El destino
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Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, día 13 de agosto de 2004. Fue uno de los mejores días de mi vida, un nuevo miembro en la familia. Era la primera vez que veía a un bebe de tan cerca. Hasta entonces no sabía a qué me iba a dedicar en mi futuro, pero al ver su carita lo supe; iba a ser profesora infantil. Nunca voy a olvidar la primera vez que cogí ese cuerpo tan pequeño en brazos; era mi primera vez, y fue una experiencia muy especial. Sentí que tenía algo muy valioso entre mis brazos, un tesoro. Recuerdo que todos los días de la semana subía a su casa a las noches para duchar a ese bebe. He de decir que tuve mucha suerte ya que estos miembros de mi familia viven dos pisos más arriba que yo y de que sus padres me dejaran realizar estas tareas. Como muy bien he dicho anteriormente, fue una experiencia muy gratificante para mí y fue quien marco mi futuro. Recuerdo muy bien también los comentarios que realizaban mis profesoras de bachillerato cuando les comentaba que quería ser profesora. Todos me decían que no lo hiciera, que no tenía salida, pero a mí me daba igual que me dijeran eso. Además de decirme que ese grado no tenía salida, tenía otra profesora que me decía que no iba a llegar a nota de corte. Tengo que admitir que ese comentario me dolió mucho más que los anteriores. Es muy duro que alguien te diga que no vas a ser capaz de algo. Pero también tengo que decir que esto me motivo aún más. Suelo ser una persona muy exigente conmigo misma y el hecho de que alguien me dijese que no sería capaz me hizo esforzarme aún más para conseguir mi sueño. He de decir que me costó mucho concentrarme para estudiar ya que una chica de 17 años tiene otras preocupaciones a aparte de estudiar. Es una época muy difícil para todo el mundo porque tienes problemas con las amigas, familia, etc. Estudie mucho para aprobar los exámenes de la ikastola porque tenía mucha presión ya que necesitaba mucha nota, no me bastaba con un 5 raspado. Además después de los exámenes de bachillerato iba a tener que realizar los exámenes de selectividad y no podía dejar de pensar en lo que me dijo en su día la profesora. Muchas veces salía de los exámenes llorando, pensando que habría suspendido, castigándome de que debería de haber estudiado más. Pero no, conseguí aprobar todo y además con buena nota. Fue una noticia feliz para mí, conseguí un resultado de 10,42 de catorce. A simple vista estaba más que claro que iba a entrar en el grado que quería, pero la nota de corte varía cada año. Y aquí estoy, en segundo año de Magisterio. Todo esto está siendo un sueño para mí, porque poquito a poco estoy construyendo mi futuro; el futuro que quise tener desde el 13 agosto de 2004.
