Un cambio en mi vida

Mar 15, 2016, 09:44 PM

¡Estira bien las piernas, coge aire! ¿Preparado? Vamos a hacer un salto atrás, un salto muy grande, un salto hasta la infancia! Después, tendremos que correr unos cuantos kilómetros difíciles; recorreremos una parte importante de mi vida. Pero tranquilo, no te preocupes,¡ yo te acompañaré! Preparados… listos…ya!!! Cuando recuerdo mi infancia, el cuerpo se me llena de alegría, se me dibuja una sonrisa en la cara. Y es que, la verdad, tuve una infancia inmejorable. Una familia maravillosa, una escuela en la que nos sentíamos como en casa, profesoras que eran nuestras segundas madres, amigos y compañeros fantásticos, tiempo suficiente para jugar y descubrir el mundo…qué más se puede pedir? En cambio, unos años más tarde (en primaria y en la ESO) descubriríamos que la vida no es tan maravillosa como pensábamos. Muchos de vosotros pensaréis que nuestro cambio de pensamiento llegó porque dejamos atrás los juegos y la alegría de los años de infantil. No es así. Yo, en concreto, tengo un buen recuerdo de mi paso por primaria; aunque cambiaría ciertas cosas, creo que fueron unos años en los que tuvimos muy buenos momentos y en los que aprendimos mucho. Todo fue perfecto hasta el último año de la escuela. En sexto de primaria ocurrió algo que, sin ninguna duda, cambió nuestras vidas. Sí, nuestras vidas. La mía y las de mis compañeros. Fue un 12 de septiembre. Puede que para todos vosotros sea una fecha insignificante; yo, sin embargo, nunca olvidaré ese día. Nada más llegar a clase, nos dimos cuenta que algo raro pasaba. Allí estaban la directora del colegio, la psicóloga y la tutora. Nos dijeron a todos que nos sentáramos en un círculo y nos dieron la noticia: A una compañera y amiga de clase le habían detectado leucemia. Intentaron explicarnos en qué consistía, cuáles podrían ser las consecuencias y alguna cosa más. Para ser sinceros, lo que nos contaron fue, básicamente, que tenemos leucocitos y eritrocitos en nuestro cuerpo y que unos son malos, otros buenos y no sé qué más. La verdad es que no hicimos mucho caso. Sabíamos que una leucemia significaba bastante más que leucocitos buenos y eritrocitos malos peleándose. Puedo decir que ese mismo día empezó una nueva etapa de nuestra vida. Empezaron las visitas al hospital o a casa, los mensajes de ánimo, algunos momentos buenos y otros que no lo fueron tanto. Fueron tres años largos en las que nuestra amiga perdió primero el pelo, después una pierna y al final, un caluroso día de agosto, la vida. Tres años duros en los que aprendimos muchísimo. Ésta experiencia me ha ayudado a darme cuenta sobretodo de dos cosas. La primera, que nunca sabemos cómo llevar experiencias como ésta. Es verdad que siempre es complicado contar malas noticias y que no sabemos cómo actuar en los malos momentos. Un claro ejemplo es el que lo he contado. ¿De verdad creéis que era necesario hablar de leucocitos y de eritrocitos en ese momento? Como futura profesora que espero que sea y después de haber vivido una experiencia como esta, tengo claro que lo más importante es contar la verdad y estar dispuestos a ayudar y aclarar cualquier duda que tengan los alumnos. Para eso, veo necesario que los futuros profesores recibamos formación para casos como éste y que, desgraciadamente, no se le da la importancia que se merece. La segunda lección que aprendí fue que siempre se puede sacar algo bueno de los malos momentos. En mi opinión, esta vivencia nos unió muchísimo como grupo y aprendimos cosas fantásticas: vivir cada momento al máximo, disfrutar de las pequeñas cosas y darnos cuenta que, aunque a veces pensamos lo contrario, nuestras vidas son maravillosas.