Lo que Dios promete, Dios lo cumple 16/05/21 #1144

Episode 147,   May 17, 2021, 12:07 PM

Pastor José Luis Cinalli
16/05/21
 
Lo que Dios promete, Dios lo cumple
 
“… Un rey… hizo un banquete de bodas para su hijo. Envió… a llamar a los que habían sido invitados… pero no quisieron venir. De nuevo envió otros siervos… pero ellos no hicieron caso… Entonces el rey se enfureció y… dijo a sus siervos: “… Vayan… a las salidas de los caminos, inviten… a cuantos encuentren… y el salón de bodas se llenó de invitados. Pero cuando el rey entró a ver a los invitados, vio allí a uno que no estaba vestido con traje de boda, y le dijo: “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin traje de boda?”. Pero el hombre se quedó callado. El rey entonces dijo a los sirvientes: “Atenle las manos y los pies, y échenlo a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes, Mateo 22:2-13 (NBLH).
 
La parábola no es difícil de interpretar. El rey que ofrece una fiesta es Dios. Jesús es su hijo, las bodas son las del Cordero y los invitados que no aceptan acudir al banquete son los judíos: Vino a los de su propio pueblo, y… ellos lo rechazaron…, Juan 1:11 (NTV). Veamos de cerca los distintos elementos de la parábola:
 
1)    Las bodas del Cordero. Las bodas del Cordero es uno de los últimos acontecimientos proféticos de la escatología bíblica, Apocalipsis 19:9. Los contrayentes serán Cristo y la iglesia compuesta por pecadores arrepentidos, lavados por la sangre de Jesús y regenerados por el Espíritu Santo: Te haré mi esposa para siempre…”, Oseas 2:19 (NTV). “… Tu nuevo nombre será… ‘la esposa de Dios’, porque el SEÑOR… te reclamará como su esposa, Isaías 62:4 (NTV). Ahora bien, nuestro deber es estar preparados para cuando el novio divino aparezca: “Sean como una novia ya comprometida para casarse, que le es fiel a su novio y se mantiene pura para él, 2ª Corintios 11:2 (TLA). La buena noticia es que el rey ha invitado a todo el mundo a su fiesta. Él quiere que todos estemos en ese gran acontecimiento. La única condición será vestir el traje de bodas. Es condición esencial, ya que la persona que se atrevió a llegar al banquete sin estar vestido para la ocasión fue arrojada al infierno. El traje de bodas representa el nuevo hombre, la nueva naturaleza. Es estar revestidos de Cristo: “Ahora somos hijos de Dios por la fe en Jesucristo y… estamos revestidos de Él, Gálatas 3:26-27 (NT-BAD). Pablo dijo: “…Revístanse de la nueva naturaleza. Sean… santos y buenos. Dejen la mentira… no cometan el pecado de dar lugar al resentimiento… Dejen… el enojo… Si alguno roba, no lo haga más; al contrario, trabaje honradamente… Nunca empleen lenguaje sucio. Hablen solo de lo que sea bueno, edificante y de bendición… No entristezcan al Espíritu Santo por la manera en que viven… Arrojen de ustedes las amarguras, los enojos y la ira. Las disputas, los insultos y el odio no han de hallar cabida en sus vidas. Sean bondadosos… compasivos, perdonándose las faltas…”, Efesios 4:24-32 (NT-BAD).
 
2)    La invitación del Rey. “Y envió a sus siervos a llamar a los que habían sido invitados a las bodas, pero no quisieron venir. De nuevo envió otros siervos, diciéndoles: “… vengan a las bodas”, Mateo 22:3-4 (NBLH). Las personas fueron invitadas tres veces. La primera vez solicitando la asistencia. La segunda y la tercera informándoles que la fiesta estaba a punto de comenzar. Todos había aceptado la invitación del rey. Todos habían dado su palabra y se habían comprometido a asistir, pero después no lo hicieron. La cancelación de sus compromisos resultó ser una ofensa muy grave para el Rey. Dios es un Dios de pactos y promesas. El nunca rompe una y espera que nosotros hagamos lo mismo: “Si le haces una promesa a Dios, no te tardes en cumplirla, porque a Dios no le gusta la gente… que no cumple, Eclesiastés 5:4 (TLA). ¿Eres una persona de palabra? ¿Cumples las promesas que haces? ¿Puede Dios contigo como seguramente se lo has prometido muchas veces? Hagamos nuestras las palabras del salmista: “Cumpliré… las promesas que le hice al Señor”, Salmo 116:14 (PDT). 
 
3)    Las excusas de los invitados. “Todos… comenzaron a disculparse. El primero… dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo…”. Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos…”, Lucas 14:18-19 (NVI). Las excusas presentadas por los invitados eran insignificantes y superficiales. ¿Quién compra un campo sin verlo? Por otra parte, si deseaba volver a verlo podría hacerlo en cualquier momento. El individuo que dijo que tenía que probar los animales era un mentiroso. Si hubiera dudado acerca de la excelencia de los animales no los hubiera comprado. Y si ya eran de él podía probarlos en otro momento. En definitiva: los invitados no fueron a la fiesta porque no quisieron. Y no querían porque eran rebeldes. No olvidemos que eran súbditos del rey y le debían obediencia. Las excusas que las personas presentan hoy en día para no aceptar gratuitamente la salvación que Dios les ofrece no son nada comparado con el grado de beligerancia con el que tratan a Dios. No quieren saber nada de Él y están empeñados en borrar su nombre de la faz de la tierra. Y ese es el pecado que los condena. ¿Y qué decir de los cristianos? Las excusas que ofrecemos para no servir a Dios son burlescas y pueriles. Por supuesto que debemos ser responsables con nuestras obligaciones terrenales, pero eso no significa que tengamos que olvidarnos de Dios. Generalmente no son cosas malas las que nos impiden servir a Dios sino las buenas. Las cosas buenas nos roban el tiempo y socavan las energías que se necesitan para las cosas espirituales. Nos ocupamos tanto en los asuntos de este tiempo que nos olvidamos de los que son eternos. Nos preocupamos demasiado por las cosas que se ven que nos olvidamos de las que no se ven. No vaya a ser que, ocupados en ganarnos la vida honradamente no nos demos cuenta de que realmente la estamos perdiendo: “¡Tengan cuidado! No pasen el tiempo… en las muchas cosas que esta vida les ofrece. Porque el fin del mundo podría sorprenderlos en cualquier momento”, Lucas 21:34 (TLA). Jesús dijo que existen malas hierbas que ahogan la palabra de Dios en nuestros corazones: “El afán de este siglo y el engaño de las riquezas” (Mateo 13:22), “las codicias de otras cosas” (Marcos 4:19) y “los placeres de la vida”, Lucas 8:14. No olvides que la vida eterna es más importante que la vida presente.
 
4)    La bondad del rey. Es cierto que los primeros invitados fueron destruidos pero eso ocurrió después de que el rey les tuviera una paciencia casi sin límites. El rey no estaba obligado a repetir su invitación tantas veces. Pero lo hizo. La paciencia de Dios es una señal de bondad no de debilidad. El hecho de que Dios no ajuste cuentas de inmediato no significa que apruebe lo malo que hacen: “¿No ves que ha estado aguardando sin castigarte para darte tiempo de apartarte de tus pecados? El propósito de su magnanimidad es guiarte al arrepentimiento”, Romanos 2:4 (NT-BAD). “Dios… tiene mucha paciencia… para que se arrepientan de su maldad”, Romanos 2:4 (TLA). Dios es paciente pero un día dejará de serlo. Un día la gracia dará lugar al juicio y los que lo rechazaron serán juzgados y condenados: Castigados con destrucción eterna, separados para siempre del Señor…, 2ª Tesalonicenses 1:9 (NTV). No desperdiciemos la oportunidad que Dios nos brinda para obtener la salvación mediante la fe en su Hijo Jesucristo. El gran día de las bodas del Cordero se acerca y seremos parte de esa fiesta si estamos vestidos apropiadamente para la ocasión, y ese vestido es Cristo. Por otra parte el rey mostró bondad por la clase de personas a quienes terminó invitando a las bodas: “Ve enseguida a las calles y… trae a cenar a los pobres, a los tullidos, a los ciegos y a los cojos”, Lucas 14:21 (TLA). El rey invitó a personas descartadas por la sociedad. Gente que no merecía la atención del rey. Gente a quién nadie hubiera invitado a una fiesta. Esto nos recuerda la parábola de los obreros de la viña. El dueño de la viña contrató a obreros inservibles a las cinco de tarde. Lo que este mundo descarta, Dios lo toma. Lo que el mundo desecha, Dios lo recoge, 1ª Corintios 1:27-28.
 
Nosotros somos los obreros de la última hora y también los últimos invitados a las bodas del Cordero. Invitados por ‘descarte’ ya que los primeros en ser invitados no aceptaron. ¿No crees que deberíamos desbordar de gratitud? ¿No crees que deberíamos ser generosos en nuestra adoración? ¿De qué otra manera estaríamos nosotros en esa fiesta? ¿Imaginaste alguna vez estar comiendo a la mesa del Rey de Reyes? Personas de descarte y sin ningún título honorable invitados a participar de las bodas del Hijo del Rey. Un día atrás vagabundeábamos por las calles de la vida como pordioseros viviendo de las sobras de los demás, y al día siguiente estamos sentados junto al Rey disfrutando la comida del palacio. ¡Viva el Rey! ¡Viva el Rey y larga vida al Hijo! ¡Viva el Rey, larga vida al Hijo y a su amada novia!”.  
 
Una reflexión final. ¿Qué les sucedió a quienes rechazaron la invitación del rey? Sufrieron un castigo doble. Fueron castigados y además perdieron el gozo que hubieran recibido si hubieran participado de la fiesta. Asimismo los que rechazan a Cristo reciben doble castigo: sufren tormento eterno en el infierno y padecen remordimiento recordando el gozo que perdieron por no estar con Cristo en el hogar celestial. Haz las paces con Dios y éste no será tu destino eterno.