A quién votar 5/9/2021 #1160

Episode 171,   Sep 05, 2021, 11:52 PM

Pastor José Luis Cinalli
5/9/2021
A quién votar

“Exhorto… que se hagan… oraciones… por todos los hombres… Se debe orar por los que gobiernan… para que podamos gozar de una vida… donde sea posible adorar y respetar a Dios. Esto es bueno y agrada a Dios... quien quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad”, 1ª Timoteo 2:1-4 (LBLA; DHH 2002 y PDT).

¿Qué criterio utiliza la gente para elegir a los gobernantes? Algunos votan al candidato de su partido preferido sin importar quién sea. Otros, en cambio, eligen teniendo en cuenta el carácter, la vida moral y la integridad de la persona. Y no son pocos los que deciden seducidos por las promesas electorales del candidato. Algunos politólogos famosos dicen que las cualidades esenciales que debe reunir un candidato son: amar lo que hace y tener confianza en sí mismo; ser valiente, sensible a las necesidades de la gente, buen comunicador y poseer sentido del humor. Ahora bien, ¿qué dice la Biblia? ¿Existe alguna orientación en las Escrituras a la hora de elegir? Claro que sí. Para Dios, quienes aspiran a ser gobierno deben reunir dos cualidades importantes. Pero antes de saber cuáles son descubramos juntos el secreto de un buen gobierno.  

“Exhorto… que se hagan… oraciones”, 1ª Timoteo 2:1 (LBLA). El primer deber del cristiano es orar. Orar, ¿por quién? “Por todos los hombres”, 1ª Timoteo 2:1 (LBLA). ¿Para qué? Para que “sean salvos”, 1ª Timoteo 2:4. Ahora bien, para que una persona sea salva debe primero escuchar el evangelio y para eso alguien debe predicárselo: “Todos los que invoquen el nombre del Señor, alcanzarán la salvación. Pero ¿cómo van a invocarlo, si no han creído en él? ¿Y cómo van a creer… si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír, si no hay quien les anuncie el mensaje?, Romanos 10:13-14 (DHH). Ahora bien, el evangelio puede no ser anunciado por dos razones: la iglesia no cumple con su rol evangelístico y misionero o, el estado impide que lo hagamos. Entonces, la culpa de que Cristo no sea conocido es compartida.

No es una novedad decir que la iglesia está siendo ‘haragana’ en su responsabilidad de ser atalaya en este mundo oscuro, pero también es cierto que existen cada vez más restricciones para predicar el evangelio. La iglesia ya no cuenta con la libertad suficiente para compartir abiertamente la fe. En el colegio y en la facultad ya no se puede hablar de Dios y tampoco en sitios públicos. Incluso más, aun pagando el espacio televisivo, el mensaje suele ser censurado en algunos puntos. Sin embargo, a menos que las personas conozcan toda la verdad no podrán beneficiarse de las bendiciones compradas por Cristo en la cruz. El evangelio debe ser predicado y aceptado en su totalidad. El deseo de Dios es que todos sean salvos pero para eso es necesario que “lleguen a conocer la verdad”, 1ª Timoteo 2:4. Y el conocimiento de la verdad solo se obtiene mediante la predicación del evangelio. Por lo tanto, Dios desea que el evangelio se predique a todos los hombres. Y para eso el gobierno juega un papel fundamental. El buen gobierno facilita la misión de la iglesia proporcionando un clima para que el evangelio pueda ser anunciado sin impedimentos. En cambio, un mal gobierno impide que los creyentes proclamen su fe públicamente. En definitiva, un mal gobierno no permite que Cristo sea conocido y que la gente se salve. ¿Qué clase de gobierno tenemos?

Entonces, Dios exhorta a todos los creyentes a orar para que todos los hombres sean salvos. Y también nos ordena orar “por los que gobiernan”, 1ª Timoteo 2:2 (DHH 2002). Pero, ¿quién está obedeciendo esta orden? Estamos dispuestos a orar por los niños, los enfermos y las familias. Oramos por la iglesia, las misiones y los inconversos, ¡pero no por el gobierno! Y, ¿por qué no? ¿Será porque estamos resignados? Probablemente. Algunos ya no tienen esperanza, especialmente aquellas personas que han escuchado muchas promesas electorales que nunca se cumplieron. Aquí se aplica muy bien el dicho popular: ‘el que se quemó con leche, ve la vaca y llora’. ¿Recuerdas algunas de estas frases que se hicieron famosas? “Con nosotros pobreza 0, desocupación 0 y corrupción 0”. “Tenemos que dejar de robar por dos años”. Por supuesto, nadie siguió el consejo de Luis Barrionuevo. “Felices Pascuas, la casa está en orden”. “Síganme, no los voy a defraudar”. “La Argentina está condenada al éxito”. “El que apuesta al dólar pierde’. “El que depositó en dólares recibirá en dólares”. Después de todo lo que se dijo y se hizo es razonable que la gente esté descreída. Pero ánimo. No perdamos las esperanzas. Pongamos nuestra confianza en Dios y oremos. Porque esa es la voluntad de Dios: ¡que oremos para que tengamos un buen gobierno!

¿Cuáles son las características de un buen gobierno? Para algunos lo que importa es que haya trabajo y educación. Para otros, lo esencial es la justicia social y la igualdad de derechos. Y, ¿para Dios? ¿Qué sería un buen gobierno? Aquel que permite a los creyentes adorar a Dios y compartir su fe abiertamente y sin impedimentos. Es el gobierno que permite “que podamos gozar de una vida… donde sea posible adorar y respetar a Dios, 1ª Timoteo 2:2 (DHH 2002 y PDT). El tipo de gobierno que tenemos nos afecta para bien o para mal. Facilita o estorba la misión de la iglesia. Hace avanzar la agenda de Dios o la atrasa. Con sus políticas de estado el gobierno puede alentar o desalentar la vida espiritual de las personas. En definitiva, es responsable de que la gente se acerque a Dios o se aleje de Él.

Advierte lo que el apóstol Pablo dice a continuación: “Esto es bueno y agrada a Dios”. 1ª Timoteo 2:3 (PDT). ¿Qué es lo bueno que agrada a Dios? Que oremos para que tengamos un buen gobierno. Podríamos decir que el buen gobierno es el resultado de las oraciones de la iglesia. Entonces cuando no oramos le robamos a Dios la posibilidad de ser conocido en el país, y al país la posibilidad de conocer a Dios. ¿Lo ves? No tenemos derecho a criticar al gobierno si no oramos por él. A menudo los funcionarios son más fieles en sus responsabilidades seculares que los cristianos en su responsabilidad espiritual. ¡Critiquemos menos y oremos más!

Entonces ¿cuáles son las dos cualidades esenciales que según Dios debe reunir el que pretenda gobernar? ¡Debe ser justo y temeroso de Dios! “… El que gobierna entre los hombres debe ser justo, gobernando en el temor de Dios, 2º Samuel 23:3 (BLPH y VM). Dios promete bendecir a quien gobierna reuniendo estos dos requisitos: “Será como la luz de la mañana cuando se levanta el sol; de una mañana sin nubes, cuando por el brillo tras la lluvia, crece la hierba de la tierra”, 2º Samuel 23:4 (VM). Dios le dijo a Moisés: “… Escoge entre el pueblo hombres… que tengan temor de Dios y que… que no favorezcan a nadie a cambio de dinero (justos), Éxodo 18:21 (DHH C2002 y TLA). “Nombra… funcionarios… en todas las ciudades… Ellos tendrán que juzgar al pueblo con justicia”, Deuteronomio 16:18 (NTV). “Oh Dios, concede al rey tu amor por la justicia… Ayúdale a juzgar correctamente a tu pueblo…, Salmo 72:1-2 (NTV). El rey Josafat les recordó a sus funcionarios de gobierno cuáles eran sus responsabilidades: Teman al SEÑOR y juzguen con integridad, porque… Dios no tolera que se tuerza la justicia ni que se muestre parcialidad ni que se acepte el soborno”, 2º Crónicas 19:7 (NTV).

Dios solo promete bendiciones al gobierno cuyos funcionarios cumplan con dos grandes requisitos: justos y temerosos de Dios. ¿No deberíamos nosotros los creyentes exigir de nuestros candidatos las mismas cualidades morales? Si lo hiciéramos nos iría mejor, ya que Dios bendice esa clase de gobierno. Dentro de las posibilidades no apoyemos a candidatos que no reúnan las condiciones establecidas por Dios sin importar la etiqueta política que tengan. Entiéndase bien. La Biblia no nos dice que votemos a quienes dicen ser cristianos sino a quienes son justos y temerosos de Dios. Y, ¿qué pasa si apoyamos con nuestro voto a quiénes no reúnen esas cualidades? Corremos el riesgo de que esas personas se conviertan en caballeros de juicio contra quienes los votamos. Imagina lo que sucedería si los cristianos estuviéramos de acuerdo en seguir la recomendación escritural y exigiéramos en quienes pretendan gobernarnos las cualidades de la justicia y el temor de Dios. Sería una gran presión para los partidos políticos que se verían obligados a presentar candidatos que cumplieran con esos requisitos. Con nuestra presión elevaríamos los estándares de conducta en aquellos que pretenden gobernarnos. Y eso traería como resultado bendiciones para nuestra nación. Oremos para tener un buen gobierno y elijamos conforme al modelo escritural. Si lo hacemos nada puede salir mal.