Nuestro cuerpo tiene dueño 01/12/2024 #1328

Episode 353,   Dec 01, 08:29 PM

Pra. Silvia Cinalli
01/12/2024
Principios bíblicos de la sexualidad

Primer principio: Nuestro cuerpo tiene dueño.

“… Ustedes no pueden decir que nuestro cuerpo fue creado para la inmoralidad sexual. Fue creado para el Señor y al Señor le importa nuestro cuerpo… pues nuestro cuerpo es de Él”, 1ª Corintios 6:13 (NTV; TLA). 


¡Nuestro cuerpo forma parte del cuerpo de Cristo! Para el cristiano el cuerpo es santo, posee valor espiritual y el pecado sexual lo afecta gravemente. El pecado sexual afrenta al Señor “porque formamos parte de su cuerpo”, Efesios 5:30 (PDT). El cuerpo del cristiano es para el Señor y pertenece al Señor; es decir que la razón para conservar el autocontrol sexual cualquiera sea mi estado civil es Cristo céntrica o cristológica, no sociológica, moralista ni psicológica: “… Huyan de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, ocurre fuera del cuerpo; pero el que comete inmoralidad sexual peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso ignoran que el cuerpo de ustedes es templo del Espíritu Santo… y que ustedes no son dueños de sí mismos? Porque ustedes han sido comprados… den gloria a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios”, 1ª Corintios 6:18-20 (RVC).  

La Biblia establece que en la unión sexual existe una dimensión espiritual que trasciende el plano físico: “Lo que entra en el cuerpo no es lo que los contamina; ustedes se contaminan por lo que sale de su corazón… La comida… solo pasa a través del estómago y luego termina en la cloaca… Es lo que sale de su interior lo que los contamina, pues de adentro, del corazón… salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual…”, Marcos 7:15-21 (NTV). Como cristianos transformados debemos seguir transformándonos para que la pureza en todas las áreas sea la marca de vida.


¿Por qué es diferente el pecado sexual al resto de los pecados?

La razón está dada por el misterio de unidad de Cristo con nuestro cuerpo: “… Sus cuerpos… son miembros de Cristo. ¿Acaso un hombre debería tomar su cuerpo, que es parte de Cristo, y unirlo a una prostituta? ¡Jamás!”, 1ª Corintios 6:15 (NTV). No podemos pertenecer a dos cuerpos diferentes. O somos parte del cuerpo de Cristo o somos un cuerpo con el fornicario. Es una realidad tremenda y espiritualmente poderosa que cambia nuestra manera de ver todos los pecados sexuales, aun cuando el mundo los considere tan comunes como el comer y el beber. 
Repasemos un poco la revelación de la Palabra. Pablo asegura que tanto la digestión de los alimentos, como la disolución del cuerpo físico por la muerte son realidades innegables. Cuando habla de ‘cuerpo’ como templo del Espíritu Santo se refiere a mucho más que un conjunto de tejidos corporales; pues ‘cuerpo’ implica toda la persona. Y por el hecho de que Cristo resucitó corporalmente, Dios asegura nuestra resurrección con un cuerpo glorificado. Recordemos que Jesús habló mucho acerca de la resurrección. Jesús dijo: “Los que hicieron el bien resucitarán para gozar de la vida eterna, y los que continuaron en su maldad resucitarán para sufrir el juicio”, Juan 5:29 (NTV); Mateo 22:30; Lucas 14:14. En este contexto de resurrección, debemos entender la naturaleza del pecado sexual. Cuando el cristiano fornica, peca directamente contra el Señor porque su cuerpo que pertenece a Cristo, ahora lo une a otra persona. Cualquier otro acto de desobediencia, no es contra el cuerpo en su sentido integral, pero la fornicación es peculiarmente un acto que viola la realidad de la unión espiritual del cuerpo con la persona de Cristo, y de Cristo con el cuerpo para propósitos que involucran la vida eterna y la resurrección.


De ahí que el pecado sexual sea muy grave. La redención alcanza nuestro cuerpo con un objetivo: glorificar al Señor viviendo la clase de vida revelada en las Escrituras: “… Les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo”, Romanos 12:1 (NTV). ¡Hoy, mañana y por la eternidad todo nuestro cuerpo pertenece al Señor! Hemos muerto y fuimos sepultados con Cristo mediante el bautismo. Y, tal como Cristo fue levantado de los muertos por el poder glorioso del Padre, ahora nosotros también podemos vivir una vida nueva”, Romanos 6:4 (NTV). El bautismo representa un acto espiritual; sin embargo es el cuerpo el que recibe el bautismo. La redención del cuerpo es bíblica: “… Todos los que fueron unidos a Cristo en el bautismo se han puesto a Cristo como si se pusieran ropa nueva… Y ahora… pertenecen a Cristo…”, Gálatas 3:27-29 (NTV).


¿Podemos trivializar el pecado sexual considerando que la sociedad lo acepta sin problemas y, además es muy común?


Para Pablo la idea misma del pecado sexual era detestable y aborrecible. Según él no puede ser contemplada  por el cristiano nacido de nuevo (“Somos miembros de su cuerpo”, Efesios 5:30). La unión del cristiano con Cristo es mancillada, ultrajada y deshonrada cuando dicho cristiano comete inmoralidad sexual porque la relación sexual crea una unión entre dos personas, haciendo de ellas una sola carne, Génesis 2:24. “La voluntad de Dios es que sean santos, entonces aléjense de todo pecado sexual. Como resultado cada uno controlará su propio cuerpo y vivirá en santidad y honor, no en pasiones sensuales como viven los paganos, que no conocen a Dios ni sus caminos”, 1ª Tesalonicenses 4:3-5 (NTV). 


No podemos pretender que el mundo comprenda la transcendencia espiritual y eterna de la sexualidad, pues no tiene entendimiento para ello: “Lo que les voy a decir es una advertencia del Señor… no vivan más con pensamientos frívolos como los paganos (incrédulos)… por la dureza de su corazón… tienen oscurecido el entendimiento… Han perdido toda vergüenza, se han entregado a la inmoralidad, y no se sacian de cometer toda clase de actos indecentes. No fue esta la enseñanza que ustedes recibieron… Se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza… ser renovados en… su mente y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza… en verdadera justicia y santidad”, Efesios 4:17-24 (PDT y NVI). 

¿Y para quién es este mandamiento de la santidad?


Para todos: solteros, casados, divorciados, viudos, cualquiera sea su sexo, orientación o deseo sexual.


CONCLUSIÓN: ¿Qué implica la nueva vida en Cristo? Que ya no podemos vivir para nuestros deseos: “... Los que reciben la nueva vida de Cristo…vivirán para Cristo, quien murió y resucitó por ellos”, 2ª Corintios 5:15 (NTV). En definitiva, nuestro cuerpo ha sido redimido por Cristo y unido a su propio cuerpo. No podemos tomar lo que le pertenece y entregarlo a cualquiera. “Si vivimos, es para honrar al Señor y, si morimos, es para honrar al Señor. Entonces, tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos al Señor”, Romanos 14:8 (NTV).