Cómo recibir y conservar una bendición 20/09/2020 #1110
Episode 113, Sep 21, 2020, 03:42 PM
José Luis Cinalli
20/9/2020
Cómo recibir y conservar una bendición
“… Dios le dijo a Josué: … nadie podrá derrotarte jamás, porque yo te ayudaré… Nunca te… abandonaré. Pero tú debes… obedecer siempre… Nunca dejes de leer el libro de la Ley; estúdialo… y ponlo en práctica, para que tengas éxito en todo lo que hagas…”, Josué 1:1-8 (TLA).
Las bendiciones se reciben por medio de la fe pero se conservan por medio de la obediencia. Dios le prometió a Josué éxito en todo siempre que obedeciera las instrucciones del libro de la ley: “Lo único que te pido es que… cumplas toda la ley… para que te vaya bien en todo lo que hagas”, Josué 1:7 (DHH). ¡La obediencia a Dios es el secreto de la verdadera prosperidad! “… Obedece… para que prosperes en todo lo que hagas”, Deuteronomio 29:9 (NTV). “Si obedeces al SEÑOR… vayas donde vayas y en todo lo que hagas, serás bendito… El SEÑOR te asegurará bendición en todo lo que hagas… y te dará prosperidad”, Deuteronomio 28:2-11 (NTV). Según las normas de este mundo el éxito se logra teniendo poder, riquezas, contactos, reconocimiento, influencia y gran capacidad de liderazgo. Pero nada de esto le dijo Dios a Josué. La estrategia para el éxito según Dios contradice estos criterios. ¡Solo nos irá bien en la vida si obedecemos a Dios! Si seguimos el consejo del Señor triunfaremos. Quizás no a la manera del mundo, pero sí a los ojos de Dios y eso es lo que realmente tiene valor.
Dios le dijo a Josué: “Nadie podrá derrotarte jamás, porque yo te ayudaré”, Josué 1:5 (TLA). Sin embargo tiempo después Josué y su ejército fueron aplastados por el insignificante reino de Hai, Josué 7:4. ¿Por qué no se cumplió la promesa del Señor? Porque desobedecieron. La promesa de protección estaba condicionada a la obediencia. Y como “…Israel desobedeció las instrucciones… del Señor” (Josué 7:1, NTV) fueron derrotados. “… Mi pueblo tiene el corazón terco y rebelde; se alejó y me abandonó… su maldad les ha privado de… maravillosas bendiciones; su pecado les ha robado todas… cosas buenas”, Jeremías 5:23-25 (NTV). “… ¿Por qué quebrantan el mandato del Señor? Fracasarán”, Números 14:41 (BNP). “Tú mismo te has buscado esta desgracia al rebelarte contra el SEÑOR… Tu perversidad traerá… castigo…”, Jeremías 2:17-19 (NTV). Sin fe las bendiciones no llegan y sin obediencia las bendiciones se pierden. ¡Y también Su presencia! “El SEÑOR estará con ustedes, siempre y cuando ustedes estén con él… si lo abandonan, él los abandonará”, 2º Crónicas 15:2 (NVI). “… Así dice… el Señor: “¿Por qué desobedecen mis mandamientos? De ese modo no prosperarán. Como me han abandonado, yo también los abandonaré”, 2º Crónicas 24:20 (NVI). Jesús dijo: “Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y… estaré siempre con ustedes…”, Mateo 28:20 (NTV y LPD). Dios estará con nosotros si le somos obedientes. Cuando Dios llamó a Moisés le aseguró que estaría con él: “Yo estaré contigo”, Éxodo 3:12 (NTV). Sin embargo, más adelante le dijo: “… Yo no los voy a acompañar…”, Éxodo 33:2-3 (PDT). A raíz de la desobediencia del pueblo Dios había decidido no acompañarlos; en su lugar enviaría un ángel. Cuando Dios llamó a Josué a hacerse cargo del liderazgo de la nación le prometió: “…Yo estaré contigo…”, Josué 1:5 (NTV). Sin embargo días después Dios le dijo: “No seguiré más con ustedes…”, Josué 7:12 (NTV). Cuando pecaron Dios amenazó con abandonarlos. ¿Lo ves? Dios estará con nosotros solo si somos obedientes.
Entonces, ¿qué cosa garantiza bendición y presencia? La obediencia a Dios. ¡Cuántas bendiciones perdemos por ser desobedientes! Quizás nuestro testimonio pueda ayudarte. Hubo un tiempo en que las cosas no marchaban bien. Había un devorador que consumía nuestras fuerzas físicas y energías espirituales; nos robaba la paz y quebrantaba nuestra economía. Vivíamos preocupados, atormentados y llenos de ansiedad. Presencias extrañas se paseaban a sus anchas por toda nuestra casa. Las noches eran interminables. Para ser libres de ese tormento lo intentamos todo. Rompimientos espirituales, recitación de fórmulas religiosas, cadenas de ayuno y oración. Pero nada daba resultado. ¿Y sabes por qué? Porque estábamos en desobediencia. No existe cosa alguna que sustituya a la obediencia. Si estás en pecado puedes orar, ayunar, servir y predicar todo el día y la maldición no se romperá. En aquel tiempo el Señor había sido muy claro: nos había pedido tiempo para estar con Él, pero nosotros estábamos muy ocupados en hacer cosas para Él de modo tal que no teníamos tiempo para desarrollar una relación de amistad. Pero esa excusa no sirvió. La prensa apretaba cada vez más hasta que un día decidimos obedecer. Cuando lo hicimos el devorador se fue y la bendición llegó. Las noches ya no fueron más atormentadoras. La salud se restableció y la economía se equilibró: “Si… obedecen mis mandatos… les daré paz… y podrán dormir sin temor alguno…”, Levítico 26:3-6 (NTV). “Puedes irte a dormir sin miedo; te acostarás y dormirás profundamente”, Proverbios 3:24 (NTV). Dios restauró el bienestar. Y la clave fue la obediencia: “Porque no basta escuchar la ley para que Dios nos restablezca en su amistad; es necesario cumplirla”, Romanos 2:13 (BLPH). Recuerda que Dios le pidió a Josué que leyera y estudiara el libro de la ley, pero no como un fin en sí mismo sino como un medio para conocer la voluntad de Dios y obedecerla: “Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita en él de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Sólo entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas”, Josué 1:8 (NTV). ¡No somos bendecidos por saber Biblia sino por obedecerla! Muchas personas están llenas de Biblia pero obedecen muy poco. Si el estudio de las Escrituras no nos hace más humildes, obedientes y dependientes de Dios es posible que nos volvamos orgullosos y empecemos a mirar a los demás con un aire de superioridad. “No es suficiente… oír el mensaje de Dios. Hay que obedecerlo. Si solo lo oyen, sin hacer lo que dice, se están engañando a sí mismos”, Santiago 1:22 (PDT). “… Bendito es todo el que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica”, Lucas 11:28 (NTV).
Volvamos al punto principal: las bendiciones se reciben por fe. Jesús dijo: “… Oren por cualquier cosa, y si creen, la recibirán…”, Marcos 11:24 (NT-BAD). No todas las personas que se acercaron a Jesús recibieron un milagro, solo las que tenían fe. Bartimeo fue sanado porque tuvo fe: “Tu fe te ha sanado…”, Marcos 10:52. Lo mismo sucedió con la mujer con flujo de sangre (Marcos 5:34) y con el ciego de Jericó, Lucas 18:42. La mujer que ungió los pies del Señor recibió perdón de sus pecados porque tuvo fe: “Tu fe te ha salvado…”, Lucas 7:50 (NTV). ¿Te das cuenta? Sin fe no existe bendición. ¡Y sin obediencia la bendición se pierde! ¿Te acuerdas del hombre enfermo junto al estanque de Betesda? Después de sanarlo Jesús le advirtió: “… No peques más o te pasará algo peor”, Juan 5:14 (PDT). ¡La desobediencia nos hace perder milagros! Los israelitas perdieron la tierra prometida por desobedientes: “… Ayudaste a nuestros antepasados a conquistar reinos y naciones… Entraron y tomaron posesión de la tierra... Sin embargo, a pesar de todo esto, fueron desobedientes… Así que los entregaste en manos de sus enemigos… Por eso, hoy somos esclavos… y pasamos por mucho sufrimiento”, Nehemías 9:22-37 (NTV).
Veamos ahora el ejemplo del rey Ezequías: “Ezequías… obedeció… todos los mandatos que el Señor le había dado a Moisés. Por eso el SEÑOR estaba con él, y Ezequías tuvo éxito en todo lo que hizo”, 2ª Reyes 18:5-7 (NTV). El éxito de Ezequías incluía bendición económica y haber sido sanado de una enfermedad incurable, 2º Crónicas 32:24-29. Sin embargo “a pesar del beneficio que había recibido, Ezequías no fue agradecido, sino que se llenó de orgullo, por lo cual el Señor se enojó con él… y decidió castigarlo”, 2º Crónicas 32:25 (DHH y TLA). Ezequías recibió una gran bendición pero después la perdió. ¿Por qué? Porque desobedeció. ¿Te faltan recursos escriturales? Veamos entonces a la mujer adúltera de Juan 8. Los religiosos la llevaron ante Jesús y le preguntaron qué hacer porque según Moisés debían apedrearla. Jesús les dijo que cumplieran la ley y que el primero en arrojar la piedra sea el que esté sin pecado. La mala conciencia los destrozó a todos y se fueron dejando a Jesús solo con la mujer: “… ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó? Ni uno, Señor —dijo ella. —Yo tampoco —le dijo Jesús —. Vete y no peques más”, Juan 8:10-11 (NTV). Jesús le dio un regalo muy valioso: su perdón. Pero ella debía conservarlo obedeciendo a Dios. Las evidencias bíblicas sobran. Si queremos ser bendecidos debemos tener fe y obedecer a Dios. Todo se reduce a una sola cosa: ¡obedecer para conservar la bendición!