Hijos protegidos, familia protegida y economía protegida 24-/11/19 #1067

Episode 69,   Nov 25, 2019, 12:30 AM

José Luis Cinalli
24/11/2019
Hijos protegidos, familia protegida y economía protegida
 
El verano del 2015 ha sido para nosotros decisivo. Dios tomó la iniciativa de volver a tener nuestra amistad. Visitó nuestra casa y nos llevó al desierto con el solo propósito de volver a conquistar nuestro corazón. ¡Qué vergüenza! Durante todo el tiempo en que Dios trató de llamar nuestra atención nosotros al igual que Marta hacíamos para Jesús lo que Él nunca nos había pedido. Estamos como Adán, jugando a las escondidas con Dios. Sin embargo, llega el momento en que Dios se volvió irresistible y terminamos correspondiendo a su gran amor. Quiero compartirte algunas lecciones de ese tiempo maravilloso con Dios:
 
1.     Dios va donde lo invitan, pero se queda donde lo respetan. ¿Deseas la presencia de Dios? Entonces, ¡prepárale una atmósfera de reverencia! Cuando se inauguró el tabernáculo, la gloria de Dios era tan intensa que Moisés no podía acercarse a sus puertas. Años después, debido a la irreverencia manifiesta y la conducta pecaminosa de la casa de Elí Dios mostró su desagrado marchándose con su presencia: “Icabod... La gloria se ha ido de Israel...”, 1º Samuel 4:21-22 (NTV). Dios abandonó el templo a causa del pecado. Es responsabilidad de los padres en la casa y de los líderes en la iglesia de provocar y mantener una atmósfera de honra. Cuando toleramos y permitimos que gente irreverente y desobediente ocupe posiciones de liderazgo, Dios se va. Dios hizo responsable a Elí del pecado de sus hijos. ¿Por qué? Porque Elí permitía que el pecado se alojara en su altar. ¿Hacemos nosotros lo mismo?
 
Dios no está obligado a quedarse en un lugar donde no se lo respete, aunque ese lugar sea una iglesia. Un día Dios me habló claramente y me dijo: “prepárame un ambiente de honra y yo me haré cargo de la iglesia”. Crearle a Dios una atmósfera de reverencia es nuestra responsabilidad. ¡Él no lo hará por nosotros! ¿Recuerdas la historia de Ananías y Safira? Pedro dijo: “Le mentiste al Espíritu Santo...”, y luego cayeron muertos. ¿La decisión de ‘poner orden’ en la iglesia fue de Pedro o de Dios? No existe evidencia bíblica de que Dios le haya ordenado a Pedro que hiciera lo que hizo. Tampoco hay evidencia de que fuera Pedro quien haya tomado la drástica decisión de condenarlos a muerte. Lo que parece es que Pedro tomó la decisión de no tolerar la irreverencia y Dios lo apoyó trayendo juicio a los irreverentes y un profundo temor a toda la iglesia. Pedro fue drástico con Ananías y Safira porque sabía que tal comportamiento ponía en riesgo la presencia del Espíritu Santo. El pecado entristece y luego apaga al Espíritu y toda la iglesia sufre por eso. Pedro entendió la importancia de provocar un ambiente de respeto para que Dios se acerque, y mantener ese ambiente para que Él permanezca en ese lugar. Y esa es nuestra responsabilidad, no la de Dios. Nota que no fue Dios sino Pedro quien puso orden. Existen ocasiones en que esperamos que Dios ponga orden en un lugar cuando lo deberíamos hacer nosotros. ¿Por qué pretendemos que Dios haga lo que nosotros debemos hacer? Dios no pondrá orden en tu casa ni en tu iglesia, tú tienes que hacerlo. Toma la iniciativa de ‘ordenar’ tu ministerio y te sorprenderás de lo que Dios hará.  ¡Es hora de que la Iglesia regrese a las manos del Señor!
 
Insisto en este punto. La honra atrae a Dios y la irreverencia lo aleja. El hecho de que en la puerta de un edificio se cuelgue un letrero que diga IGLESIA no garantiza que Dios esté adentro. Lo único que atrae a Dios es el respeto. Los programas bonitos, los edificios majestuosos, un cartel deslumbrante o una predicación apasionada podrían llamar la atención del hombre pero no la de Dios. Dios no se deja impactar por esas cosas, lo que realmente deja a Dios ‘con la boca abierta’ es una iglesia que lo respeta: “El hijo honra al padre y el siervo a su señor. Si, pues, yo soy padre, ¿dónde está mi honra?; y si soy señor, ¿dónde está mi temor?, dice Jehová de los ejércitos”, Malaquías 1:6 (RV95). Dios solo tiene una condición para radicarse en un lugar: la honra: “… ¡Este mandato es para ustedes! Escuchen y decidan honrar mi nombre, Malaquías 2:1 (NTV). ¿Te acuerdas de la derrota de Israel en Hai? Josué oró a Dios buscando una explicación. Entonces Dios le dijo: “¡Levántate! ¿Por qué estás ahí con tu rostro en tierra?”. ¡Israel ha pecado y ha roto mi pacto! Robaron de lo que les ordené que apartaran para mí… además mintieron y escondieron los objetos robados… Por esa razón, los israelitas huyen derrotados de sus enemigos… No seguiré más con ustedes a menos que destruyan esas cosas que guardaron y que estaban destinadas para ser destruidas”, Josué 7:10-12 (NTV). Observa lo que Dios le dijo a Josué: “¡Levántate! ¿Por qué estás ahí con tu rostro en tierra?”; en otras palabras: “deja de orar porque esto no se soluciona con oración”. Dios le pide que deje de orar porque no lo puede ayudar. Parece una herejía pero no lo es. En su infinita misericordia Dios le mostraría la raíz del problema para evitar que Dios se marchara. La solución estaba en las manos de Josué y no en las de Dios. Dios amenazó con retirarse si ellos no restauraban el ambiente de honra. ¿No podía Dios hacerlo por sí mismo? ¿No podía ajusticiar a quién había traído semejante desgracia a todo Israel? No es descabellado pensar así, si tenemos en cuenta que nadie sabía que Acán había pecado. Sin embargo, Dios le mostró a Josué la causa de su enojo pero no decidió por él. Si quería seguir contando con SU PRESENCIA Y SU BENDICIÓN debía devolverle a Dios un ambiente de respeto y reverencia. Fue Josué y los demás ancianos quienes tomaron la iniciativa para resolver el asunto. Crear una atmósfera de honra y respeto que atrae a Dios es nuestra responsabilidad, no la de Dios.
 
Estaba muy claro, si Josué no restauraba el ambiente de honra DIOS SE RETIRABA: “No seguiré más con ustedes a menos que destruyan esas cosas que guardaron…”. ¿Lo ves? Dios proveerá para tus necesidades como lo hizo con Israel en el desierto. Él será tu guía y peleará tus batallas pero no pretendas que él haga lo que solo tú tienes que hacer. No puedes hacer la vista gorda mientras en tu casa se deshonra a Dios. No puedes fingir que nada pasa cuando tus hijos llegan borrachos los fines de semanas o tu esposo amanece mirando pornografía o sabes que tiene problemas con las deudas o la inmoralidad. Si tú no haces algo para que el temor de Dios se restaure en tu casa, Dios no lo hará. Empuja a tu familia a honrar a Dios. Pelea con las armas de la oración y el ayuno. Empújalos a amar a Dios. Ten por seguro que Dios te va a ayudar siempre que tú tomes la iniciativa para restaurar el ambiente de respeto. El milagro vendrá cuando asumas tu responsabilidad y pongas orden. Dios ha sido tan claro conmigo cuando yo le pedí que Él se hiciera cargo del pastorado de la iglesia: “Tan solo ocúpate en preparar un ambiente de honra y yo me haré cargo”, me dijo el Señor. Lo único que Dios necesita es un lugar en el que se lo respete y se lo honre. Cuando eso sucede Dios se acerca y su gloria se manifiesta. No hay dudas que la razón por la que Dios no se manifiesta en un lugar es porque no se le teme.
 
El desierto es el lugar preferido por Dios para formar a sus siervos. Desierto es sinónimo de sufrimiento. Pero cuidado porque hay dos clases de sufrimiento: el que viene a causa de una disciplina divina y el que se deriva del pecado. Una cosa es una prueba del Señor y otra muy diferente vivir bajos cielos cerrados. Dios nos lleva al desierto para corregirnos no para castigarnos. Se sufre, pero el cielo nunca está cerrado y la comunión nunca se interrumpe. Y algo más, al desierto se entra de la mano del Señor y se sale de su mano. La Biblia dice que Dios llevó a Jesús al desierto y cuando salió estaba lleno del Espíritu Santo. Ningún hombre ungido murió en el desierto. El desierto es disciplina, es metamorfosis, transformación; es preparación para un nuevo trabajo o ministerio. En el desierto Dios trabaja EN nosotros, cuando salimos del desierto Dios trabaja CON nosotros. José estuvo en el desierto (en la cárcel de Egipto) pero Dios estaba con Él y siempre tuvo acceso a la revelación divina, Génesis 39:21. En cambio, Saúl fue atormentado a causa del pecado y el cielo no respondió a su llamado: “Samuel le preguntó: —Saúl, ¿por qué me llamaste?... —Estoy desesperado —contestó Saúl—. Los filisteos me hacen la guerra, y Dios me ha abandonado. Ya no me responde… te he llamado, para que me digas qué debo hacer. Y Samuel le dijo: —Si Dios te ha abandonado, y ahora es tu enemigo, ¿para qué me consultas?... Por haberlo desobedecido… Dios te ha quitado el reino y se lo ha dado a David. Además, los filisteos vencerán mañana a los israelitas, y tú y tus hijos morirán…”, 1º Samuel 28:15-19 (TLA). El pecado corta la relación con Dios. El acceso a su presencia y a su revelación se bloquea a causa de la desobediencia. No solo el cielo sino también la tierra está cerrada: “Arriba, los cielos se pondrán rígidos como el bronce, y abajo, la tierra se volverá dura como el hierro”, Deuteronomio 28:23 (NTV). El cielo es de bronce y la tierra de hierro, lo que significa que el cielo no responde y en la tierra no hay bendición. ¿Algo no fluye en ti? Revisa tu vida y pídele al Espíritu Santo que te muestre si la razón por la que las cosas no están fluyendo es la consecuencia de un pecado o simplemente una prueba del Señor.