Cómo tratar a un pariente difícil 08/01/2023 #1230

Episode 251,   Jan 08, 2023, 08:38 PM

Pastor José Luis Cinalli 
 08/01/2023

Cómo tratar a un pariente difícil

“David… huyó a la cueva de Adulam. Cuando sus hermanos y todos sus parientes lo supieron, fueron a reunirse con él, 1º Samuel 22:1 (DHH).

¿Cómo describirías a un familiar difícil? Alguien dijo: “es como el bebé de brea en el cuento del hermano conejo”. Recordemos el cuento. Un astuto zorro quería cazar a un conejo. Hizo un muñeco de brea y lo puso al costado del camino. Cuando el conejo vio al bebé de brea pensó que era una persona y se detuvo a conversar. Por supuesto, resultó ser solo un monólogo. El silencio del bebé de brea fastidió al conejo quien no podía soportar estar cerca de alguien sin comunicarse. Así que en su frustración golpeó al bebé y quedó pegado. Luego golpeó con la otra mano y también quedó pegada. “Así somos con nuestros familiares difíciles”, dijo aquel hombre, “estamos pegados a alguien con quien no podemos comunicarnos”.

La palabra que ejemplifica mejor a los parientes difíciles es ‘pegados’. Podemos elegir nuestros amigos, pero no a nuestra familia. Estamos ‘pegados’ a ellos. ¿Existe algún bebé de brea en tu familia, alguien con quien no puedas conversar y de quien no te puedas alejar? Una madre quejosa, un hermano malhumorado, un padre irritado o un suegro que pregunta por qué razón su hija se casó contigo. ¡Relaciones de bebé de brea! ¿Por qué la vida familiar se vuelve a veces tan difícil? Generalmente esperamos que nuestros familiares sean sensibles a nuestras necesidades. Cuando sufrimos algún dolor físico deseamos que nuestra familia responda. Cuando atravesamos conflictos emocionales deseamos que ellos estén enterados. Pero a veces se comportan como si no les importáramos.

¿Tiene David algún comentario con respecto a familiares difíciles? ¡Sí que tiene! Tal vez te sorprenda saber que David tenía una familia difícil. Sus hermanos no lo querían, especialmente Eliab el mayor. Lo sabemos por la forma en que reaccionó el día en que David llegó al campo de batalla preguntando qué le darían al que enfrentara al grandote Goliat: “Eliab, el hermano mayor de David… se enojó. — ¿Qué estás haciendo aquí? —le reclamó—. ¿Qué pasó con esas pocas ovejas que se supone que deberías estar cuidando? Conozco tu orgullo y tu engaño…, 1º Samuel 17:28 (NTV). Lo realmente llamativo es que con el correr del tiempo Eliab y sus otros hermanos se unieron a David en su causa. Para entonces David, según el rey, era desertor. El ejército nacional lo buscaba para matarlo. Y varios de sus hermanos eran soldados al servicio del rey y por lo tanto leales a él, 1º Samuel 17:13. Sin embargo, algo sucedió que les hizo cambiar de opinión respecto a David al punto que abandonaron el ejército y se convirtieron en fugitivos como él.  

Dejemos el asunto por un instante y reparemos en la familia de Jesús. También era difícil. Si tu familia no te aprecia, ánimo, tampoco la de Jesús lo hacía. Un día Jesús fue a su pueblo y comenzó a enseñar en la sinagoga. Todo el mundo estaba asombrado hasta que supieron quién era: “Pero, ¡si es Jesús, el hijo de José, el carpintero! Su madre es María, y sus hermanos son Santiago, José, Simón y Judas… Ninguno de los que estaban allí quiso aceptar las enseñanzas de Jesús. Entonces él dijo: “A un profeta se le respeta en todas partes, menos en su propio pueblo y en su propia familia. Y como la gente no creía en él, Jesús no hizo muchos milagros en aquel lugar”, Marcos 13:54-58 (NT-BAD). Es como si dijeran de Jesús: “Este no es ningún Mesías. Es igual a nosotros. Es el hijo del plomero de la otra cuadra. Es el contador del tercer piso. Dios no habla a través de personas conocidas”. Y, ¿qué sucedió después? “Se levantaron de un salto, lo atacaron y lo llevaron a la fuerza hasta el borde del cerro sobre el cual estaba construida la ciudad. Querían arrojarlo por el precipicio, pero él pasó por en medio de la multitud y siguió su camino”, Lucas 4:29-30 (NTV). ¡Qué momentos! Los vecinos trataron de matarlo y los hermanos de Jesús se volvieron invisibles.

Hubo una vez donde sus hermanos se volvieron visibles. Una ocasión donde fueron vistos con Jesús. No porque estuvieran orgullosos de Él sino porque se avergonzaban de Él: “Cuando los familiares de Jesús supieron lo que hacía, fueron para llevárselo, porque decían que se había vuelto loco, Marcos 3:21 (TLA). Y hay más. La Biblia dice que “Sus hermanos no creían en El”, Juan 7:5 (PDT). ¿Cómo creer en uno mismo cuando aquellos que están más cerca nuestro no lo hacen? ¿Cómo se puede avanzar cuando los que nos rodean nos tiran hacia atrás? ¿Cómo avanzar cuando tu familia tiene intereses diferentes a los tuyos? Jesús tiene algunas respuestas.

Jesús no intentó controlar el comportamiento de su familia, ni permitió que la conducta de ellos controlara la suya. No exigió que estuvieran de acuerdo con él. No se malhumoró cuando lo insultaron. Y nunca tomó como su misión el complacer a su familia. Lo mismo hizo David. Cuando Eliab lo increpó en el campo de batalla para intimidarlo y finalmente desistiera de su intento de enfrentar a Goliat, David se dio media vuelta y siguió con su vida. Cuando los hermanos, tanto de Jesús como de David, no compartieron sus convicciones ellos no intentaron forzarlos a que lo hicieran. No podemos exigir que nuestra familia acepte nuestras convicciones, pero tampoco debemos desistir de ellas y menos de nuestra misión para agradarlos a ellos

No podemos controlar el modo en que reacciona nuestra familia con nosotros. En lo que respecto al comportamiento de otros para con nosotros tenemos las manos atadas. Debemos superar la ingenua idea de que si obramos bien la gente nos tratará bien. La realidad es que tal vez no lo hagan. Si a tu mamá no le agrada tu trabajo podrías cambiarlo una docena de veces y aun así no lograrías complacerla. Si tu hermano vive quejándose por lo que recibiste y él no, podrías llegar a darle todo y aun así no lograrías que ello lo cambie. Mientras pienses que puedes controlar el comportamiento de las personas para contigo, permanecerás prisionero de sus opiniones. No podemos asegurarte que tu familia finalmente llegue a darte la bendición que estás esperando, pero estamos seguros que Dios sí lo hará. Permite que Dios te dé lo que tu familia no te proporciona. Si tu familia no te ayuda, permite que Dios tome ese lugar. Para eso acepta a Dios como Padre. Una cosa es aceptarlo como Salvador, otra como Señor y otra muy diferente, como Padre. Un padre provee y protege. “Dios… cuidará de ustedes. ¡No sean gente de poca fe! … No se preocupen ni digan: “¿Qué vamos a comer?” o “¿Qué vamos a beber?” o “¿Qué ropa vamos a usar?”. La gente que no conoce a Dios trata de conseguir esas cosas, pero ustedes tienen a su Padre en el cielo que sabe que necesitan todo esto, Mateo 6:30-32 (PDT). “… No te preocupes por la comida, la bebida, el dinero y la ropa… ¿qué gana uno con preocuparse?... Si Dios cuida… las flores… ¿no cuidará mucho más de ti…?... Recuerda que tu Padre celestial sabe lo que necesitas, y te lo proporcionará si le das el primer lugar en tu vida. No te afanes por el mañana, que el mañana está en manos de Dios. Confía, pues, en El”, Mateo 6:25-34 (NT-BAD). Además, nuestro Padre nos protege: “Señor, tú siempre estás a mí alrededor, adelante y detrás de mí; siento tu mano sobre mí”, Salmo 139:5 (PDT).

La obtención de la aprobación de la familia es deseable pero no necesaria para lograr el cumplimiento de la misión y el gozo en nuestra vida. Jesús no permitió, y David tampoco, que su familia hiciera sombra sobre el llamado de Dios para su vida. Y gracias a que Él no lo hizo este mensaje tiene un final feliz. Extraigamos una pepita de oro escondida en una veta del libro de los Hechos. “Los apóstoles regresaron del Monte de los Olivos a Jerusalén… subieron a la habitación de la planta alta de la casa donde se hospedaban… Todos se reunían y estaban constantemente unidos en oración junto con María, la madre de Jesús… y los hermanos de Jesús, Hechos 1:12-14 (NTV). ¡Qué cambio! Aquellos que se burlaban de Él ahora lo adoran. Los que sentían pena por Jesús ahora oran por Él. ¿Qué hubiera sucedido si Jesús los hubiera desheredado? O lo que es peor ¿qué hubiera sucedido si hubiera crucificado a su familia mediante exigencias de cambios? No lo hizo, le dio espacio, tiempo y gracia. Por haberlo hecho, ellos cambiaron. ¡Cuánto cambiaron! Un hermano se convirtió en apóstol, Gálatas 1:19 y otros en misioneros, 1ª Corintios 9:5. De modo que no te desanimes. ¡Dios aun cambia familias! Un bebé de brea hoy, tal vez llegue a ser tu amigo más querido del mañana.