Junto a Dios lo imposible no existe 14/06/2020 #1096

Episode 99,   Jun 15, 2020, 12:12 AM


 14/6/2020
Junto a Dios lo imposible no existe
 
“Cuando alguien se une al Señor, el Señor y esa persona se vuelven uno”, 1ª Corintios 6:17 (NT-BAD). Antes de venir la fe, la ley nos tenía presos… Pero ahora que… ha llegado la fe… todos ustedes son hijos de Dios…”, Gálatas 3:23-26 (DHH).
 
Si la fe es Jesús y, si el que se une al Señor es uno con él, la relación con Jesús hace que tengamos fe. A mayor intimidad mayor será la fe; en cambio, el descuido de la comunión con Dios debilitará nuestra fe. Como verás todo se relaciona con el lugar secreto. Ahora bien, lo opuesto a la fe es la duda. Cuando existe fe no puede haber espacio para la duda, pero cuando aparece la duda no queda lugar para la fe. Se puede dudar:  
 
1.     Del poder de Dios. Cuando Jesús descendió del monte de la transfiguración se encontró con una multitud alborotada por un niño endemoniado. Su padre estaba inconsolable. La incapacidad de los discípulos para sanar al niño había debilitado su fe. Desahuciado, pero no resignado, le dijo a Jesús: “... Ayúdanos si puedes, Marcos 9:22 (NTV). Jesús lo corrige diciéndole: “¿Cómo que “si puedo”?... Todo es posible si uno cree, Marcos 9:23 (NTV). Es como si Jesús le dijera: “la curación de tu hijo no depende de mí sino de ti”. Jesús tenía el poder para liberar al niño, pero el padre debía ejercer la fe suficiente. Jesús nunca dijo que no podía; sin embargo, el Dios que todo lo puede ‘no puede’ sino no tenemos fe.
 
El pasaje encierra una lección aún más importante todavía: ¡Dios no quiere todo lo que puede! Jesús hubiera podido curar al niño aunque el padre no tuviese fe, pero no lo hizo. Quiso que la curación fuese el resultado de la fe de su padre. Pero la fe de su padre estaba en terapia. Es evidente que una pálida luz de esperanza ardía en su corazón, de lo contrario no se hubiese acercado a Jesús. Pero se apagó cuando se encontró con los discípulos que no pudieron echar al demonio. Jesús les dijo: “… ¡Partida de incrédulos!... ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes para que crean?”, Marcos 9:19 (PDT y NT-BAD). A los discípulos no les faltaba poder para liberar al niño (Mateo 10:1) les faltaba fe: “Ustedes no tienen la fe suficiente…”, Mateo 17:20 (NTV). La frágil fe del padre se debilitó en aquel entorno tóxico de incredulidad. Cuidado porque si te mueves permanentemente en un ambiente incrédulo se te hará difícil mantener la fe y mucho más obtener tu milagro. Recuerda que la capacidad de Jesús para hacer milagros se vio reducida allí donde la incredulidad prevalecía: “Por causa de la incredulidad de la gente no hizo allí muchos milagros”, Mateo 13:58 (NT-BAD). Entonces, ¿qué podemos hacer? ¡Cambiar de ambiente o generar nuestro propio ambiente de fe! Quizás no puedas cambiar el ambiente espiritual adverso de tu hogar, pero sí puedes encerrarte en tu dormitorio y crear tu propia atmósfera de fe leyendo la Biblia y escuchando música y mensajes que te inspiren a creer. Quizás no puedas cambiar el ambiente espiritual en tu trabajo, pero puedes evitar las conversaciones mundanas y alejarte de aquellos que deshonran abiertamente a Dios. ¡Mantén una distancia de propósito con aquellos que podrían apagan tu fe!    
 
La fe viene por el oír y la fe se va por el oír. ¿Recuerdas la historia de Jairo, Marcos 5:21-43? Su hija estaba gravemente enferma. Mientras Jesús iba a su casa para sanarla se acercaron algunos emisarios para decirle que su hija había muerto. “Pero Jesús, sin hacer caso de aquellas palabras, dijo…: “No tengas miedo. ¡Solo ten fe!”, Marcos 5:36 (BLPH). Aquí radica el principio para ver lo imposible. Si no quieres perder tu milagro deja de escuchar a los mensajeros del desaliento. ¡Ignóralos! No escuches a quienes dicen que es demasiado tarde para volver a empezar. No le des importancia a los que dicen que no llegarás a nada. La fe comienza cuando nos metemos algodón en los oídos. En lugar de escuchar a personas incrédulas escucha a Dios quien te dice: “¡Solo ten fe!”. Si Jairo hubiera escuchado a la gente se hubiera perdido el milagro de su hija. La fe crece, se sustenta y se sostiene en Dios y en sus promesas. Créele a Dios. Ten la confianza de que sus promesas se cumplirán. Vivir por fe y no por vista no es algo que ocurra naturalmente en nosotros. Quizás ese sea el motivo por el que Jesús resucitó la hija de Jairo. No fue por el bien de la niña, ya que ella estaba mejor en el cielo. Lo hizo por el bien de su padre y el de nosotros. ¡El cielo siempre responde cuando nosotros confiamos en Dios!
 
2.     Del amor de Dios. Un leproso se acercó a Jesús y le dijo: Si quieres, puedes quitarme esta enfermedad”, Marcos 1:40 (PDT). El leproso creía que Jesús tenía el poder para sanarlo pero no estaba seguro de que quisiera hacerlo. Al igual que el leproso muchas personas no dudan del poder ilimitado de Dios pero sí de su amor. Nunca tienen la certeza en sus corazones de que son amados por el Señor. Jesús tuvo que disipar la duda del leproso antes de hacer el milagro. Le dijo: Sí Quiero, Marcos 1:41 (PDT). Y luego expresó: “Sana ya”, Marcos 1:41 (PDT). ¿Podía Jesús sanar al leproso aun cuando él tuviera dudas acerca del amor de Dios? Sí que podía. Pero no lo hizo. Dios quiere que el milagro sea el resultado de nuestra fe. ¡Y sin fe no hay milagro! Aun los mismos discípulos dudaron del amor de Jesús. ¿Recuerdas el incidente de la tormenta en el mar? La barca en la que viajaban se hundía debido al viento y las grandes olas. Desesperados despertaron a Jesús diciéndole: “… ¡Maestro, no te importa que nos ahoguemos!...”, Marcos 4:38 (NTV). El salmista también tuvo su momento de duda: “¿Me habrá rechazado para siempre el Señor? ¿Nunca más volverá a ser bondadoso conmigo? ¿Se ha ido para siempre su amor inagotable?... ¿Habrá cerrado de un portazo la entrada a su compasión?”, Salmo 77:7-9 (NTV). ¿Has pensado alguna vez que Dios se ha olvidado de ti? La nación de Israel tuvo el mismo sentimiento cuando dijo: “… El SEÑOR me ha abandonado; el Señor me ha olvidado”, Isaías 49:14 (NTV). ¿Y qué tiene Dios para decirle a todos aquellos que cedieron a la tentación de dudar de su amor? ¡Jamás! ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho? ¿Puede no sentir amor por el niño al que dio a luz? Pero aun si eso fuera posible, yo no los olvidaría a ustedes. Mira, he escrito tu nombre en las palmas de mis manos, Isaías 49:15-16 (NTV).
 
Lee, reflexiona, cree y memoriza cada una de las promesas de fidelidad y amor hechas por nuestra gran Dios: El Señor… no los abandonará; porque él quiere que ustedes sean su pueblo”, 1º Samuel 12:22 (DHH). Yo los amo a ustedes…”, Malaquías 1:2 (DHH). “… Eres muy precioso para mí… Tú vales mucho para mí, te estimo mucho, te amo”, Isaías 43:4 (NTV y PDT). “Viviré entre mi pueblo… y nunca los abandonaré, 1º Reyes 6:13 (TLA). El SEÑOR no rechazará a su pueblo, no abandonará a su posesión más preciada, Salmo 94:14 (NTV). “El Dios eterno es tu refugio, y sus brazos eternos te sostienen…”, Deuteronomio 33:27 (NTV). “Dios mío, tú cumplirás en mí todo lo que has pensado hacer. Tu amor por mí no cambia…, Salmo 138:8 (TLA). “… El Padre mismo los ama profundamente…”, Juan 16:27 (NTV). “… Yo te he amado… con un amor eterno. Con amor inagotable te acerqué a mí”, Jeremías 31:3 (NTV). “… Desde antes de crear el mundo Dios nos eligió… nos amó tanto que decidió enviar a Jesucristo para adoptarnos como hijos suyos… Dios hizo todo eso para que lo alabemos por su grande y maravilloso amor. Gracias a su amor, nos dio la salvación por medio de su amado Hijo”, Efesios 1:4-6 (TLA). El amor del SEÑOR permanece para siempre con los que le temen…”, Salmo 103:17 (NTV). El Señor es bueno con quienes creen en él…, Lamentaciones 3:25 (PDT). Él ama verdaderamente a su pueblo; todos sus santos están en sus manos”, Deuteronomio 33:3 (NTV). “Sabemos cuánto nos ama Dios porque hemos sentido ese amor y porque le creemos cuando nos dice que nos ama profundamente. Dios es amor, y el que vive en amor vive en Dios y Dios en él”, 1ª Juan 4:16 (NT-BAD). Tu amor inagotable durará para siempre; tu fidelidad es tan perdurable como los cielos”, Salmo 89:2 (NTV). “Dios mío, tu amor es tan grande que llega hasta el cielo; tan grande es tu bondad que llega hasta las nubes”, Salmo 36:5 (TLA). “Porque el Señor es bueno; su amor es eterno y su fidelidad no tiene fin”, Salmo 100:5 (DHH). “¡Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno! Su fiel amor perdura para siempre… Den gracias al Dios de dioses. Su fiel amor perdura para siempre. Den gracias al Señor de señores. Su fiel amor perdura para siempre. Den gracias al único que puede hacer milagros poderosos. Su fiel amor perdura para siempre. Den gracias al que hizo los cielos con tanta habilidad. Su fiel amor perdura para siempre… Den gracias al Dios del cielo. Su fiel amor perdura para siempre, Salmo 136:1-26 (NTV).
 
Dios tiene el poder suficiente para ayudarnos en cualquier situación. Además ha demostrado cuánto nos ama. ¿Qué resta hacer entonces? Creer. ¡El cielo solo responde cuando nosotros tenemos fe en Dios!