Parábola del juez injusto 15/11/2020 #1118

Episode 121,   Nov 19, 2020, 03:15 PM

Pastor José Luis Cinalli
15/11/2020
Parábola del juez injusto
 
“… Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles que siempre debían orar y nunca darse por vencidos. Había un juez… que no tenía temor de Dios ni se preocupaba por la gente. Una viuda… acudía… para decirle: “Hágame justicia…”. ... El juez no le hizo caso, hasta que finalmente se dijo a sí mismo: “… Me ocuparé de que reciba justicia, ¡porque me está agotando con sus constantes peticiones!”. Entonces el Señor dijo: “Aprendan una lección de este juez injusto. Si hasta él dio un veredicto justo al final, ¿acaso no creen que Dios hará justicia a su pueblo… que clama a él día y noche?... Les digo ¡pronto les hará justicia!”, Lucas 18:1-8 (NTV).
 
El punto central de esta parábola es la oración perseverante. El deseo de Jesús es que seamos incansables en la oración: “… Orar siempre y no cansarse nunca, Lucas 18:1 (SA). Y en este punto es donde fallamos todos los creyentes. No oramos con perseverancia y por eso muchas de nuestras oraciones no son contestadas. La Biblia dice: “Nunca dejen de orar”, 1ª Tesalonicenses 5:17 (NTV). “Perseveren en la oración”, Romanos 12:12 (NVI). “Sean constantes en la oración, quédense velando…”, Colosenses 4:2 (BLA). Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo… Velen… y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca…”, Efesios 6:18 (BLA). ¡Cómo nos cuesta perseverar! Tiramos la toalla demasiado rápido. No persistimos en los asuntos espirituales y eternos. No somos constantes en aquello que más beneficio nos trae. ¿Y por qué no? Porque somos impacientes. Queremos que Dios responda nuestras oraciones de inmediato. ¿Y por qué el Señor suele demorarse en contestar nuestras oraciones? Por las siguientes razones:
 
1.     Enseñarnos paciencia. “Si deseamos algo que todavía no tenemos, debemos esperar con paciencia y confianza, Romanos 8:25 (NTV). ¡Cuántas bendiciones perdemos por no esperar el tiempo de Dios! Saúl perdió el trono y Moisés la tierra prometida a causa de la impaciencia. Piénsalo de esta manera. Si realmente algo es importante vale la pena esperar. La gente aguarda semanas para obtener una entrevista con un gobernante o un profesional reconocido, mientras que nosotros no queremos esperar a Dios. Nuestra impaciencia demuestra cuán poco estimamos a Dios y su bendición. Si realmente valoras la voluntad de Dios para tu vida aprende a esperar: Espera con paciencia al SEÑOR… sí, espera al SEÑOR con paciencia, Salmo 27:14 (NTV).
 
2.     Fortalecer nuestra fe. “Dios le dijo a Abraham: “tendrás muchos descendientes”. Y, contra toda esperanza, creyó a Dios… Mantuvo firme su fe en la promesa de Dios sin dudar jamás. Cada día su fe se hacía más fuerte, y así él daba honra a Dios”, Romanos 4:18-20 (PDT). El secreto del pasaje está en la última parte: “cada día su fe se hacía más fuerte…”. Cuando esperamos en Dios todo el mundo sale beneficiado. Nuestra fe se fortalece y Dios se lleva toda la gloria.
 
3.     Valorar la bendición recibida. Cuando la bendición llega tan pronto como la pedimos solemos no valorarla. Pero qué diferente es nuestra actitud cuando llega después de largas vigilias de lucha y oración. Las personas suelen buscar a Dios cuando tienen problemas, pero una vez resueltos se olvidan de Él. Da pena pensar en la cantidad de creyentes que un día brillaron espiritualmente y hoy en día miran a Jesús de lejos como Pedro en la noche del arresto. Son creyentes de verano. Cristianos de una sola temporada. Ungidos y llenos de pasión un día, pero deslucidos y apagados al siguiente. ¿Qué sucedió con ellos? Aflojaron en la oración. Descuidaron la comunión con el Señor. Y cuando eso sucede se corre el peligro de extraviarse del camino del Señor. ¿Dónde está hoy en día el espíritu indomable de perseverancia que tenía aquella viuda inoportuna? ¿Dónde están los que como ella no se rinden antes las dificultades y golpean insistentemente a las puertas del cielo hasta recibir la bendición? 
 
4.     Darnos una bendición más grande. Cuando Lázaro enfermó sus hermanas mandaron un mensajero a Jesús para que viniera a curarlo, pero Él se demoró a propósito dos días más, Juan 11:1-6. A simple vista parecía una grosería pero al final todos se dieron cuenta que la demora había sido una bendición extra: fortaleció la fe de la familia y muchos reconocieron a Jesús como el Mesías. Algunas personas no pueden esperar para iniciar una relación amorosa, fundar una familia, emprender un negocio o comenzar un ministerio. Entonces se conforman con menos de lo que Dios tenía para ellos. ¿Es ese tu caso? Si aprendes a esperar el tiempo de Dios seguramente la bendición será completa y te traerá felicidad.
 
Existe una razón más por la que Dios podría demorarse en contestar nuestras oraciones: la desobediencia. “Dios rechaza las oraciones de los que no lo obedecen”, Proverbios 28:9 (TLA). “Sus pecados han hecho que Dios se tape los oídos y no quiera escucharlos”, Isaías 59:2 (TLA). ¡Cuando hay pecado la oración no funciona! Saúl es nuestro mejor ejemplo. Durante todo el tiempo en que fue desobediente a Dios sus oraciones no fueron escuchadas, 1º Samuel 28:5-7. Evaluemos cuanto antes nuestras vidas. Quizás la bendición esté bloqueada a causa de un pecado no confesado ni juzgado.
 
Volvamos al pasaje bíblico. En la parábola encontramos a un juez y a una viuda. El juez no teme a nadie. Es anti Dios y anti gente. Tampoco le importa hacer justicia. La viuda por su parte no tiene a nadie que la represente. No cuenta con poder, influencia, dinero ni contactos. La única estrategia que tiene es la perseverancia. Es constante en pedir justicia. No acepta un ‘no’ como respuesta. Se mantiene tocando a la puerta del juez hasta recibir lo que pide. Y finalmente el juez le hace justicia. Si las súplicas constantes pudieron ‘ablandar’ a un juez sin compasión y sin escrúpulos, ¡cuánto más Dios será movido por las peticiones incesantes de sus amados hijos! Dios no hará con nosotros como el juez hizo con la viuda. Dios no le falla a ninguno de sus hijos por ningún motivo. Aunque a veces pensamos que a Dios no le importamos. Pero eso no es verdad. Servimos a un Dios que sí nos escucha y que sí nos tiene en cuenta. Él ha prometido reivindicarnos de nuestras injusticias, pero para eso debemos insistir con determinación firme en la oración. El juez injusto tardó en responder porque era indiferente a la necesidad pero Dios no lo es. Y si en todo caso se tardare es solo para nuestro beneficio. La tardanza solo nos traerá más bendición.
 
Cuando hablamos de orar con perseverancia nos referimos a tener comunión con Dios. No hablamos de la oración como un rito sino como una relación. No basta solo con creer en Dios. El diablo también cree. Lo que importa es una relación íntima, personal y de amor siempre creciente con el Señor. Cuando la Biblia habla de orar día y noche no es en sentido literal porque eso sería imposible. Lo que debemos hacer es estar en comunión con Dios de manera permanente. Podemos orar mientras trabajamos, caminamos o hacemos las compras. Aunque también es necesario un tiempo a solas todos los días para escuchar la voz de Dios: Busquen al SEÑOR…, búsquenlo continuamente”, 1º Crónicas 16:11 (NTV). Buscar al Señor significa dos cosas: buscar su presencia, es decir, buscar a Dios antes que sus cosas, y orar hasta recibir su respuesta: “Si sigues tocando a la puerta el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas… Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden...”, Lucas 11:8-9 (NTV). “… Orar con perseverancia… hasta que la respuesta llegue, Lucas 18:1 (NT-BAD). Ahora bien, seamos fieles al contexto de todas las Escrituras. Orar hasta que la respuesta llegue no significa que vamos a obtener siempre lo que pedimos. Con frecuencia el padre le niega a su hijo lo que le pide, especialmente cuando sabe que aquello que pide le va hacer más mal que bien. Así es Dios. Ninguno de nosotros sabe qué nos espera en el futuro. Pero Dios sí lo sabe. Cuidado con insistir en pedirle a Dios algo que no está en su voluntad para nuestras vidas porque con frecuencia el Señor concede ese tipo de oraciones. El pueblo estaba determinado a tener rey aunque Dios les había advertido claramente que eso les traería mucho sufrimiento. Pero ellos insistieron y Dios les concedió lo que pedían. ¿Y cómo terminó la historia? El pueblo sufrió por no seguir el consejo de Dios.
 
La clave para recibir una bendición es la fe manifestada en la oración perseverante. Prevalecer en oración delante de Dios no es para timoratos. El fervor y la constancia arrebatan bendiciones. No te rindas ante los problemas, ríndete a los pies del Señor. Que tu lema sea: ¡prohibido rendirme, confío en Dios y sigo adelante! La lección de la parábola de la viuda inoportuna es una sola: ¡hay que orar hasta que la oración sea contestada! Y solo los que prevalecen delante de Dios se llevan la bendición. ¿Serás uno de ellos?