Edifica una casa para Dios y Él la habitará #1257J

Episode 279,   Jul 26, 2023, 12:31 PM

Pastor José Luis Cinalli

Edifica una casa para Dios y Él la habitará

“Reedificaré el tabernáculo de David... lo levantaré de nuevo”, Hechos 15:16 (LBLA).

David fue un apasionado buscador de la presencia manifiesta de Dios. Su deseo de ser un templo viviente de la presencia divina era tan grande que finalmente lo consiguió. Por supuesto, no fue a precio de ganga. Nadie se convierte en anfitrión de la presencia divina sin una revolución en sus prioridades y sin perder algunos ‘amigos’ en el proceso. Ser un santuario para la presencia de Dios implica grandes ajustes. ¡La casa en la que Dios entra es aquella en la que se siente bienvenido! 

El tabernáculo que David le preparó a Dios fue su casa favorita. Dios no dijo nada de reedificar el tabernáculo original de Moisés o el majestuoso templo de Salomón. A Dios le interesa el tabernáculo de David. ¿Por qué? ¡Porque no tenía velo! Las cortinas estaban levantadas, el arca era visible y los adoradores estaban allí de día y de noche. Dios prefiere la pasión antes que el palacio. Dios siente nostalgia del tabernáculo de David porque posee grandes y hermosos recuerdos de ese lugar. Añora ser tratado como lo era en ese lugar. Dios sigue buscando un lugar donde habitar; una vasija terrenal capaz de albergar su gloria. Y la honra es el camino. Si tú eres unas de esas personas insatisfechas espiritualmente, si tienes hambre por más hambre y si estás apasionado para tener más pasión por Dios entonces estás a punto de experimentar la Gloria sin velos y tener un encuentro sin precedentes con el Dios del universo.

David tuvo éxito en devolverle a Israel la presencia de Dios. Si nosotros seguimos sus principios espirituales haremos que la mismísima Gloria de Dios se asiente también en nuestros hogares y ministerios: 

1) David pagó un alto precio por la presencia de Dios. Bajo el liderazgo de David Israel vivió un gran avivamiento. ¡Pero alguien pagó el precio! David y los levitas encargados de portar el arca tuvieron que sudar para llevar el arca a Jerusalén. En su primer intento David intentó transportar el arca en una carrera nueva. Esperaba que los animales hicieran el esfuerzo por llevarla a Jerusalén. Y a Dios no le gustó. Finalmente hicieron las cosas a la manera de Dios y los levitas llevaron el arca en un recorrido de más de 16 kilómetros. Imagina el cuadro. Aquellos hombres no entraron a la ciudad como si vinieran de un paseo por las montañas. Estaba exhaustos. Esos hombres sudaron de verdad. Además, cada 6 pasos sacrificaban ofrendas a Dios. El camino al avivamiento siempre es un trabajo arduo. Sin renuncia y sacrificio no habrá despertar espiritual. Ten en cuenta que si estás decidido a que Dios se haga cargo de tu familia y ministerio, las cosas se pondrán más pesadas y no más livianas. No se puede tener un avivamiento a precio de ganga. El método barato de ‘la carreta nueva’ no funciona. David entendió el principio espiritual del sacrificio, por eso no quiso darle a Dios algo que no le costara, 2º Samuel 24:24. David sudó para recuperar la Presencia. Pago un precio alto para traer el avivamiento. Ningún precio es excesivo cuando se trata de tener a Dios y su bendición. Los que desempeñan el papel de Mical, mirando a través de las ventanas de sus palacios religiosos y se burlan de aquellos que sudan para traer el avivamiento, nunca lo experimentarán. 

2) David construyó un tabernáculo sin paredes ni velo. En el tabernáculo el arca que contenía la manifiesta presencia de Dios estaba escondida detrás del velo que separaba el lugar santo del santísimo. Nadie podía llegar allí, solo el sumo sacerdote una vez al año. Cuando Jesús murió Dios rasgó el velo de arriba abajo. Lo rompió de tal manera que nunca más pudiera ser tejido de nuevo. Dios no quiere estar separado de nosotros. Dios está a las puertas de nuestros hogares e iglesias, buscando alguien que le haya preparado un lugar para su más importante habitación. Dios está buscando alguien que escuche su voz y le abra la puerta. La Biblia siempre nos muestra a Jesús tocando a las puertas: “Yo estoy a tu puerta, y llamo; si oyes mi voz y me abres, entraré en tu casa y cenaré contigo”, Apocalipsis 3:20 (TLA). Se ve a Jesús proféticamente tocando las puertas de su iglesia en el libro de Cantares. La novia dice: “En medio de mis sueños mi corazón despertó y alcancé a oír una voz. Era la voz de mi amado (Jesús) que estaba a la puerta, Cantares 5:2 (TLA). El novio toca la puerta de su amada y dice: “Amada mía… déjame pasar…”, Cantares 5:2 (TLA). ¿Por qué el novio está frente a su casa con la puerta cerrada? Porque las llaves están en manos de la iglesia. La cerradura está del lado de adentro. Jesús le dijo a Pedro: “A ti te daré las llaves del reino de los cielos…”, Mateo 16:19. De modo que tenemos al amado de nuestra alma tocando a las puertas de nuestros corazones, hogares e iglesias y, ¿cómo respondemos? De la misma manera que lo hizo la amada del Cantares: “Pero ya me quité la ropa, ¡tendría que volver a vestirme! Ya me lavé los pies; ¡me los ensuciaría de nuevo!”, Cantares 5:3 (TLA). “La Prometida de Dios se ha vuelto demasiada cómoda. Se niega a abrir la puerta porque no es conveniente la hora. El costo de la intimidad le parece demasiado alto”, Tommy Tenney. Cuando finalmente la prometida de Salomón se levantó, el amado ya no estaba: “Salté de la cama para abrirle a mi amado… Le abrí la puerta, pero él se había marchado; ¡ya no estaba allí!... lo busqué y no lo encontré; lo llamé y no me respondió”, Cantares 5:5-6 (TLA). Este es el triste estado de una iglesia satisfecha sin la llama azul de la presencia. La apatía de la iglesia por pagar el precio para tener intimidad con Dios es el origen de su esterilidad. Mical se acostumbró a vivir en el palacio sin la presencia de su amado y nosotros nos acostumbramos a vivir en la casa del Rey sin Su presencia. ¡Qué tragedia! ¿Sabes qué es lo más alarmante? No que Dios toque a las puertas de nuestras iglesias sino, cuando deja de hacerlo. Qué triste es cuando lo único que tenemos de Dios es tan solo un recuerdo del pasado como le ocurrió a la mujer de Cantares: “Entonces me levanté para abrirle; mis manos estaban cubiertas de mirra que se escurría entre mis dedos mientras trataba de abrirle la puerta”, Cantares 5:5 (PDT). Dios había dejado su aroma en el picaporte y lo único que le quedaba a la amada era ese dulce perfume. El amado ya no estaba. No te conformes con los recuerdos del pasado. No vivas de las visitaciones celestiales que otros experimentaron. Estamos cansados de leer acerca de avivamientos, ¡queremos al avivador!   

3) David avivó el fuego de la presencia de Dios. “¿Y cómo voy a llevar el arca de Dios a mi casa?”, 1° Crónicas 13:12 (RVC). A David no le interesaba el cofre en sí sino, la llama azul que reposaba suspendida entre las alas de los querubines, encima del arca. Tan interesado estaba en Dios y en agradarlo que contrató adoradores para que alabaran, adoraran e intercedieran frente al arca, las 24 horas al día, los 7 días de la semana, los 365 días del año, 1º Crónicas 16:4. David pagó el precio para tener la llama azul de la presencia divina y luego pagó el precio para mantener viva esa llama. Una cosa es abrir el cielo y otra cosa es vivir bajo un cielo abierto. Queremos a Dios; pero más que eso, ¡queremos que su manifiesta presencia permanezca con nosotros! Cuando Dios desciende y revela su gloria todos son transformados. Pero para eso, ¡alguien tiene que avivar el fuego! Cuando alguien paga el precio para abrir las ventanas del cielo a través de una vida de adoración en sacrificio y arrepentimiento, la luz de la presencia manifiesta de Dios hace que todos sean libres. Debemos estar dispuestos a pagar cualquier precio con tal de ver la gloria de Dios brillar en nuestros hogares e iglesias. Hagamos como David: ¡rodea el arca con adoradores para que la gloria de Dios se mantenga encendida! En el santuario de David había adoradores adorando todo el día. Salvo excepciones, los santuarios de hoy en día se abren solo dos horas a la semana. Claro está, además de una iglesia abierta necesitamos una iglesia apasionada por Cristo. Hemos perdido la habilidad de hospedar al Espíritu Santo. El problema de Dios no es el mundo incrédulo sino la iglesia sin pasión. Es hora de recuperar la llama azul de su gloriosa presencia. Podemos construir grandes edificios, escribir grandes canciones y predicar populares mensajes; pero sin la llama azul de la manifiesta presencia de Dios, nuestros corazones estarán vacíos y nuestro trabajo será estéril y sin fruto. ¿Está tu vida, familia o iglesia fría? ¡Enciende el fuego de la gloria de Dios mediante una apasionada vida de adoración!  

Créenos cuando te decimos que hay alguien tocando a las puertas de tu vida, hogar e iglesia en este preciso momento. ¿Dejarás pasar el tiempo de su visitación? ¡Ábrele la puerta a Dios y déjalo entrar! Si lo haces, todo el mundo experimentará la dulce fragancia de su presencia. Y ya nada será igual. Abre los cielos sobre tu vida, familia y ministerio mediante una sacrificada y sudorosa búsqueda de la gloria ‘Shekinah’ de Dios. Es hora de comenzar a arder con la pasión de una vida de oración profunda y una íntima y vibrante relación con Dios.