El trigo y la cizaña: llamados a pescar en el estanque y no a limpiarlo 3/1/2021 #1125
Episode 128, Jan 11, 2021, 12:02 PM
Pastor José Luis Cinalli
3/1/2021
el trigo y la cizaña: llamados a pescar en el estanque y no a limpiarlo
“Uno… sembró, en su terreno… buenas semillas de trigo. Mientras… dormían, llegó su enemigo y… sembró… cizaña… Cuando las semillas de trigo produjeron espigas., los trabajadores se dieron cuenta de que también había crecido cizaña. Entonces fueron… al dueño… y… el dueño les dijo: “Esto lo hizo mi enemigo”. Los trabajadores le preguntaron: “¿Quieres que vayamos a arrancar la mala hierba?”. El dueño les dijo: “¡No!... dejen que… crezcan juntas. Cuando llegue… la cosecha… enviaré… para que arranquen… la cizaña… y la quemen. Luego recogerán el trigo y lo llevarán a mi granero”, Mateo 13:24-30 (TLA).
La parábola no es difícil de entender. Existen dos sembradores que siembran dos clases de semillas en el mismo campo. Los creyentes son la buena semilla sembrada por Dios en el campo que es el mundo mientras que los hijos del maligno son la mala semilla sembrada por el diablo, Mateo 13:38-39. En su segunda venida el Señor levantará la cosecha y “separará a los buenos de los malos. A los buenos los pondrá a salvo, pero a los malos los echará en un fuego que nunca se apaga”, Mateo 3:12 (TLA). Veamos ahora algunas lecciones espirituales encontradas en esta parábola:
1) El diablo es enemigo de Dios pero también de todos los creyentes, Lucas 10:19. El deber que tenemos de predicar el evangelio no implica que debamos ser amigos de los enemigos de Dios: “… El que establece amistad con los enemigos de Dios… se convierte en enemigo de Dios”, Santiago 4:4 (NT-BAD). David entendía perfectamente este principio espiritual. Él dijo: “Tus enemigos son también mis enemigos”, Salmo 139:22 (PDT). Y luego expresó: “Soy amigo de todos los que te honran…”, Salmo 119:63 (RVC). Recuérdalo: ¡las alianzas con los enemigos del Señor arruinarán tu vida espiritual!
2) Dios no es el padre de todos. En el mundo solo existen dos familias espirituales: la de Dios y la del diablo. Los huérfanos espirituales no existen. El que no es hijo de Dios, es del diablo. Ahora bien, ya que sí o sí pertenecemos a una de estas dos familias la pregunta es a cuál. En este punto existe mucha confusión porque los hijos del diablo hacen las mismas cosas que los hijos de Dios: sirven, predican, oran, leen la Biblia y se congregan. La única diferencia está en la relación que una persona tenga con el pecado. El apóstol Juan dijo: “Uno puede saber quién es hijo de Dios y quién es hijo del diablo. El que vive en pecado… demuestra no pertenecer a la familia de Dios”, 1ª Juan 3:10 (NT-BAD). “El que practica el pecado es del diablo…”, 1ª Juan 3:8 (NVI). La gente se desalienta al ver a ‘creyentes’ hacer cosas malas. Pero, ¿por qué la sorpresa? El hecho de que una persona diga creer en Dios no la convierte en su hijo. Si una persona hace lo malo es hijo del diablo aunque sea el líder principal de la iglesia o sea mundialmente reconocido. ¿Qué relación tienes con el pecado? ¿Es tu amigo o tu enemigo?
3) El bien y el mal están mezclados en todas partes. El diablo siembra sus hijos en el mismo terreno donde Dios sembró los suyos: “El mismo Satanás se disfraza como ángel de luz, así que no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia”, 2ª Corintios 11:14-15. Es un hecho: los hijos de las tinieblas están mezclados con los hijos de la luz: “Los enemigos de Cristo estaban entre nosotros pero… no eran de los nuestros…”, 1ª Juan 2:19 (PDT). Aceptemos la idea de que la iglesia no es un lugar totalmente puro. Buenos y malos, hijos de Dios e hijos del diablo conviven en la misma comunidad de fe. Y seguirá siendo así hasta el día en que Jesucristo regrese. Que nadie se desanime. Aunque no exista la iglesia perfecta y la maldad no pueda ser desarraigada totalmente, es nuestro deber procurar la santidad y crearle a Dios un ambiente espiritual donde pueda sentirse honrado. Ahora bien, ¿por qué razón el diablo mezcla creyentes falsos entre los verdaderos? Para arruinar la buena semilla. Cuando el Señor dijo que el diablo había venido para “... hurtar, matar y destruir…” (Juan 10:10) se estaba refiriendo en primer lugar a la vida espiritual. Él busca devorar nuestra relación con Dios: “… Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho… buscando a quién devorar”, 1ª Pedro 5:8 (NTV). El diablo sabe perfectamente que si logra poner una cuña en nuestra relación con Dios todo sufrirá. ¡El bien más preciado que tenemos es la amistad con Dios! ¡No la descuidemos!
4) Lo bueno siempre tendrá oposición. ¿Por qué razón Dios permite que el diablo siembre sus hijos entre los creyentes? Para darnos la oportunidad de predicarles de Cristo. Si Jesús “no ha venido todavía es porque nos está concediendo tiempo para que proclamemos el mensaje de salvación al mundo entero”, 2ª Pedro 3:15 (NT-BAD). Es nuestro deber hacerles saber a los hijos del diablo que pueden dejar de serlo. Existe una vía de escape. Existe la posibilidad de escapar de las garras del infierno. Y nosotros los creyentes conocemos ese salvoconducto. Pero mucho cuidado porque el mensaje que tenemos para ellos incluye a Cristo. La presión de este mundo secularizado hizo que la iglesia se dedicara a proclamar las enseñanzas de Jesús sin su autoridad. No es lo mismo decir “robar está mal” a decir “robar está mal porque Dios lo ha dicho”. Si decimos que la castidad es buena sin mencionar a Dios entonces es solo una opinión personal tan válida como decir que la fidelidad atenta contra el bienestar matrimonial. Una cosa es debatir por horas acerca de la necesidad de tener una ley para matar niños y otra muy diferente es decir “no la queremos porque atenta contra el plan de Dios para la familia”. Sin la autoridad de Cristo la humanidad solo compara ideas y la moralidad se convierte en un asunto de opinión. Nuestra postura para la defensa de la vida intrauterina, la pureza, la fidelidad matrimonial y la familia heterosexual es una sola: es la voluntad de Dios y punto. El error cada vez más frecuente de los creyentes es enseñar valores y principios cristianos disociándolos de Cristo. Satanás no está en contra de las normas morales. Él está en contra de Jesucristo. Ignorar a Dios en nuestro mensaje sería fatal porque ningún ser humano se salva siendo mejor. Se salva si Dios lo puede gobernar. Un evangelio que busca mejorar al hombre sin la autoridad de Cristo es del diablo. Un hombre puede ser íntegro durante toda su vida pero si no reconoce el señorío de Cristo se va al infierno. El diablo lo sabe muy bien por eso trabaja full time para que los creyentes aceptemos el concepto universal que Dios solo debe ser mencionado en el templo o en la casa. No se puede separar el nombre de Cristo de sus principios. Es un error creer que podemos ser reformados con las enseñanzas del Señor, sin el Señor de las enseñanzas.
5) Los hijos de Dios deben preocuparse por sembrar y no por arrancar la cizaña. Qué ansiosos estaban los siervos de la parábola para deshacerse de la cizaña. Pero el dueño no se los permitió. No quiso que arrancaran la mala semilla. Parece extraño porque la mayoría de los creyentes hemos aceptado la idea de que fuimos llamados a mejorar este mundo erradicando la maldad. Pero en ningún lugar de las Escrituras existe algo parecido. Nuestro llamado es a predicar la Palabra no a cambiar el mundo: “…Le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes”, Hechos 1:8 (NTV). Reformar moralmente el mundo en el que vivimos y purgar todos los males de esta sociedad no es nuestro llamado. Impedir que leyes anti Dios sean promulgadas no es nuestra prioridad. Jesús dijo que dejemos las cosas como están y que nos dediquemos a sembrar. Fuimos llamados a pescar en el estanque, no a limpiarlo. Entiéndase bien. No está mal intervenir e involucrarnos positivamente en la sociedad. Pero ese no debe ser nuestro enfoque. Es cierto que nos exaspera ver cómo crece el trigo falso. Es cierto que nos molesta ver la influencia negativa de la maldad a nuestro alrededor. Pero tranquilos. Hagamos lo que Dios nos pidió y dejemos que la cizaña crezca. A su debido tiempo el Señor se encargará de ella.
La iglesia corre un doble riesgo. Por un lado, obsesionarse con la idea de limpiar la maldad dedicando tiempo y esfuerzo en cambiar leyes anticristianas o impedir que otras sean promulgadas o, corremos el riesgo de dedicarnos únicamente a la acción social. Nos olvidamos demasiado pronto que nuestra razón de ser es predicar a Cristo. ¿Por qué hacemos lo que Dios no nos pidió hacer? La iglesia tiene el deber de imitar a Cristo (1ª Juan 2:6) predicando el evangelio. Jesús dijo: “… Debo predicar la Buena Noticia del reino de Dios… porque para eso fui enviado”, Lucas 4:43 (NTV). Y luego agregó: “Vayan por todo el mundo y proclamen mi Evangelio a toda criatura”, Marcos 16:15 (NT Pesh). Hagamos todo el bien que podamos, pero sin olvidarnos de que la prioridad es predicar el evangelio de Jesucristo. Tengamos presente que el tesoro más importante es la relación con Dios y nuestro llamado principal es a predicar el evangelio del Señor; por lo tanto no descuidemos la comunión con Dios ni dejemos de predicar su Palabra. Que nuestro lema sea: por una vida de intimidad y servicio a Dios.