primicias entonces tus graneros estarán llenos en abundancia… se llenarán a reventar, Proverbios 3:9-10 (NBLH, DHH). La Biblia dice que “gracias a las primicias vendrá la bendición…”,  Ezequiel 44:30 (BLA). Pero, ¿qué bendición? La bendición sobre el hogar. “Las primicias de todos los primeros frutos… para que la bendición descienda sobre la casa de ustedes”, Ezequiel 44:30 (LBLA, BNP). Y Dios siempre cumple lo que promete: “… Desde que comenzaron a traer las ofrendas (“muchas primicias”, versículo 5) a la casa de Jehová… Jehová ha bendecido su pueblo…”, 2º Crónicas 31:10. ¡Todo es cuestión de orden, lo que se haga con lo primero determina lo que pasará con el resto! ¡Si Dios tiene lo primero, todo lo demás estará bendecido!

Una reflexión final. Dios dijo: “… Traerán al sacerdote una gavilla de las primicias de su cosecha. Y él mecerá la gavilla delante del SEÑOR, a fin de que ustedes sean aceptados… para alcanzar su favor. El día siguiente al sábado la merecerá…, Levíticos 23:10-11 (NBLH; BJ76). El sacerdote agitaba la gavilla (un manojo) delante de Dios en señal de gratitud y, principalmente, para que la persona fuera aceptada. Pero, ¿cuándo lo hacía? “El día siguiente al sábado”; es decir, el domingo. La pascua se festejaba el 14 de Nisan. El día siguiente, día de reposo, comenzaba la fiesta de los panes sin levadura y el 16 el sacerdote mecía la gavilla a la hora de la oración matutina. Observa un detalle. Pentecostés se festejaba 50 días después del día de primicias, contados desde que el sacerdote ofrecía la gavilla por la mañana, Levítico 23:15-16. ¿Recuerdas a qué hora ocurrió el Pentecostés en el aposento alto? “A las nueve de la mañana”, Hechos 2:15 (NTV). Entonces, el sacerdote ofrecía la gavilla el domingo por la mañana. El domingo, “muy de mañana” (Juan 20:1, NVI) María Magdalena se encontró con Jesús y Él le dijo: no me toques, porque aún no he subido a mi Padre”, Juan 20:17. Ahora bien, “cuando llegó la noche de aquel mismo día” (Juan 20:19) Jesús les dijo a sus discípulos: tóquenme y asegúrense de que no soy un fantasma…”, Lucas 24:39 (NTV). ¿Qué había sucedido? Así como el sacerdote presentaba las gavillas como primicia de la cosecha, Jesús, nuestro gran Sumo Sacerdote, subió al cielo para que el Padre decretase públicamente ante todo el ejército celestial que el precio de la redención había sido pagado y que su sacrificio había sido aceptado. Y como prueba de ello, “muchos del pueblo de Dios… fueron resucitados” (Mateo 27:52) como primicias de los que resucitarán en la gran cosecha final: “Jesús fue el primer fruto de una gran cosecha… el primero de todos los que serán resucitados”, 1ª Corintios 15:20 (NTV, PDT). Las primicias se presentaban para aceptación. La palabra aceptados significa ¡ser visto con respeto! ¡El que honra a Dios con sus primicias vivirá con el respeto y el favor de Dios! Y cuando tienes favor de Dios también tienes acceso a su presencia y a sus bendiciones. ¡Aceptados por Dios, mirados con respeto y bendecidos con su favor! ¡Qué bendición tan sublime acarrea el honrar a Dios mediante las primicias!