Enamórate y permanece enamorado 9/7/2021

Episode 162,   Jul 18, 2021, 01:08 PM

Pastora Silvia Cinalli
9/7/2021
Enamórate y permanece enamorado
La ley de los detalles: ¡el buen matrimonio se nutre de las cosas pequeñas! - 
Parte VIII
 
“El hombre debe satisfacer a su mujer en todo lo que ella necesita como esposa. De la misma manera, la mujer con su esposo”, 1ª Corintios 7:3 (PDT).
 ¿Es posible un amor para toda la vida, que sobreviva el tiempo, las dificultades, los cambios, la vejez y las carencias? Claro que sí. Respeta las leyes espirituales para el buen funcionamiento del matrimonio y lo tendrás. Ya hemos estudiamos seis de esas leyes. Veamos ahora la ley de los detalles. El éxito de un matrimonio no se mide solamente por su duración. El número de años de casados de una pareja no nos dice mucho acerca de ella. Pueden llevar treinta años de sufrimiento o treinta de felicidad. Alguien dijo “mi matrimonio fue tan corto como cinco minutos”. Todos creyeron que se refería a lo feliz que había sido hasta que dijo: “cinco minutos, pero debajo del agua”. Al final, no son los años en tu matrimonio los que cuentan sino cómo los viviste. Dios no quiere que el matrimonio sea una zona de conflicto sino un Edén, un lugar de confort y deleite. Y para eso es necesario que los esposos sepan regalarse felicidad el uno al otro. Y la felicidad está en los detalles. Son las pequeñas acciones las que enriquecen o desgastan el matrimonio. Una experiencia extramatrimonial puede ser tan devastadora como las palabras denigrantes, todos los días a lo largo de los años. Por eso es vital descubrir y suplir las necesidades emocionales de la pareja. Y eso no es tan fácil como parece porque lo que suele ser importante para la mujer no lo es para el hombre. Descubramos entonces cuáles son esas necesidades emocionales que deben ser suplidas con pequeños detalles:

Lo que ellas necesitan
1)    Afecto. “… Dando honor a la mujer como a vaso más frágil…”, 1ª Pedro 3:7. “… Cada uno viva con su esposa y trátela con entendimiento”, 1ª Pedro 3:7 (NTV). Para el hombre afecto siempre o casi siempre significa intimidad sexual, pero para la mujer significa conversación, atenciones y palabras dulces. Tú puedes hacer sentir a tu esposa como una princesa solo con un ramito de flores, una cena romántica, un mensajito cariñoso, un beso o una mini luna de miel. Existen miles de formas para decir: “te amo”. Abrirle la puerta, traerle un vaso de agua o simplemente acompañarla a hacer las compras ‘derrite’ a una mujer. Eso sí, cuando salgas de shopping no te quedes afuera mirando el celular. Entra al local y observa cómo le queda la ropa que se está probando. Interésate y ella se sentirá amada. ¿Has pensado en tomar nota de las medidas de su cuerpo para sorprenderla con un regalo espontáneo? ¿Has pensado en abrazarla sin que ella te lo pida? No menoscabes el poder de las pequeñas cosas. ¡Aún no se ha descubierto un lugar más bello que estar en brazos de quien se ama!
2)    Atención. “Has cautivado mi corazón, tesoro mío, esposa mía. Lo tienes como rehén con una sola mirada de tus ojos, con una sola joya de tu collar”, Cantares 4:9 (NTV). Ella necesita que él le hable. A las mujeres les encanta charlar. Pero cuidado, el hecho de que una mujer le cuente a su esposo sus problemas no significa que espera que él se los resuelva. Las mujeres encuentran alivio solo con hablar acerca de los problemas. Si quieres mantener la llama del amor encendida debes dedicarle tiempo de calidad a tu esposa y expresarle afecto. En el noviazgo las mujeres generalmente se enamoran como resultado del tiempo que pasan intercambiando charlas y afectos. ¡Y siguen enamoradas de los hombres que continúan satisfaciendo esa necesidad! El problema es que las conversaciones fantásticas del noviazgo decaen a su nivel más bajo en el matrimonio y así también decaen las expectativas que la mujer tiene del matrimonio. Finalmente, todo termina en desilusión y frustración. ¡Perfecciónate en el arte de la conversación y serás irresistible para tu esposa!
3)    Buen trato. “Maridos, ame cada uno a su esposa y nunca la trate con aspereza”, Colosenses 3:19 (NTV). Ella necesita qué él la bendiga. Nada, excepto la infidelidad, destruye tantos matrimonios como el maltrato verbal: “El que habla sin pensar hiere como un cuchillo, pero el que habla sabiamente sabe sanar la herida”, Proverbios 12:18 (TLA). Las palabras tienen el potencial de sanar o de herir, fortalecer o debilitar una relación. Las palabras mal usadas acaban con el respeto y hacen perder la admiración. El maltrato verbal duele y mucho. No hay razón válida para gritar, insultar y golpear con las palabras. En su lugar emplea frecuentemente expresiones del tipo: “lo siento”, “tenías razón”, “por favor”, “perdóname”. No serán el todo, pero puede significar un buen comienzo.
4)    Honestidad. “Hagas el mal o hagas el bien, los únicos afectados serán tus semejantes”, Job 35:8 (NVI). Ella necesita que él no le mienta. Sin honestidad el matrimonio se tambalea. Honestidad significa nada que esconder. Una esposa se siente segura cuando sabe que su esposo no le oculta asuntos importantes ni secundarios. Muchos esposos son una caja de ‘sorpresas’. Esconden todo y sus esposas saben mucho poco. Ni siquiera saben cuánto ganan por mes o cuántas deudas tienen. En vez de crecer con él, ella crece lejos de él. A veces los hombres no le dicen la verdad a sus esposas ‘para protegerlas’. En realidad, menosprecian sus capacidades para lidiar con los problemas. También existen personas que defienden el concepto de ‘privacidad’. Eso significa que el cónyuge no conozca cuáles son tus contraseñas del home banking o de tu tarjeta, de tu teléfono o redes sociales. Eso es muy peligroso porque cuando protegemos nuestra privacidad nos hacemos menos transparentes. En nuestro matrimonio no existen secretos y nadie ‘vive en privado’. No hay nada que esconder y no debe haberlo. Ese tipo de franqueza es indispensable para la salud del matrimonio. ¡La honestidad es el mejor seguro del matrimonio!

5)  Apoyo económico. “Ella es fuerte y llena de energía y es muy trabajadora. Se asegura de que sus negocios tengan ganancias…”, Proverbios 31:17-18ª (NTV). Aunque parezca mentira son pocas las mujeres que se casan con la idea de ser mantenidas por sus esposos. Ellas suelen aceptar con solicitud el ayudar en el sostén de la familia, siempre y cuando él también lo haga. Muchos esposos ‘cazan pajaritos’ mientras sus esposas se desloman trabajando de sol a sol. Un matrimonio así tiene fecha de vencimiento. También es común que la mujer se muestre disponible en ayudar económicamente hasta que su marido cumpla el sueño de tener un título o finalizar alguna capacitación, pero ni bien alcanza la meta espera que él salga a trabajar. “Si alguno no mantiene a su familia, particularmente a los de su propio hogar, niega la fe y es peor que el que no cree”, 1ª Timoteo 5:8 (PDT).  

Esposo. Recuerda que tu esposa habla como una forma de acercarse a ti y no necesariamente para obtener un consejo. Ella no pide una solución, sino atención y comprensión. En otras palabras, quiere ser escuchada y no ‘arreglada’. La próxima vez que tu esposa comience a charlar, no la interrumpas para darle consejos. ¡Simplemente escúchala! En segundo lugar sé diligente en suplir las necesidades emocionales de atención y afecto. Una mujer valora los pequeños detalles de la misma manera que los grandes esfuerzos. Llama a casa para decirle que estás pensando en ella. Dile siempre que la amas. Avísale si vas a llegar tarde. Apaga la televisión cuando quiera hacerte algún comentario. Dale un cumplido cuando vuelva de la peluquería. Y algo muy importante; lava los platos y saca la basura. ¡Un hombre que cocina atrae pero si también lava los platos, enamora!

Lo que ellos necesitan

1.   Una esposa que lo bendiga. “¿Quién podrá encontrar una esposa virtuosa y capaz? Es más preciosa que los rubíes. Su marido puede confiar en ella, y ella le enriquecerá en gran manera la vida. Esa mujer le hace bien y no mal, todos los días de su vida”, Proverbios 31:10-12 (NTV).
2.     Plenitud sexual. “Tu amor me deleita, tesoro mío, esposa mía… Tú eres mi jardín privado, tesoro mío, esposa mía, un manantial apartado, una fuente escondida”, Cantares 4:10-12 (NTV). El primer aspecto importante para el hombre es la intimidad sexual. Por regla general, la mujer entiende amor con la palabra tiempo, caricias, regalos y gestos tiernos; en cambio, el hombre, sustituye la palabra amor con el vocablo intimidad sexual. Así como los hombres no entienden acerca de la necesidad de afecto que tienen sus esposas, ellas no entienden acerca de las necesidades sexuales de sus esposos. No se debe menospreciar este aspecto en un matrimonio cristiano. La intimidad sexual une a los cónyuges en todos los órdenes: físicamente, pero también emocional y espiritualmente. Menospreciar las necesidades sexuales del esposo podría precipitar crisis mayores.  
3.     Actividad recreativa. Los esposos desean compartir actividades recreativas con sus esposas. Las mujeres suelen interesarse en las actividades que son del interés de los hombres cuando son novios. Cuando están casados la mujer suele empujar a su esposo a las actividades que a ella le gusta y, si no logra ‘adaptar sus gustos’ deja que su esposo sigan con sus intereses personales pero sin ella. El consejo es el siguiente: ¡desarrollen actividades que sean del interés de ambos y que ambos disfruten! Encuentren pasatiempos que les gusten compartir. Salir a navegar, tomar sol en la playa o pescar. Y por qué no salir a caminar o hacer trekking. Sé para tu cónyuge la compañía favorita. Tu esposo se sentirá seguro y disfrutará de esos tiempos de relajación. Estas pequeñas cosas enriquecen la relación y pueden salvar la relación de aventuras extramatrimoniales. ¡Una pareja que juega unida, permanece unida!
4.     Paz en el hogar. “Una esposa que busca pleitos es tan molesta como una gotera continua en un día de lluvia”, Proverbios 27:15 (NTV). “Es mejor vivir solo en un rincón de la azotea que en una casa preciosa con una esposa que busca pleitos”, Proverbios 21:9 (NTV). Muchos esposos con quienes nos hemos entrevistados nos han dicho que se sentirían felices si tan solo encontraran paz cuando llegan a sus casas, después de una extenuante jornada laboral. Muchos de ellos ni siquiera mencionaron como necesidad encontrar una esposa dispuesta o una buena cena. ¡Quieren paz! Muchas esposas son incisivas, celosas, siempre desconfiadas. Otras están amargadas y se tornan controladoras, critican y fastidian. Usan el sexo como un arma de castigo. Son emocionalmente impredecibles. Tienen la capacidad de transformar el hogar en una zona de guerra donde el conflicto es permanente. Ella es fuente de constante irritación. Mujer estamos seguros de que si algo de esto fuera verdad no te darías cuenta. Reflexiona. Pregúntale a tu esposo cómo mejorar el ambiente familiar. Cómo ser una compañía con la que tu esposo desee estar. Edifica un ambiente emocional seguro y armónico al que tu esposo desee regresar todos los días.
5.     Respeto y admiración. “La mujer ejemplar hace de su marido un rey, pero la mala esposa lo destruye por completo”, Proverbio 12:4 (DHH). Las mujeres suelen idealizar al hombre cuando son novios. Ellos son los mejores del mundo y tienen expectativas muy altas respecto al futuro. Pero cuando llegan al matrimonio el esposo ya no es todo lo que ella pensaba y deja de admirarlo. No lo admira, por lo tanto no lo afirma. Ella empieza a creer que él está para más y que no hace lo suficiente para crecer en su profesión o en su carrera. Lo considera perezoso, haragán. El hombre necesita que su esposa aprecie lo que él hace, que aprecie el esfuerzo de cada día. Es bien sabido que la baja autoestima de muchas personas nace en el hogar. Nunca se sintió apoyado ni valorado y, lo que es peor, tampoco lo sienten ahora. Por ello, más allá de las experiencias infantiles y del trato que en el pasado haya recibido, tú puedes forjar una autoestima saludable en tu esposo. Las palabras de respeto son como una suave y dulce brisa que acaricia, mientras que las críticas incisivas son como un viento helado en un cuerpo desnudo. Hieren, duelen y penetran profundo, hasta los huesos.

Mujer. Honra, admira, halaga, reconoce y celebra a tu esposo. Mientras la crítica causa que los hombres se pongan a la defensiva, la admiración los energiza y motiva. Sé la fanática más entusiasta de tu marido. Su confianza depende y mucho de tu apoyo. Evita la crítica despiadada. Míralo con orgullo, no por obligación, sino por el profundo respeto que sientes hacia el hombre que elegiste para casarte. Además acompáñalo en las actividades recreativas. No es cuestión de renunciar a todos los placeres de la vida pero sí reemplazar alguno de tus viejos pasatiempos por otros que puedas compartir junto a tu esposo. Por último: los hombres suelen ser visuales y desean que sus esposas sean atractivas. Por tal motivo: ¡no escatimes en tu presupuesto para lencería!

Para recordar. El secreto para que el matrimonio prevalezca es éste: ¡Él, ella y Dios! “Cordón de tres dobleces no se rompe fácil”, Eclesiastés 4:12. Si Dios va delante de ustedes, van camino a un matrimonio bendecido. Que el amor sea de Dios, con Dios y para Dios. ¿Qué es lo que resta hacer ahora que sabemos cuáles son las leyes espirituales para un buen matrimonio? Obedecerlas: “Ahora que saben estas cosas, Dios los bendecirá por hacerlas”, Juan 13:17 (NTV).