Viejas armas para nuevas batallas 23/01/22 #1180

Episode 191,   Jan 23, 2022, 08:17 PM

Pastora Silvia Cinalli
23/01/22

Viejas armas para nuevas batallas

En estos tiempos tan turbulentos, ¿es posible estar plenamente convencidos de algo? Por ejemplo, la pandemia y las vacunas (por citar un caso). Nadie tiene plena certidumbre de que su postura sea la correcta. Ya sea que estemos a favor de la vacunación o en contra de ella, lo cierto es que faltan años para saber quién tiene la razón. El impacto social medido en distintas variables como efectos adversos y colaterales, muertes o cambios epidemiológicos los podremos apreciar luego de que hayan pasado no años, sino décadas. ¿Pero en otros aspectos de la vida podemos estar plenamente convencidos de algo?
Por ejemplo, en el plano espiritual enfrentamos grandes cambios. Cuarenta años atrás la mayoría de la gente era cristiana. Dios estaba presente en los medios de comunicación y la palabra “Dios” abundaba. Hoy en día muchos preadolescentes o niños jamás entraron a una iglesia y, muchos padres que quieren la educación cristiana, rechazan los principios de fe que ella pregona. Los cambios intergeneracionales, es decir, entre una generación y la siguiente son vertiginosos en todos los órdenes, abriendo mayores oportunidades pero creado nuevas problemáticas. 
Pensemos en cuán accesible es la información. Todo se agiliza por las redes sociales. Aparecieron los ‘influencers’, perfectos desconocidos que se hacen cercanos por lo que muestran en sus perfiles. Y pensemos un minuto en el rol del docente. Solo una generación atrás la escuela era muy importante y los docentes valorados por la familia extendida, los padres y la sociedad toda. Ser ‘maestra’ o ‘maestro’ era un rol muy respetado. Existía prestigio social en el ejercicio de la docencia y en el sueldo que se les pagaba. Hoy en día los docentes deben ‘cuidarse’, ‘protegerse’ o ‘defenderse’ no solo de los alumnos, sino de los padres, de los colegas y de los directivos. El ideario personal puede ser motivo de persecución. Un sumario se puede abrir en un pestañeo y nadie puede medir las consecuencias. El tema del género, de lo que han denominado ‘infancias’, el empleo del lenguaje inclusivo o deformativo, el abordaje de la educación sexual ‘integral’, que nadie sabe bien a qué hacen referencia los términos ya que son expresiones muy amplias que permiten modificar el concepto con inclusión o exclusión de filosofías o principios, según quién gobierne. A lo largo de los años hemos visto el avance anticristiano, primero de modo solapado. Ahora confrontativo y descalificante. Así aparece el sentido de vulnerabilidad, desprotección, despersonalización y desvalorización que impacta  sobre las nuevas generaciones. ¿Pero esta apreciación es real? Aquí viene el ‘estar plenamente convencidos’. ¿Convencidos de qué, Silvia?
Sarmiento dijo  El sentimiento religioso es, pues, la piedra angular de las buenas costumbres. En otras palabras, sin conciencia de Dios la sociedad se embrutece aunque crezca en conocimiento académico, pero no es lo que se dice en este tiempo. Hoy hay que deshacerse de Dios. ¿Acaso no vemos la lucha espiritual de nuestro tiempo? Todo está orquestado para que Dios desaparezca de escena. Que nadie lo nombre, que nadie lo invoque, que nadie lo reconozca. Más allá de temas sexuales y sociales existe una confrontación espiritual. ¿Estamos a la altura de este momento histórico? ¿La iglesia está despierta batallando por la familia, las próximas generaciones y los valores del reino? De ahí que debemos evaluar nuestras propias vidas. ¿Estamos convencidos de que el camino cristiano es el verdadero camino y que el único mediador entre Dios y los hombres es Jesucristo? ¿Estamos convencidos del valor de la santidad personal que debe extenderse a todas nuestras relaciones? ¿Estamos plenamente convencidos del cielo, el infierno y la eternidad? ¿Estamos convencidos de que habrá un juicio y de que todos daremos cuenta? Pues si nuestras convicciones espirituales no son auténticas y firmes no podremos expresar:
Primero: Quienes somos. Dios puso sentido de eternidad en nuestros corazones, así dice Eclesiastés 3 y encendió el anhelo por cumplir una misión particular. Esa misión es llamada en la Biblia propósito. Tus contribuciones (grandes o pequeñas) son enormes aportes en la vida de esos niños y libera en ellos también el sentido de propósito. Pablo lo entendía. 1ª Co 9:26-27: “… yo corro cada paso con propósito… No solo doy golpes al aire. Disciplino mi cuerpo como lo hace un atleta, lo entreno para que haga lo que debe hacer. De lo contrario, temo que, después de predicarles a otros, yo mismo quede descalificado”, NTV. Y 1ª Ts 2:4: “Pues hablamos como mensajeros aprobados por Dios, a quienes se les confió la Buena Noticia. Nuestro propósito es agradar a Dios… Solamente él examina las intenciones de nuestro corazón”, NTV.
Segundo, el rol fundamental que ocupamos: durante años hemos realizado prevención del abuso sexual infantil y sabemos que los adultos pueden constituirse en ‘adultos confiables’, creyendo al relato del niño y brindando ayuda a la víctima. Y la buena noticia es que, sin importar la situación del menor, siempre se llega a tiempo. ¿Qué significa? Prevención primaria, secundaria y terciaria. ¿Existen realmente posibilidades de ayudar? ¡Claro que sí! No bajemos los brazos ante las injusticias. Que nuestra vida permita manifestar compasión y amor por los más vulnerables.
Tercero, nuestro supremo llamado. ¿Por qué perdemos la vitalidad, el empuje, las fuerzas? Son normales las subidas y bajadas emocionales. Nos lleva toda la vida aprender a manejar las frustraciones, las pérdidas y los cambios en el camino. David y Pablo sintieron el peso emocional de las adversidades. David “Dijo…Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl”;  1ª S. 27:1, VRV. Pablo también tuvo momentos de desaliento. 2ª Co 1:9 dice: “En el fondo de nuestro corazón creíamos que íbamos a morir; sin embargo, esto sucedió para que aprendiéramos a dejar de confiar en nosotros mismos y confiáramos en Dios, quien es capaz de resucitar a los muertos”, PDT. ¿Cómo vencieron todas sus batallas? Es humano desalentarse de tanto en tanto, el problema es permitir que el desaliento nos mate la fe. Hoy la sociedad que nos rodea nos quita el vigor de la vida espiritual.
¿Cuántos de los que me están escuchando viven una primavera espiritual? ¿Ansían los momentos de oración, los días de búsqueda, las vigilias para adorar con tranquilidad? ¿Cuántos están creciendo en el conocimiento de Dios? ¿Qué ha pasado con tantos padres cristianos que están distraídos y poco se ocupan de la vida espiritual de sus hijos? ¿Acaso creen que con una horita semanal en la iglesia contrarrestarán toda la maldad que escuchan los siete días a la semana? Lo mismo sucede con ustedes. ¿Puede una reunión de fin de semana aplacar toda la miseria e incredulidad que has escuchado en la semana? ¿Qué está pasando con los padres, abuelos, tíos que no luchan con armas espirituales? Antes que levantes defensas escucha lo que tengo para decirte. La iglesia en general y muchísimos cristianos en particular han dejado que su vida espiritual se enfríe. ¿Cómo lo sabemos? Miles de escándalos y divisiones en las iglesias. Miles de divorcios y abundancia de pecado sexual, por nombrar algo. Claro, no somos conscientes de ello. Nos acostumbramos a ir a la iglesia un rato para las actividades programadas, tener de tanto en tanto algún alimento espiritual o escuchar un mensaje pero sin el ánimo de responder con obediencia absoluta. Piensa en tu realidad y tu propia vida: ¿cuántos oran diariamente con clamor, con pasión, de modo tal que Dios no pueda negar esa petición? ¿Cuántos hacen ayuno por la institución en la que trabajan? ¿Cuántos cuidan la presencia del Espíritu Santo en todos los sitios donde se mueven? ¿Cuántos practican vigilias de oración? ¿Tiempos de meditación en las Escrituras? Amados, son muy pocos los padres que toman estaciones específicas en el día para orar por sus hijos y muchos menos aun los que día a día le enseñan quién es Dios en medio de toda circunstancia “Ama al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”, Dt 6:5-7: NTV.
¡Si no oramos ni ayunamos por nuestros hijos, ¿quién lo hará por los hijos de otros? Hemos perdido de vista el poder de las armas espirituales. Ni Jesús, ni los discípulos luchaban con armas humanas (argumentos, razonamientos, presuposiciones, derechos) sino con armas espirituales. “… Nunca me valgo de planes ni métodos humanos para ganar mis batallas. Para destruir las fortalezas del mal, no empleo armas humanas, sino las invencibles armas del todopoderoso Dios…”, 2ª Corintios 10:3-4 (NT-BAD).  ¿Cuáles son las indestructibles armas con las que Pablo ganaba todas sus batallas? La fe, la oración y el ayuno. Hemos dejado que el arsenal de Dios se oxide por falta de uso. No creamos que ganaremos batalla imposibles sin la ayuda de Dios. Y, ¿por qué debería ayudarnos el Señor si él no es la máxima prioridad de nuestra vida? Tu vida de intimidad en el lugar secreto determinará el alcance de todo lo demás. El problema es que no lo creemos, por eso no oramos como debemos, no nos arrodillamos llevando todo asunto ante el Señor. Flp 4:6-7: “No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios…”, NTV.
El apóstol Pablo ganaba todas las batallas que peleaba. ¿Cuál era su secreto? Peleaba con armas espirituales. Tenía sus sentidos entrenados para reconocer la voz de Dios y para experimentar su dirección en todo tiempo. Dios fluía sobrenaturalmente en él, como quiere hacerlo contigo pues “Dios nunca cambia”, Stg 1:17, BLS.  ¿Tus hijos tienen problemas? ¿Se han tornado difíciles? ¿Alguien te hace la vida difícil? ¿Tus problemas se multiplican y la paz desaparece? ¿Cuánto tiempo más batallarás solo a nivel humano? Siempre existe una realidad espiritual velada tras una realidad física determinada. ¿Cómo avanzarás? ¿Has probado con las invencibles armas del Señor? Sigamos el ejemplo de Pablo. Toda estrategia humana es limitada, pero Dios es Todopoderoso y puede sanar las emociones, cambiar los patrones de pensamiento y aún mudar el corazón de quien sea.
Algunos consejos que te llevarán a una temporada muy diferente:
-          Levántate media hora antes para orar con tranquilidad y usa esos minutos para efectivamente orar.
-          Programa una vigilia a la semana. 
-          Comienza a practicar el ayuno, no como algo religioso sino como tiempos especiales apartados para buscar a Dios con mayor ahínco. Los jueves ayunamos por los intereses del Señor y por nuestras peticiones.
-          Sal a caminar con Dios. No solo camines, ¡Ora mientras caminas!
-          Si tienes cónyuge comienza a orar con él o ella, más allá de las oraciones formales y rutinarias. Verás que tu matrimonio será renovado, sin perseveran en ser compañeros de oración.
-          Si tienes hijos involucra al Señor en cada aspecto de sus vidas. Enséñales cuán bueno es el Señor. Comparte tus experiencias de oración y búsqueda. Pero para ello deberás tener vida auténtica en Dios. 
-          Si tienes cuentas pendientes, ya sean dolores, palabras descuidadas, enojo, rencor. El hecho de que lleven mucho tiempo en tu corazón no significa que deben seguir allí. Si estás alejado de la comunión con el Señor, éste es el llamado que él mismo te hace: que hoy sea el comienzo de una primavera espiritual. Si no revitalizamos nuestra vida espiritual, si no abandonamos los pecados secretos, si no pasamos por un proceso de purificación en lo profundo, ya sea consumo de pornografía, infidelidad actual o pasada, heridas, murmuraciones, no tendremos la capacidad espiritual para cumplir nuestro propósito y no contaremos con la protección del Señor, Sin obediencia no hay presencia. Sin obediencia no hay presencia. 
“Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el SEÑOR—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza… Si me buscan de todo corazón… me encontrarán…”, Jeremías 29:11-14, NTV.