Parábola del sembrador 6/12/2020 #1121
Episode 124, Dec 14, 2020, 03:39 PM
Pastor José Luis Cinalli
6/12/2020
Parábola del sembrador
“El sembrador salió a sembrar… parte de la semilla cayó junto al camino; y… las aves… la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto porque no tenía profundidad… y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos… y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra… ¡y produjeron una cosecha que fue treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado! … El que tenga oídos para oír, que escuche…”, Mateo 13:3-8a (RV) y 8b-9 (NTV).
En tiempos bíblicos era común que el sembrador cargara una bolsa de semillas al hombro y saliera a sembrar. Arrojaba puñados al viento esperando que a su tiempo germinaran. El sembrador representa a todo aquel que esparce las buenas noticias del evangelio. La semilla es la Palabra de Dios que tiene vida y poder en sí misma, tanto que puede transformar a una persona, 1ª Pedro 1:23. Finalmente, el suelo donde se siembra la semilla representa el corazón de las personas. Existen cuatro clases de corazones:
1) Corazón duro. Es la semilla que cae junto al camino, Mateo 13:4. El camino hace referencia a las franjas de tierra que separaban los campos y por donde la gente caminaba. Ese suelo era duro y seco, por lo tanto las semillas no penetraban y los pájaros (el diablo o sus trabajadores) se las comían. ¿Qué es lo que endurece el corazón? El pecado. El pecado endurece al corazón y el corazón que se endurece peca aún más. Pero cuidado porque el corazón no se endurece de un momento para otro. Todo comienza cuando uno resiste la verdad del evangelio, Romanos 1:19. Ese rechazo trae confusión espiritual, degradación (Romanos 1:23-24) y termina en el pecado más grosero, Romanos 1:32. ¿Cómo se identifica a una persona de corazón duro? “Puedes identificarlos por su fruto, es decir, por la manera en que se comportan”, Mateo 7:16 (NTV). La persona de corazón duro es indiferente a las cosas espirituales o escucha la Palabra de Dios regularmente, pero no la obedece. Cuántas personas así frecuentan las iglesias cristianas. No producen ningún fruto para Dios y la culpa no es del sembrador ni tampoco de la semilla. ¿Eres una persona de corazón duro? No te engañes creyendo que tu salvación está asegurada porque concurres a una iglesia, te congregas o escuchas la Palabra de Dios. Si no la obedeces produciendo frutos para Dios no te sirve de nada. ¡Cuidado!, porque el diablo está vigilando para aprovecharse de cualquier mala condición de nuestro corazón y arrebatar la preciosa semilla del evangelio. He descubierto que el diablo está presente en cada culto. Siempre dispuesto a arrebatar la preciosa semilla sembrada en el corazón de las personas. Y tiene éxito porque la gente no aprecia ni cuida ese tesoro. En lugar de meditar en la Palabra escuchada salen rápidamente del templo y se meten de lleno en las actividades cotidianas. Cuida con tu propia vida el tesoro que se te ha confiado.
2) Corazón superficial. Es la semilla que cae en suelo pedregoso, Mateo 13:5. La semilla se hunde en la tierra pero solo un poquito. Brota rápidamente pero también se marchita rápidamente. La planta muere antes de dar frutos. ¿Por qué? Porque no tiene raíces: “El terreno pedregoso… simboliza el corazón del hombre que escucha el mensaje y lo recibe con gozo, pero no hay profundidad en su experiencia… luego, cuando aparecen los problemas… el entusiasmo se le desvanece y se aparta de Dios”, Mateo 13:20-21 (NT-BAD). Advierte la expresión: “no hay profundidad en su experiencia”. ¿A qué se refiere? A la experiencia de conocer a Dios. Existe solo una cosa que hará que los creyentes perseveren en el camino de la fe. ¿Milagros? No. ¿Capacitación teológica? Tampoco. Solo una relación de amor siempre creciente con Dios garantiza solidez a nuestra fe. Seguramente has visto creyentes sirviendo a Dios con toda pasión, pero después de un tiempo se desvanecen y terminan en la nada. ¿Qué sucedió? Descuidaron el lugar secreto. La semilla sembrada creció explosivamente pero sin raíces. Creció rápido pero rápido también murió. ¿Eres un creyente de corazón superficial?
3) El corazón ahogado. Ahogado por las cosas: “El terreno lleno de espinos es el corazón del que escucha el mensaje, pero se afana tanto en esta vida que el amor al dinero ahoga en él la Palabra de Dios, y cada vez trabaja menos para el Señor”, Mateo 13:22 (NT-BAD). Por más cuidado que pongamos al sembrar parte crecerá con malas hierbas y, si no se las controla desde el principio, tienen el potencial de ahogar la buena semilla. Ese es el mayor problema de los creyentes. La buena semilla germina en un corazón con malas hierbas. Y ¿cuáles son esas hierbas malas? “El afán de este siglo y el engaño de las riquezas” (Mateo 13:22), “las codicias de otras cosas” (Marcos 4:19) y “los placeres de la vida”, Lucas 8:14. El tercer oyente no tiene el corazón endurecido del primero ni tampoco demasiado blanco como el del segundo, pero sí tiene el corazón dividido. Está demasiado ocupado con las cosas de este mundo. Su deseo de abrirse un camino al éxito y prosperar en medio de los mortales lo domina. ¡Cuántos creyentes de corazón dividido existen! Entiéndase bien, no está mal tener bienes y querer prosperar. Lo que está mal es caer en el engaño de las riquezas, ya que prometen mucho más de lo que te pueden dar. Lo perverso del deseo desmedido de riquezas es que no terminan con la vida espiritual de un solo golpe. Es un proceso lento. Las riquezas crecen de manera paulatina y también el deseo de tener más. Lentamente van desplazando la vida del espíritu. Menos tiempo de oración, menos tiempo para el servicio y, ¡zas…! Cuando menos te das cuenta la vida espiritual está muerta. Cuidado si estás en ese camino y cuidado con aceptar la mentira del diablo que necesitas asegurar tu futuro antes de considerar servir a Dios. Jesús se refirió a esta clase de personas cuando contó la historia del hombre que tuvo que derribar sus graneros y hacer otro más grande para guardar su cosecha. Jesús le dijo: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”, Lucas 12:20.
4) El corazón convertido. Representa al corazón abierto que recibe la Palabra de Dios, como la buena tierra recibe la semilla. Según Jesús existen tres niveles de productividad en el que cree. Algunos producen frutos al 100 por uno, otros al 60 y finalmente al 30. Pero no existe una persona de corazón convertido que produzca frutos a cero. Todo creyente produce algún fruto. ¿Y si no produce fruto? No es creyente, no está convertido. Por eso Jesús dijo que se lo corta y se lo quema, Mateo 3:10.
Afiancemos algunas lecciones encontradas en esta parábola: a) Cuando se siembra la Palabra de Dios no existe una respuesta multitudinaria. No todos van a recibirla. b) No subestimemos los enemigos de la siembra. El enemigo del oyente de corazón duro fue Satanás representado por las aves. El enemigo del oyente de corazón superficial fue la carne. El enemigo del oyente de corazón ahogado fue el mundo. Son muchos los enemigos de la siembra. Pero ánimo porque Jesús aseguró que siempre habrá semillas que caerán en buena tierra. Nuestra responsabilidad es sembrar el evangelio esperando con paciencia y con fe la anhelada cosecha. Siempre existirá la tentación de emplear un método que despierte una mejor respuesta en la gente. Seremos empujados a decir cosas que la gente quiera escuchar o a entregarles un mensaje que acaricie su ego. En lugar de eso, prediquemos el evangelio puro del Señor. Sembremos Su Palabra y no pidamos disculpas por hacerlo. Dejemos a Dios el resultado. Tengamos paciencia si no vemos rápidamente el fruto de nuestro trabajo porque al final la semilla germinará: “Las lágrimas que derramamos cuando sembramos la semilla se volverán cantos de alegría cuando cosechemos…”, Salmo 126:5 (TLA). c) El corazón convertido se identifica por sus frutos. De todos los oyentes de la parábola dos dieron una respuesta aparentemente positiva a Jesús y al evangelio. Las semillas sembradas en el oyente de corazón superficial y en el de corazón ahogado germinaron pero murieron al poco tiempo. El final fue el mismo para ellos que para el primer oyente, cuyo corazón era indiferente a las cosas espirituales. ¿Qué significa esto? ¿Puede una persona que ha tenido cierta experiencia espiritual con Dios en el pasado estar perdida? Eso es lo que parece. Muchas personas se aferran al hecho de que nacieron en un hogar cristiano o que hicieron una oración cuando eran niños o que experimentaron a Dios hace años y creen que por eso tienen la salvación asegurada. Piensan que son creyentes salvados caminos del cielo mientras está ‘sucios’ espiritualmente y viven como mundanos. Cuidado con la complacencia espiritual. Tenemos que tener la seguridad de que pertenecemos a la categoría de los oyentes de corazón convertido. Y eso se prueba con los frutos. La prueba de la salvación no es oír la palabra ni siquiera responder emocionalmente a ella. La prueba es el fruto. Si no hay fruto no hay vida. Y sin vida el hombre perece para siempre. ¿Qué clase de oyente eres? ¿Está endurecido tu corazón? ¿Eres una persona de corazón superficial? ¿Eres un creyente de corazón dividido o verdaderamente eres un creyente de corazón abierto? Déjate conquistar por Dios y su Palabra y no correrás el peligro de aferrarte a una experiencia insegura de salvación que podría condenarte a las llamas del infierno. “Examínense a ustedes mismos y pónganse a prueba para ver si están firmes en su fe”, 2ª Corintios 13:5 (PDT).