Un ministerio lleno del Espíritu Santo - 29/9/2024 - #1319

Episode 344,   Sep 29, 11:23 PM

Pastor José Luis Cinalli
29/9/2024
Un ministerio lleno del Espíritu Santo

“… Jesús… ungido… con la fuerza del Espíritu Santo… pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo porque Dios estaba con él”, Hechos 10:38 (NBE).

La persona y la obra de Jesús están estrechamente ligadas al Espíritu Santo. Existe una relación cercana entre el Pneuma, el Espíritu de Dios y el Logos, su Palabra. Jesús es el Logos ungido con el poder del Espíritu Santo para cumplir su misión redentora. Veamos algunos aspectos:

-   Su nacimiento milagroso: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá…”, Lucas 1:35. Una virgen fue madre sin cooperación humana. Hasta ese momento el milagro más asombroso consistía en la capacidad dada por Dios a algunas mujeres ancianas y estériles de engendrar, como fue el caso de Isaac, Sansón, Samuel y Juan el Bautista. El milagro de la concepción virginal y sin padre de Cristo fue la suprema revelación de la acción creadora del Espíritu Santo. 


-   Sus grandes obras. “… Yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios”, Mateo 12:28. Jesús siempre honró al Espíritu Santo. Operaba mediante su poder. El reino de Satán no se quiebra por los desacuerdos que haya en sí mismo sino por un poder superior en el reino de Dios, esto es el Espíritu Santo. Si hemos de arruinar las obras del mal debemos trabajar con y en dependencia del Espíritu. Solo cuando el poder satánico es vencido, el reino de Dios es establecido.

-   Su extraordinaria sabiduría. “… El Espíritu del Señor reposará sobre él: espíritu de sabiduría y de entendimiento, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del Señor”, Isaías 11:2 (TLA, BAD). Jesús vivió y ministró como un hombre lleno del poder del Espíritu del Señor. El Espíritu de Dios ha estado actuando desde siempre. Antes de la creación ya estaba sobre las aguas, Génesis 1:2. Luego participó en la creación, Génesis 2:7; Salmos 33:6 y Salmo 104:29-30. Los jueces de Israel eran levantados por el Espíritu. De Otoniel se dice que “El Espíritu del SEÑOR vino sobre él… y comenzó a ser juez de Israel…”, Jueces 3:10 (NTV). Gedeón y Jefté estaban Poseídos por el Espíritu del Señor…”, Jueces 6:34 y 11:29 (BAD). El Espíritu Santo equipaba a los líderes para ejercer sus ministerios. Dios le dijo a Moisés: “Yo descenderé… y compartiré con ellos el Espíritu que está sobre ti, para que te ayuden a llevar la carga… de este pueblo…”, Números 11:17 (BAD). El Espíritu Santo infundía habilidad a los artesanos para la construcción del santuario, Éxodo 31:3, 35:31. ¡El Espíritu Santo es la marca distintiva del verdadero mensajero del Señor! “… Puse mi espíritu en los profetas para que ellos les comunicaran mis mensajes…”, Zacarías 7:11 (TLA). David dijo: “El Espíritu del Señor habla por medio de mí…”, 2º Samuel 23:2 (NTV). Miqueas señaló: “… Estoy lleno de poder, lleno del Espíritu del Señor…”, Miqueas 3:8 (NTV). Isaías expresó: “El Señor… me envía… con su Espíritu”, Isaías 48:16 (PDT); Isaías 61:1. ¡Sin el poder del Espíritu Santo es imposible llevar a cabo con éxito la misión que Jesús nos encomendó!

Su predicación poderosa. Jesús fue ungido para servir. “El Espíritu del SEÑOR está sobre mí… me ha ungido para llevar la Buena Noticia…”, Lucas 4:18 (NTV); Mateo 12:18. Fue ungido para liberar a los oprimidos: “… Jesús… ungido… con la fuerza del Espíritu Santo… pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo porque Dios estaba con él”, Hechos 10:38 (NBE). Lee de corrido: “Jesús… ungido con el Espíritu Santo… Dios estaba con él”. El Espíritu Santo es Dios y también poder. Jesús, el hombre del Espíritu, se confrontó con los espíritus inmundos para neutralizar su poder en la vida de las personas. El que quiera ser efectivo en hacer avanzar el reino de Dios tendrá que ser lleno del poder del Espíritu Santo. Y el Espíritu Santo no desciende si el cielo no se abre. Isaías clamó: “¡Ojalá rasgaras el cielo y bajaras!”, Isaías 64:1 (NBE). Cuando Jesús fue bautizado “... Vio rasgarse el cielo y al Espíritu… que descendía sobre Él, Marcos 1:10 (NBE, NTV). En el bautismo Jesús fue lleno del Espíritu y tuvo la confirmación de su filiación divina, Lucas 3:22. Las fronteras entre el cielo y la tierra tienen que abrirse para que Dios pueda impartir su Espíritu y sus siervos sean efectivos en la misión de predicar el evangelio de Jesucristo.  

-   Su autoridad suprema. Todo el mundo reconocía autoridad en Jesús, pero no todos reconocían de dónde provenía. Al principio “la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad…”, Mateo 7:28-29. Luego le preguntaron: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad?”, Mateo 21:23. Nosotros sabemos que Su poder y autoridad provenía de su vida de oración, Lucas 6:12; 3:21, 5:16, 9:18, 28, 11:1, 22:41; Marcos 1:35; 6:46, 14:32; Mateo 14:23. La fuente de la fortaleza de Jesús era su relación con su Padre. ¡Jesús vivía orando y el fruto de la oración es el Espíritu! “Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón… su Padre… dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan, Lucas 11:13 (TLA). El Espíritu Santo no desciende si el cielo no se abre (Marcos 1:10) y el cielo se abre con oración, Lucas 11:13. Jesús nos enseñó a pedir “Venga tu reino”, Mateo 6:10. Sin embargo, existe una variante a la que probablemente algunas comunidades de fe se hayan adherido: “venga sobre nosotros tu Espíritu Santo”. Al dirigirse al Padre Jesús decía: “Abba, Padre” (Marcos 14:36), una expresión que indica cercanía, respeto, obediencia y confianza. No quedan dudas: ¡la autoridad y el poder de Jesús derivaba de la comunión con Dios el Padre y Dios el Espíritu Santo!

-   Su muerte expiatoria. “Por medio del Espíritu… Cristo se ofreció… como sacrificio sin mancha ni pecado…”, Hebreos 9:14 (TLA). 

Su resurrección gloriosa. El Espíritu… levantó a Jesús de los muertos…”, Romanos 8:11 (NTV); Romanos 1:4; 1ª Pedro 3:18. 

Su vida victoriosa. Jesús fue lleno del Espíritu Santo el día de su bautismo (Lucas 3:22) y lleno del Espíritu se internó en el desierto para estar con Dios, Lucas 4:1. Y del desierto “… regresó… lleno del poder del Espíritu Santo, Lucas 4:14 (NTV). Entró “lleno del Espíritu Santo” y salió lleno del poder del Espíritu Santo. Servir a Dios en el poder del Espíritu es la clave de un ministerio bendecido. ¡La ausencia de resultados extraordinarios es la consecuencia de hacer misión sin el poder de Dios! 

El N.T. distingue entre tener el Espíritu, que es una realidad en todos los creyentes (Efesios 1:13) y estar lleno del Espíritu, que es el privilegio y el deber del verdadero hijo de Dios: “No se emborrachen con vino… En cambio, sean llenos del Espíritu Santo, Efesios 5:18 (NTV); Hechos 2:4; 4:31. Tan importante es la llenura del Espíritu que Jesús le ordenó a sus discípulos no empezar el ministerio sin ese poder: “… Vayan y díganle a la gente que sus pecados pueden ser perdonados… Pero quédense en Jerusalén hasta que hayan recibido ese poder del cielo…”, Lucas 24:48-49 (PDT). “Vayan” pero “quédense”. Un mandamiento complementa al otro. Ir sin estar capacitados era derrota segura. Pentecostés es una preparación esencial para el ministerio. Nadie tiene poder sobre los corazones de los hombres, solo el Espíritu Santo. A las personas podrías interesarlas con cualquier objeto mundano. Un poco de oro puede ganar el corazón de un hombre; un poco de fama puede ganar el corazón del hombre, pero no existe el ministro que por sí mismo pueda ganar el corazón de un hombre. Puede ganar sus oídos y hacer que lo escuchen, puede ganar sus ojos y hacer que lo vean, puede ganar su atención pero el corazón es muy resbaloso. El corazón es un pez que no se deja atrapar por los pescadores del evangelio. ¡Solo el Espíritu Santo tiene el poder sobre el corazón del hombre! No cuenta el valor ni la fuerza “solo… mi Espíritu” (Zacarías 4:6, Jer. 2001) dijo Dios.   

En definitiva, el cristiano tiene que tener siempre los ojos puestos en Jesús (Hebreos 12:2) y a la vez tiene que escuchar lo que el Espíritu dice a la Iglesia, como afirma Apocalipsis 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13 y 22. Sin una profunda comunión con el Espíritu Santo olvídate de ser influyente para el reino de Dios.