Oír el evangelio para ser salvos 3/9/2023 #1263

Episode 285,   Sep 03, 2023, 09:21 PM

Pastor José Luis Cinalli
3/9/2023

Oír el evangelio para ser salvos

“… Agradó a Dios mediante la… predicación salvar a los que creen”, 1ª Corintios 1:21 (NBLH). 

Repara en la palabra “salvar”. Dios es el único que puede salvarnos, 1ª Timoteo 1:15; Lucas 19:10. ¿Salvarnos de qué? 1) Del dominio de Satanás, Colosenses 1:13; Hebreos 2:14. 2) Del poder del pecado, Romanos 6:6, 6:17-18; 1ª Corintios 1:30. 3) De la condenación eterna, Juan 3:16, 5:24, 10:28. Ahora bien, para ser acreedores de todas estas bendiciones uno debe convertirse en discípulo de Jesús, Mateo 28:19. Pero claro, nadie puede ser un discípulo de Jesús a menos que crea en Él y, nadie puede creer en Jesús a menos que haya oído hablar de Él. “… ¿Cómo creerán en Aquél de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?...”, Romanos 10:14 (NBLH). Como verás, la salvación comienza cuando una persona escucha el evangelio. Y nadie puede escuchar el evangelio a menos que alguien se lo predique: “… Para que alguien pueda oír el mensaje tiene que haber otro que le hable de Cristo”, Romanos 10:17 (PDT). Entonces, para que todos tengan la oportunidad de escuchar el evangelio “Cristo… nos ha encargado que anunciemos a todo el mundo esta buena noticia”, 2ª Corintios 5:19 (TLA); Lucas 24:45-47; Mateo 28:19; Marcos 16:15; Hechos 1:8. El plan eterno de Dios es salvar al hombre perdido por medio del evangelio que ha de ser predicado. Pablo dijo: “… No me avergüenzo del Evangelio… poder de Dios para salvar a todo el que cree…”, Romanos 1:16 (SA). 

Ahora bien, el evangelio que debe ser predicado revela las condiciones que Dios exige para ser salvos, Romanos 1:17. Entiéndase bien. La salvación es por gracia, Efesios 2:8. Por eso predicamos “el evangelio de la gracia de Dios”, Hechos 20:24. El hombre no puede salvarse a sí mismo. Fue necesario que Cristo viniera y se convirtiera en nuestro Salvador, siendo el perfecto sacrificio por los pecados de todos. Pero no todos se salvan. Jesús dijo: “Angosto es el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan, Mateo 7:14. Y, ¿quiénes se salvan? Los que obedecen a Dios. “Jesús… es fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen, Hebreos 5:9 (BLA). El hombre tiene que obedecer los requisitos bíblicos para ser salvo y, luego tiene que seguir obedeciendo, si quiere seguir siendo salvo. La Biblia llama a eso “obedecer al evangelio”, Romanos 10:16; 1ª Pedro 4:17; 2ª Tesalonicenses 1:8. Jesús dijo: “… Solo entrarán (al cielo) aquellos que… hacen la voluntad de mi Padre…”, Mateo 7:21 (NTV). “No todos los que dicen que yo soy su Señor y dueño entrarán en el reino de Dios. Eso no es suficiente; antes que nada deben obedecer los mandamientos de mi Padre…, Mateo 7:21 (TLA). “No es suficiente con solo oír el mensaje de Dios. Hay que obedecerlo, Santiago 1:22 (PDT). “Dios dará su aprobación a los que obedecen…”, Romanos 2:13 (PDT); Romanos 1:5, 2:3, 16:26; 1º Samuel 15:22; Lucas 6:46, 11:28; Juan 13:17, 14:15, 21. Observa lo que Pedro dijo: Al obedecer la verdad ustedes quedaron limpios de sus pecados…”, 1ª Pedro 1:22 (NTV). Pablo dijo lo mismo de los cristianos romanos: “Antes eran esclavos del pecado, pero… obedecieron… la enseñanza que se les dio… y fueron liberados del pecado…”, Romanos 6:17-18 (PDT). ¿Cuándo encontraron éstos la salvación? ¡Cuando obedecieron el evangelio! ¿Y el que no obedece? Los que… no obedecen a la verdad… recibirán el gran castigo de Dios”, Romanos 2:8 (NBLH, BAD). “Cuando el Señor Jesús aparezca… traerá juicio sobre los que… se niegan a obedecer… al evangelio… los cuales sufrirán pena de eterna perdición…”, 2ª Tesalonicenses 1:7-9 (NTV, RV60); 1ª Pedro 4:17. ¿Lo ves? ¡Solo los obedientes son salvos! 

Entonces, la salvación es ofrecida a todos y Dios quiere que todos se salven, pero no todos se salvan porque “no todos obedecen el evangelio”, Romanos 10:16. Obedecer el evangelio implica:
         

1)     Oír el evangelio. La fe que necesitamos para ser salvos “es el resultado de oír el mensajede escuchar atentamente la palabra de Dios, Romanos 10:17 (PDT, NT-Pesh). Jesús dijo: “El que oye mi palabra… tiene vida eterna… los que escuchen, vivirán, Juan 5:24-25.  
2)     Creer en Cristo. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”, Juan 3:16; Romanos 10:9. 
3)     Arrepentirse de los pecados. “Si… no se arrepienten… perecerán…”, Lucas 13:5 (NBLH). Arrepiéntase… para que sus pecados sean borrados…”, Hechos 3:19 (NBLH); 17:30.
4)     Confesar a Cristo. “Si alguno se declara amigo mío ante la gente, yo lo declararé amigo mío ante mi Padre… Pero al que me niegue públicamente yo lo negaré delante de mi Padre…”, Mateo 10:32-33 (NT-BAD). “Cuando un individuo cree… y… confiesa ante los demás que tiene fe, asegura la salvación, Romanos 10:10 (NT-BAD); Lucas 12:8-9; Hechos 8:37; Mateo 16:16.
5)     Bautizarse. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo…”, Marcos 16:16. “… Cada uno de ustedes debe arrepentirse de sus pecados y… ser bautizado… para el perdón de sus pecados…, Hechos 2:38 (NTV); Romanos 6:3-4. 

Ninguno de estos requisitos puede, por sí solo, salvar a una persona. Cada uno de ellos comprende o abarca a los demás. La persona que cumple con todos ellos “obedece al evangelio” (Romanos 10:16) y, por  lo tanto se convierte en una nueva criatura, nace de nuevo (Juan 3:3-5); entra en el reino de Dios (Colosenses 1:13); es agregado al Señor (Hechos 11:24) y a su iglesia, Hechos 2:47. Todo esto está bien ejemplificado en el libro de los Hechos. Aquellos que se convirtieron en discípulos de Cristo el día de Pentecostés fueron los que oyeron el evangelio predicado por Pedro, lo creyeron, se arrepintieron y fueron bautizados para el perdón de sus pecados, Hechos 2:37-41. “Cuando (los samaritanos) creyeron a Felipe, que anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios… se bautizaban…”, Hechos 8:12 (LBLA). Con el eunuco no fue diferente. “… Felipe le anunció el evangelio de Jesús… el eunuco dijo “Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios… y Felipe… lo bautizó”, Hechos 8:35-38 (LBLA). Un ángel le dijo a Cornelio: “... Haz venir a… Pedro… él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú y toda tu casa, Hechos 10:5 y 11:14. Pedro predicó, Cornelio escuchó y él y toda su casa fueron salvados. Si Pablo no hubiera predicado en Filipos, Lidia no se hubiera convertido, Hechos 16:14-15. Lo mismo sucedió con el carcelero de Filipos, Hechos 16:25-34. Cuando Crispo y muchos otros corintios oyeron “la palabra, creían y se bautizaban”, Hechos 18:8 (N-C). El caso de los efesios no fue diferente: “al oír… se bautizaban…”, Hechos 19:5 (N-C). ¿Lo ves? ¡La salvación de las personas depende de nuestra obediencia al mandato de predicar!  


Hemos sido llamados a predicar el evangelio. “Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura”, Marcos 16:15 (NBLH). Nuestra misión no está dentro de un edificio. En la iglesia tenemos un ministerio, pero en el mundo tenemos una misión. Nuestro ministerio es servir a los creyentes pero nuestra misión es servir a los no creyentes. Es cierto que el mensaje encarnado (testimonio de vida) puede ser usado por Dios para salvar a otras personas, pero es a través del mensaje proclamado de la cruz (palabra hablada o escrita) que el poder de Dios salva a quienes creen su contenido: “… Agradó a Dios mediante la… predicación salvar a los que creen”, 1ª Corintios 1:21 (NBLH). El ejemplo del cristianismo no salva a nadie. Es el mensaje del cristianismo (el evangelio) el que tiene el poder para guiar a las personas a la salvación: “… Evangelio… poder de Dios para salvar a todo el que cree…”, Romanos 1:16 (SA). Por supuesto que debemos ser un testimonio viviente del obrar de Dios, pero nuestra principal misión es predicar a Cristo. ¿Lo estamos haciendo? 


El evangelio que predicamos tiene implicancia eterna. Si las personas no creen y “obedecen el evangelio” se pierden para siempre, 2ª Tesalonicenses 1:8. Y Dios cuenta con nosotros para anunciar esa gran noticia. Si no predicamos, la gente será condenada y seremos responsables por esas pérdidas. Dios le dijo a Ezequiel: “Yo te he puesto por atalaya… Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad… él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma, Ezequiel 3:17-19. Si Ezequiel no les advertía a las personas de que se volvieran de sus malos caminos, Dios demandaría de él la sangre de esas personas. Pero si obedecía libraría su alma, Ezequiel 3:19. ¿Significa esto que quien no predica compromete su salvación eterna? No nos atrevemos a ser categóricos, pero de algo estamos seguro: ¡la consecuencia por no obedecer el mandamiento de predicar no es una nimiedad! Es un hecho de que el pasaje alude a consecuencias que no son simplemente temporales o terrenales. Que un santo pavor y temor reverente invada nuestras vidas y comencemos a hacer lo que hemos sido llamados a hacer: ¡predicar el evangelio de Cristo a este mundo necesitado!