Pareceimposible, ¡hasta que comienzas a confiar en Dios!

Episode 103,   Jul 13, 2020, 10:09 AM

Pastor José Luis Cinalli
 12/7/2020
Parece imposible, ¡hasta que comienzas a confiar en Dios!
 
“La fe es la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos…”, Hebreos 11:1 (NTV).
 
¿Qué cualidades distinguen a un creyente maduro? ¿Sus dones? ¿Sus capacidades de liderazgo? ¿Su preparación académica? Nada de eso. Lo que hace que un creyente sea maduro espiritualmente es su carácter y su fe. La fe es el tema central de toda la Biblia y el punto de conexión entre Dios y el hombre. Veamos a continuación los principios escriturales de la fe:
 
1.     La fe tiene que estar dirigida a Dios. Las personas que al rayo del sol y con temperaturas que sobrepasan los cuarenta grados caminan kilómetros de rodillas llevándole a la difunda correa una botella de agua tienen fe, pero no en Dios. La gente dice: “hay que tener fe”. Pero la clave no es la fe sino la fe en Dios. La fe en sí misma no sirve para nada. Ni siquiera la fe en los milagros ayuda mucho. Jesús dijo: “Ustedes solo creen en Dios si ven señales y milagros”, Juan 4:48 (TLA). El problema de las personas cuya fe descansa en milagros es que dependen permanentemente de ellos para seguir creyendo. Se terminan los milagros y se les termina la fe. También existen personas cuya fe descansa en la Palabra de Dios. Pero tampoco alcanza. Tenemos cientos de promesas que Dios ha hecho a nuestro favor y sin embargo vivimos llenos de miedo. La clase de fe a la que hemos sido llamados a desarrollar es aquella que descansa en Dios: “… Tengan fe en Dios”, Marcos 11:22 (NTV). “... Asegúrense de que su fe sea solamente en Dios...”, Santiago 1:6 (NTV). Aprendamos la lección: ¡la salvación no proviene de la fe sino de la fe en Dios!
 
2.     La fe comienza cuando se escucha a Dios. Los discípulos de Jesús nacieron espiritualmente casi al mismo tiempo. Sin embargo unos progresaron más rápido que otros en el camino de la fe. Cuando Jesús decidió terminar su trabajo y redimir al mundo de sus pecados emprendió el viaje a Jerusalén. Mientras se acercaba a Samaria envió dos de sus discípulos a buscar hospedaje pero nadie quiso recibirlos. Entonces Santiago y Juan dijeron: “Señor, permítenos orar para que caiga fuego del cielo y destruya a todos los que viven aquí, Lucas 9:54 (TLA). Querían vengarse de los desconsiderados hoteleros y de toda la ciudad. ¿Y qué hizo Jesús? “… Se dio vuelta y los regañó, Lucas 9:55 (PDT). La reprimenda fue tan grave como la que reciben nuestros hijos cuando no quieren lavarse los dientes. Fue un reto tibiecito. En cambio, la amonestación que recibieron los demás discípulos el día en que no pudieron echar fuera un demonio fue muy diferente: “Jesús… dijo: “¡Partida de incrédulos! ¿Cuánto tiempo más tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos?...”, Marcos 9:19 (PDT). Destruir una ciudad entera solo por el acto descortés de unos pocos era mucho más grave que no poder ayudar a un niño. ¿Por qué entonces Jesús fue tan severo con los diez discípulos? ¡Por la falta de fe! ¡La incredulidad enoja a Dios, lo pone de ‘mal humor’! Santiago y Juan no tenían problemas con la fe. Tenían de sobra porque venían de un retiro espiritual en el que participaron Jesús, Elías y Moisés; la fe se les había disparado a las nubes, Lucas 9. ¡La fe comienza cuando escuchamos a Dios!
 
3.     La fe crece a medida que se conoce a Dios. Ser una persona de fe no es un suceso sino un proceso. No nos convertimos en creyentes maduros de la noche a la mañana. Se necesita más que un congreso y más que un curso de tres clases. La clave es conocer a Dios y tener tratos con Él. El que no conoce a Dios no puede confiar en Él: “¿Cómo van a confiar en él, si nada saben de él?”, Romanos 10:14 (TLA). Supongamos que estamos comprando una casa y el dueño nos dice: “firme aquí y no lea la letra del contrato; confíe en mí”. ¿Haríamos lo que nos pide? Por supuesto que no. ¿Y por qué no? Porque no le tenemos confianza. Lo mismo sucede con Dios. No confiamos en Él porque no lo conocemos. ¿No lo crees? Entonces dime: ¿a quién acudes cuando tienes un problema? A la persona de mayor confianza ¿verdad? ¿Y por qué no a Dios? ¿Acaso existe alguien más inteligente y poderoso que pueda ayudarte? Si Dios fuera una persona cercana, querida y amada acudiríamos a Él en primera instancia. Dios no es nuestra primera opción sencillamente porque no confiamos en Él. Y la confianza se logra a medida que lo vamos conociendo. Ahora bien, no se trata de conocer acerca de Dios sino a Dios mismo. Cuando los israelitas salieron de Egipto Dios los invitó a tener comunión con Él. Pero no quisieron y como consecuencia nunca creyeron en Dios. Conocer acerca de Dios no nos ayudará a tener más fe, menos aún el ver o experimentar milagros. Los israelitas vieron muchas maravillas cuando salieron de Egipto; sin embargo, tres meses después hicieron un becerro de oro (Éxodo 32) y lo adoraron. “Aunque vieron mi gloria y las maravillas que hice… ustedes se negaron a confiar…”, Números 14:22a (BAD) y Deuteronomio 1:32 (NTV). Y ¿por qué no confiaron en Dios? Porque no lo conocían. Aunque vivían en una atmósfera sobrenatural nunca cultivaron una relación personal con Dios. Si quieres que tu fe crezca necesitarás conocer a Dios y pasar más tiempo con Él.
 
4.     La fe funciona si Dios es la única opción. Dios no comparte su gloria con nadie. Si Dios es una opción en medio de un montón de posibilidades, no responderá. Es lo que sucedía con el pueblo de Israel. Dios ‘no les funcionaba’ porque no era el único Dios. Tenían a Baal, Astarté, Moloc, Quemos y a cientos de dioses cananeos. Adoraban a todos. Según ellos, más dioses representaban mayor protección. Lo mismo piensan muchas personas hoy en día: ¡todo ayuda! Y eso no es verdad. El profeta Samuel les dijo: “… Si ustedes se vuelven de todo corazón al Señor, deben echar fuera los dioses extranjeros… y dedicar sus vidas al Señor, rindiéndole culto solamente a él… Así que los israelitas se deshicieron de todas sus imágenes… y adoraron únicamente al SEÑOR”, 1º Samuel 7:3 (DHH) y 4 (NTV). La clave está en las palabras “solo” y “únicamente”. “Ustedes deben adorar únicamente a su Dios, y solo a él deben obedecerlo y serle fieles”, Deuteronomio 13:4 (TLA). Si Dios no es tu única opción ‘no te funcionará’.
 
5.     La fe tiene que verse. ¿Recuerdas la historia de aquellos que rompieron el techo, bajaron la camilla y pusieron al amigo paralítico frente a Jesús? La Biblia dice que Jesús lo sanó “al ver la fe de ellos”, Lucas 5:17-25. Jesús sanó al paralítico porque vio la fe. Sin fe no se obtiene nada de Dios. ¿Tienes una fe que Dios pueda ver? No es suficiente solo con pedir; no es suficiente solo con creer. Al igual que el paralítico, tienes que hacer algo para demostrar tu fe. Por ejemplo el que pide lluvia debería salir con el paraguas en la mano. Acercarse a Dios no es garantía de que Él te bendecirá. Seguramente había muchos enfermos en el lugar donde Jesús sanó al paralítico; pero nadie más fue sanado. ¿Y por qué no? Porque el Señor ‘no vio la fe’ de ellos. ¡Dios solo atiende a los que se acercan a Él con fe!
 
6.     La fe hace que las oraciones sean contestadas. ¡Solo recibes lo que pides con fe! “Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración”, Mateo 21:22 (PDT). No es para los que quieren sino para los que creen. La mujer con flujo de sangre creía que si tocaba el manto de Jesús sería sana, y lo fue, Mateo 9:20-22. Los ciegos creían que Jesús tenía el poder para devolverles la vista y fueron sanados, Mateo 9:27-30. Deben pedirle a Dios con fe… El que duda… no debe esperar nada del Señor…”, Santiago 1:6-7 (PDT). La fe es creer que algo pasará antes que pase, Hebreos 11:1. La fe es creer que tendrás lo que necesites aun cuando todavía no puedes verlo. Es el ejemplo de los leprosos curados en el camino. Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”, Lucas 17:14 (NVI). En Levítico 14 se nos dice que si una persona leprosa se creía sana debía ir al sacerdote para que lo comprobara y lo declarara sano. Los leprosos no fueron sanados al instante por lo que podrían haber pensado: “¿para qué vamos a ir a los sacerdotes si todavía estamos enfermos?”. Sin embargo, ellos le creyeron a Jesús y mientras iban fueron sanados. ¿Es tu confianza en Jesús tan grande como para creer que se cumplirá todo aquello que Jesús te prometió aun cuando todavía no haya sucedido? Lo que Dios promete, lo cumple. Lo que tienes que hacer es aguardar con paciencia y con fe. Tal vez estés a punto de renunciar al matrimonio, o de perder las esperanzas con un hijo en problemas o darte por vencido con una meta de toda tu vida. Los sueños de Dios para ti se cumplirán. Quizás tú no entiendas cómo podría ocurrir. Quizás piensas que has dejado pasar demasiadas oportunidades o creas que eres demasiado viejo o que no tengas lo contactos ni el dinero suficiente. Pero Dios tiene todo planeado. Él trabaja en lo secreto uniendo los hilos necesarios para que tu cumplas tu misión y tu destino. ¡Solo ten fe!