Editorial de Camilo Egana 7/3/15

Jul 03, 2015, 09:39 PM

Respira profundo y piensa en la Toscana. Supongo que esto es lo que uno debería decirse siempre para no perder los estribos frente a cierto tipo de personas. Como en la viña del Señor hay de todo, deberían enseñarnos bien temprano, en el jardín de la infancia, cómo eludir a los arribistas, a los delatores, a los tóxicos, a los aduladores y así… Una vez trabajé con un sujeto que era tan maquiavélico que le decíamos Perfidia. Y él, orgulloso. Terminamos de amigos porque, tras esa máscara de Terminator, no era letal. Era sobre todo un buen productor de televisión. Lo que voy a recomendarles, a mí me funciona, y como uno nunca sabe por dónde va a saltar la liebre, ahí les va: Ante la hosquedad de cualquiera que se encuentren solo interesado en ser celebrado, piensen por ejemplo en la grandeza de la sonda que anda ya a 18 millones de kilómetros de su destino, Plutón y sus cinco satélites, y que ha detectado metano en el sitio más remoto del Sistema Solar. Ante la ferocidad de un vecino, que quisiera ser parte de Juego de Tronos, piense en la textura de los pies regordetes de un recién nacido. Cuando sienta el zarpazo casi irremediable de la desilusión extrema, eche mano de "Más de cien mentiras", la canción de Sabina. Remedio Santo. Y cuando esté tentado de declarar a su hijo adolescente persona non grata, mire en el álbum familiar cómo lucía usted cuando tenía su edad. Para el resto de las situaciones, le quedan los libros de autoayuda, el apoyo de un buen profesional o este programa. Decida usted.