Parábola de los labradores malvados 7/2/2021 #1130

Episode 133,   Feb 10, 2021, 03:08 PM

Pastor José Luis Cinalli
7/2/2021
Parábola de los labradores malvados
 
“El dueño de un terreno sembró una viña… la alquiló… y se fue de viaje. Cuando llegó el tiempo de la cosecha… envió a… pedir la parte… que le correspondía. Pero los que alquilaron… trataron mal a los sirvientes. A uno… lo golpearon, a otro lo mataron, y a otro le tiraron piedras… Finalmente, el dueño envió a su hijo… Pero… los hombres agarraron al muchacho… y lo mataron. Cuando venga el dueño de la viña, ¿qué piensan… que hará con esos hombres? Ellos contestaron: “El dueño matará sin compasión a esos malvados. Luego les alquilará la viña a otros… que le entreguen la parte de la cosecha que le corresponde”. Jesús les dijo: … Les aseguro que Dios les quitará a ustedes el derecho de pertenecer a su reino, y se lo dará a los que lo obedecen en todo…”, Mateo 21:33-43 (TLA).
 
El propietario de una viña permitió que los inquilinos trabajaran su tierra con la condición de que le devolvieran parte del fruto cosechado. Aunque los labradores de la viña aceptaron los términos del contrato nunca lo cumplieron. Se negaron a darle los frutos que le correspondía por derecho. El dueño les ofreció varias oportunidades para que reconsideraran la decisión. Envió mensajeros y sirvientes pero ellos los insultaron y maltrataron, incluso mataron a su propio hijo. La intención manifiesta de los labradores era quedarse no solo con los frutos sino también con la viña. Lo que no tuvieron en cuenta es que el dueño todavía vivía y que finalmente se vengaría de ellos: “… Los… destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo”, Mateo 21:41.
 
Ahora bien, el dueño de la viña es Dios; el hijo es Jesús; los siervos enviados son los profetas; la viña representa a la nación de Israel y los labradores malvados eran los líderes judíos. Fueron ellos los que maltrataron a los siervos. Jezabel injurió a Elías y mató a un gran número de profetas, 1º Reyes 18:4. El rey Acab encarceló a Micaías, 1ª Reyes 22:27. El rey Asa metió en el cepo al profeta Hanani, 2º Crónicas 16:10. Jeremías fue azotado, Jeremías 20:2. Isaías fue aserrado según cuenta la tradición judía. El rey Joás mató a pedradas al profeta Zacarías, 2º Crónicas 24:21. Juan el Bautista fue decapitado por Herodes (Mateo 14:3-4) y los apóstoles fueron martirizados, Hechos 5:40. “Otros fueron torturados… Algunos fueron ridiculizados y sus espaldas fueron laceradas con látigos; otros fueron encadenados en prisiones. Algunos murieron apedreados, a otros los cortaron por la mitad con una sierra y a otros los mataron a espada…”, Hebreos 11:35-37 (NTV). Jesús no solo repasa la historia recordándoles lo mal que se comportaron en el pasado, sino que profetiza acerca de lo que le harán a sus siervos en el futuro: “Les enviaré profetas… Ustedes matarán a unos de ellos y a otros los colgarán en la cruz… A otros los golpearán… y los perseguirán de pueblo en pueblo”, Mateo 23:34 (PDT). Si ‘el pueblo escogido por Dios’ hizo lo que hizo, ¿imagina lo que harán los enemigos del Señor con su iglesia hoy en día? Si somos fieles a Dios y a su causa no podemos esperar una recepción calurosa de parte de este mundo impío o de los impíos que profesan el cristianismo. Por naturaleza el hombre es enemigo de Dios, Romanos 5:10. Y esa hostilidad se evidencia en el lenguaje: “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz…?”, Éxodo 5:2. “¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos?...”, Job 21:15. La voluntad de los pecadores perversos se opone a la de Dios. Lo que Dios quiere, ellos lo odian. Lo que Dios odia, ellos lo desean. No quieren ser gobernados por Dios: “¡Rompamos las cadenas! —gritan—, ¡y liberémonos de ser esclavos de Dios!”, Salmo 2:3 (NTV). Los enemigos del Señor se oponen a su voluntad, maltratan a sus enviados, procuran frustrar su obra y están siempre listos para ‘herirlo’ estropeando todo aquello que lleva su imagen en este planeta. Son tan virulentos en su odio a Dios, que no tienen reparo en deshacerse de todo aquello que lo representa. En lugar de amar a Dios lo odian con todo su corazón, con todas sus fuerzas y con toda su mente y, odian al prójimo como a sí mismos. Según William Taylor la parábola contiene tres grandes lecciones:
 
1)    Nuestro mayor privilegio: ¡ser parte del reino de Dios! “Dios nos rescató del poder de la oscuridad y nos hizo entrar al reino de su Hijo amado…, Colosenses 1:13 (PDT). Dios cumplió su palabra y arrendó su ‘viña’ a otros labradores, esto es a la iglesia “el nuevo pueblo de Dios”, Gálatas 6:16 (NTV). Formamos parte del reino de su Hijo amado desde el mismo momento en que nacemos de nuevo: “Si una persona no nace de nuevo no podrá ver el reino de Dios”, Juan 3:3 (TLA). “No basta nacer físicamente. Uno tiene que nacer espiritualmente… si es que desea entrar al reino de Dios”, Juan 3:5 (NT-BAD). Entonces, si para entrar al reino de su Hijo amado tenemos que nacer del Espíritu la pregunta es: ¿cómo? El apóstol Juan lo explica: Los que creyeron en él y lo recibieron… Ellos nacen de nuevo… por medio de un nacimiento que proviene de Dios”, Juan 1:12-13 (NTV). El proceso del nuevo nacimiento o conversión tiene lugar cuando la Palabra de Dios es sembrada en el corazón de una persona produciendo fe en Cristo, arrepentimiento para el perdón de los pecados y obtención de la vida eterna. Por tal motivo es crucial oír la palabra de Dios (Romanos 10:17); creer y confesar a Cristo como el Hijo de Dios (Juan 3:16 y Romanos 10:9-10); arrepentirnos de nuestros pecados (Lucas 13:5) y obedecer a Dios, Mateo 7:21. Ahora bien, “¿cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?”, Romanos 10:14. Existe una urgente e imperiosa necesidad de predicar el evangelio para que las personas puedan creer en Cristo y formar parte de su reino. Además de evitar el castigo eterno esas personas son muy bendecidas aquí en la tierra porque disfrutan de la paz con Dios y la paz de Dios.   
 
2)    Nuestro mayor pecado: ¡rechazar el reino de Dios! El que rechaza a Cristo rechaza también su reino. Ese Cristo que rechazan es la persona elegida por Dios para traerles salvación y vida eterna. El que rechaza a Cristo será condenado por Él: “Sométanse al hijo de Dios, no sea que se enoje y sean destruidos… porque su ira se enciende en un instante. ¡Pero qué alegría para todos los que se refugian en él!”, Salmo 2:12 (NTV). Advierte lo que le hicieron a los enviados del dueño de la viña. Al primer siervo lo golpearon (Lucas 20:10); al segundo lo golpearon y lo hirieron (Lucas 20:11) y al hijo lo mataron, Lucas 20:15. La maldad es progresiva. Cuidémonos del primer paso hacia el mal. Cada avance adicional en el pecado será más fácil que el paso previo.
 
3)    Nuestra mayor condenación: ¡castigados por el mismo Cristo que decidimos rechazar! “… Cuando el Señor Jesús aparezca desde el cielo… traerá juicio sobre los que… se niegan a obedecerSerán castigados con destrucción eterna, separados para siempre del Señor y de su glorioso poder”, 2ª Tesalonicenses 1:7-9 (NTV). Tarde o temprano todos tendremos que dar cuenta de lo que se nos ha confiado. Los labradores creyeron que se saldrían con la suya al matar al hijo del dueño de la viña. ¡Qué locura olvidar que el padre vive y que ciertamente se vengará! A veces da la sensación de que la maldad va a prevalecer, pero no se puede escapar al juicio de Dios. No se puede vivir dándole la espalda a Dios indefinidamente. Nadie se burla de Dios sin sufrir las consecuencias. “El que tropiece con la Roca de la verdad se hará pedazos; y al que la piedra le caiga encima quedará pulverizado”, Mateo 21:44 (NT-BAD). Con esta metáfora el Señor enseña que una piedra puede afectar a la gente de diferentes maneras, dependiendo de cómo se relacionen con ella. Lo ideal es edificar sobre la piedra que es Cristo, pero muchos pueden tropezar con ella. Y en el juicio final esa piedra los aplastará.
 
Una breve reflexión final. El dueño podría haberse vengado de los labradores de su viña ante la primera señal de rebelión, pero no lo hizo. Les dio una oportunidad tras otra. La conducta del señor de la viña representa la forma en la que Dios actúa con el hombre. Es paciente esperando que demos frutos; de lo contrario nos quita el privilegio de servirlo. ¡Nos reemplaza por otro! Una persona llega a su más bajo nivel cuando deja de ser útil a Dios. En segundo lugar, es paciente con las personas pecadoras esperando que acepten su Hijo, su reino y la oferta que les hace de vida eterna: “… Dios tiene paciencia… porque él no quiere que nadie muera, sino que todos vuelvan a obedecerle, 2ª Pedro 3:9 (TLA). Pero su paciencia tiene un límite. En algún momento la gracia da lugar al juicio. Y nadie sabe cuándo será ese día: “Fíjense en lo bueno que es Dios, pero también tomen en cuenta que Dios es muy estricto… con los que han pecado, pero ha sido bueno con ustedes. Y seguirá siéndolo, si ustedes le son agradecidos y se portan bien. De lo contrario, también a ustedes los rechazará”, Romanos 11:22 (TLA). ¿Alcanzas a comprender cuál podría ser tu final si sigues en la postura de rechazar a Cristo? La decisión más importante y la más perentoria de tu vida es decidir qué harás con el ‘hijo del dueño de la viña’. El Cristo que ahora te ofrece salvación y vida eterna es el que te juzgará en el futuro. Si no lo quieres tener ahora como Salvador, en el día de la gracia; lo tendrás como juez el día en que estés ante su trono, en el juicio final. Tu destino eterno depende de la decisión que tomes.