Juan 14,15-21

May 21, 2017, 04:25 AM

VI DOMINGO DE PASCUA A 

Juan 14,15-21: La promesa del envío del Espíritu: Los mandamientos como camino del amor en Cristo Audio: P.Juan Jose Paniagua Edición: P.Cristovao,svd Música: si yo no tengo amor : Coro Cantaré Texto: Mons. Victor M.Fernandez y P.Cristovao,svd Edición: P.Cristovao,svd El escenario del evangelio de hoy es lo que antecede a la Cruz: los discípulos se dan cuenta de la gran responsabilidad que es seguir a Jesús: ven que no es apenas un gesto de admiración: tampoco un fanatismo ideológico, como hacen los aficionados por cantantes o equipos de futbol. Esto es una decisión que determinará toda su existencia.

Se trata de palabras de despedida. No una despedida cualquiera, sino una despedida de muerte. Para los que ya han pasado por la experiencia de asistir a la muerte de un ser querido, esto puede ser muy comprensible.

Aquí aparece Jesús reunido con sus discípulos para hablarles de amor antes de su partida. Él quiere que no se angustien demasiado por su muerte y sepan descubrir que tiene un plan maravilloso para ellos:

"No los dejo huérfanos, volveré" (v. 18). Jesús anuncia que estará presente de una manera distinta, que sólo podrán descubrir con los ojos de la fe; por eso el mundo no lo podrá descubrir, pero ellos sí podrán reconocerlo: "ustedes sí me verán" (v. 19). 
Y ese encuentro con Jesús será como una nueva vida para ellos: Yo vivo y ustedes vivirán" (v. 19).

Aquel día no tendrán que llorar su ausencia; todo lo contrario, porque "comprenderán que yo estoy en el Padre, y ustedes en mí y yo en ustedes".

Jesús anuncia que la intimidad divina se hará presente en el interior de los discípulos, que sabrán como nunca cómo los ama Jesús, y lo verán mejor que nunca: "Yo lo amaré y me manifestaré a él" (v. 21). Todo esto será posible por la acción del Espíritu Santo (v. 16-17).

Pero para eso hay que estar dispuesto a cumplir el mandamiento de amor que Jesús deja a sus discípulos, porque nadie puede vivir la experiencia de su presencia si se aísla de los demás. Esa situación sublime que Jesús anuncia a sus discípulos es lo que sucedió después de su resurrección; por lo tanto es la situación que nosotros deberíamos vivir, reconociendo con gratitud y alegría la presencia amante de Jesús en nuestras vidas, y reaccionando ante ese amor con gestos de amor hacia los hermanos.

Ilumíname Señor, para que pueda descubrir lo que no descubren los ojos mundanos, para que pueda ver que estás realmente presente en mi vida, manifestándote en mi vida y amándome. Derrama tu Espíritu para que él me haga reconocer tu presencia".