Decepciones escolares
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Desde que tengo 3 años siempre he ido a un colegio concertado. Fue una decisión que tomaron mis padres. Cuando llegó mi época de bachiller y experimenté lo que era la enseñanza pública, verdaderamente me di cuenta de que se abren más opciones tanto a nivel educativo como a nivel personal. En primaria tuve una experiencia bastante negativa con la asignatura de inglés que luego a posteriori repercutió en mi aprendizaje de la lengua. La asignatura la impartía una monja entrada en años que pretendía enseñarnos inglés a través de un radiocasete. Al final de curso sólo llegamos a aprender cuatro conceptos básicos. El problema llegó al pasar a la E.S.O. pues evidentemente esta señora dejó de dar clases y trajeron a un profesor titulado. El 80% de la clase suspendió el primer examen, yo en concreto saqué un 0 y mi madre tuvo que apuntarme a clases particulares para poder salvar el curso. Con mi llegada a 1º de la E.S.O. volví a tener otra decepción cuando nuestra tutora en la charla de comienzo de curso nos estuvo informando de cómo iba a ir el curso, las novedades… y entre ellas había una asignatura que era la de informática en la que nos prometía un ordenador para cada alumno y aprender un montón de cosas que nos parecieron interesantes y novedosas. Mi decepción llegó cuando el primer día de esa famosa clase de informática en la que entramos en una sala pequeña y con media docena de ordenadores para 24 alumnos. Por lo tanto, teníamos que hacer grupos y turnarnos los ordenadores. No voy a decir que no aprendí nada pero verdaderamente el tener que turnar los ordenadores y no poder realizar ciertas tareas individuales hicieron que la marcha del curso fuera más lenta. Por ello, el aprendizaje se vio perjudicado. Otro episodio que ocurrió durante este año no lo viví como un hecho traumático sino más bien como un hecho curioso y bastante sorprendente. La asignatura de Ingurunea la impartía una profesora que era monja. Cuando llegamos al tema de la sexualidad en la adolescencia, directamente nos dijo que ella no iba a dar ese tema y que si queríamos que lo estudiáramos por nuestra cuenta. Creo que con esta actitud de esa profesora anticuada y anclada en el pasado no beneficia para nada la enseñanza porque me parece super importante que en la etapa de la adolescencia cuantas más información se pueda dar mejor será para el desarrollo. Con actitudes obsoletas de este tipo lo único que hacen es a mí parecer incentivar tabús y mitos que desde el entorno escolar no se deben alentar. En mi opinión, creo que mi aprendizaje en primaria como en secundaria estuvo claramente dificultado porque este colegio no tenía el profesorado adecuado para impartir ciertas asignaturas Con mi llegada a bachiller que aquí ya elegí yo al estudiar en un centro público pude ver que había diferencias. Sobre todo recalcar que la actitud del profesorado hacía los alumnos era mucho más cordial y directa. A mi parecer esta es una buena actitud para el aprendizaje. La relación profesor-alumno es mucho más cercana pues se tiene que basar en una línea de apertura en la que el profesor te haga ver diferentes opciones que existen para que tu aprendizaje tanto en contenidos educativos como en el desarrollo personal sea lo más rico posible.