El Belcebú de todos los pecados 16/2/2025 #1339
Episode 364, Feb 16, 08:31 PM
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Pastor José Luis Cinalli
16/2/2025
El Belcebú de todos los pecados
16/2/2025
El Belcebú de todos los pecados
“... Amados hermanos… Asegúrense de que ninguno de ustedes tenga un corazón... incrédulo que los aleje del Dios vivo”, Hebreos 3:12 (NTV).
La incredulidad encabeza la lista de todos los pecados; es el Belcebú, el príncipe de los pecados por las siguientes razones:
1) Rechaza a Dios intencionalmente. El incrédulo no ignora a Dios, simplemente lo rechaza voluntaria e intencionalmente. ¿Qué puede ser más ofensivo que despreciar adrede el perdón que Dios nos ofrece gratuitamente? Cristo anhelaba otorgar salvación a su pueblo, pero ellos “no quisieron”, Lucas 13:34 (DHH). La incredulidad los mantuvo lejos del Salvador y, por ende, perdieron la salvación: “… Los judíos fueron talados por no creer en Dios”, Romanos 11:20 (NT-BAD); 9:30-32. El profeta Isaías dijo: “Si… quieren… y oyeren… comerán lo mejor de la tierra” (Isaías 1:19, BL95, RV60) pero “no quisieron escuchar… pusieron su corazón como diamante para no oír…” (Zacarías 7:11-12) por lo tanto fueron deportados a Babilonia. Jesús ofrece salvación a todos, pero la mayoría no la quiere: “Ustedes no quieren creer en mí para alcanzar la vida eterna”, Juan 5:40 (TLA). La tragedia más grande en esta vida es rechazar al Autor de la vida para gozar de vida eterna.
2) Fomenta otros pecados. El origen de la desobediencia de Adán y Eva fue la incredulidad. El primer pecado del hombre no fue escandaloso ni obsceno; sin embargo, dio origen a todos los demás pecados. Dios dijo: “Si comes… morirás” (Génesis 2:17, BDA2010) y la serpiente agregó: “Eso es mentira. No morirán”, Génesis 3:4 (TLA). Adán y Eva escogieron creer al Mentiroso haciendo mentiroso a Dios. Si Adán y Eva hubieran creído lo que Dios decía no hubieran comido del fruto prohibido; pero no creyeron y la incredulidad dio lugar al pecado de la desobediencia quién a su vez trajo la muerte. Moisés le dijo a los israelitas: “¡Miren! El SEÑOR ha puesto esta tierra delante de ustedes. Vayan y tomen posesión de ella como les dijo el SEÑOR en su promesa… Sin embargo, todos… dijeron: “Primero enviemos espías…”, Deuteronomio 1:21-22 (NTV). Los israelitas desobedecieron por incrédulos y la incredulidad los dejó sin bendición. “… No pudieron entrar por causa de su incredulidad”, Hebreos 3:19 (NVI). Los israelitas debían viajar solo 11 días confiados en Dios y luego disfrutar del reposo en la tierra prometida (Deuteronomio 1:2), pero la incredulidad lo arruinó todo: “El pueblo se negó a entrar... porque no creían la promesa de que Dios los iba a cuidar”, Salmo 106:24 (NTV). Entonces, “el SEÑOR... se puso furioso… su enojo aumentó... porque no le creyeron… ni confiaron en su cuidado”, Salmo 78:21-22 (NTV). No existe cosa peor que la incredulidad, ¡tiene el poder de arruinar los mejores planes de Dios para nuestras vidas!
3) Incita a otros a pecar. ¿Recuerdas los diez espías enviados a reconocer la tierra prometida? Pecaron al desconfiar de Dios; más que eso encendieron la mecha de la incredulidad en toda la nación. Los incrédulos portan un virus que es letal para la fe de los demás. Los incrédulos no agradan a Dios y tampoco permiten que otros lo hagan. Observa lo que dijo Caleb: “Los que me habían acompañado asustaron a nuestra gente; en cambio, yo confié plenamente en mi Dios”, Josué 14:8 (TLA). Ahora observa lo que dijo Dios de Caleb: “… Creyó en mi promesa. Por eso entrará junto con sus hijos en el territorio prometido…”, Números 14:24 (TLA). La incredulidad de los diez espías se propagó como el fuego a más de tres millones de personas en cuestión de segundos. ¡Qué extraordinario poder de contagio posee la incredulidad! Eso sí, esa actitud deshonrosa y hostil de incredulidad no quedó impune: “Dios los castigó con la muerte”, Números 14:36 (TLA). “… Perecieron y sus cadáveres quedaron en el desierto”, Hebreos 3:17 (BL95). Y no solo ellos sufrieron sino también todos sus familiares: “… sus hijos… vagarán por el desierto… pagarán por la infidelidad de ustedes, hasta que el último de ustedes caiga muerto en el desierto…”, Números 14:33 (NTV). Qué serio es este asunto: ¡nos alejamos de la incredulidad, o ella nos dejará sin Dios y sin su bendición!
4) Irrita a Dios. Dios se enojó con Moisés en dos oportunidades, en Horeb (Éxodo 4:12-14) y en Meriba, Números 20. Y las dos veces por causa de la incredulidad: “… Puesto que… no creyeron en mí…”, Números 20:12 (RVC). El Señor también se enojó con su pueblo. Llamó ‘lugar de la provocación’ al sitio donde se quejaron y lo acusaron de abandonarlos en medio de los problemas: “Aquel lugar recibió el nombre de Masá -que significa “Provocación”… porque ellos provocaron al Señor, diciendo: “¿El Señor está realmente entre nosotros, o no?”, Éxodo 17:7 (BPD). Advierte el detalle, Dios no estaba enojado, estaba furioso por la incredulidad de su pueblo. Al recordar el incidente Moisés acusó a sus hermanos de ser siempre incrédulos: “No creyeron en él… Ustedes han sido rebeldes contra el Señor desde el primer día que los conocí”, Deuteronomio 9:23-24 (PDT). Israel nunca le creyó a Dios; prueba de ello fueron los incontables ídolos que llevaron en su peregrinaje por el desierto, pequeños dioses ocultos entre el bagaje a los que acudían cuando desconfiaban de Dios, Hechos 7:42-43. Los israelitas nunca confiaron en Dios y por ende nunca entraron a la tierra prometida, Salmo 78:21-22. El precio que se paga por no creer siempre es muy elevado: Moisés perdió la tierra prometida, el ministerio fue acortado y su vida terminó antes de tiempo; Israel deambuló 40 años en el desierto antes de entrar a la tierra prometida y finalmente fue llevado en cautiverio, 2º Reyes 17:14-18. ¡Qué alto resulta el precio de la incredulidad!
El N.T. comienza con uno de los casos más emblemáticos de incredulidad. Zacarías, el padre de Juan el Bautista, “era justo delante de Dios y andaba irreprensible en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor” (Lucas 1:6); sin embargo, no se eximió de la dura corrección cuando dudó de la promesa de que sería padre siendo anciano: “Como no me creíste, no vas a poder hablar hasta que suceda lo que te dije”, Lucas 1:20 (TLA). El escollo más grande que encontró Jesús en la formación de sus discípulos fue la incredulidad. Jesús los regañó diciendo: “¿Por qué tienen tan poca fe?”, Mateo 6:30 (NTV). Al orar por Pedro dijo: “Yo he rogado en oración por ti, Simón, para que tu fe no falle”, Lucas 22:32 (NTV). ¿Recuerdas la tormenta que se desató mientras los discípulos cruzaban el mar? Jesús les dijo: “¡Qué miedosos son ustedes! ¡Qué poca fe tienen!...”, Mateo 8:26 (BLA). Pedro se hundió en el agua por falta de fe. Jesús le dijo: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”, Mateo 14:31 (NT-BAD). La única razón por la que los discípulos no pudieron echar fuera el demonio de un niño fue la falta de fe: “Ustedes no tienen la fe suficiente —les dijo Jesús”, Mateo 17:20 (NTV).
La incredulidad irrita, provoca, fastidia y enoja gravemente a Dios; en cambio, confiar en Dios y sobre todo en medio de las circunstancias más difíciles, lo alegra y lo honra como nada en este mundo. Dios se sentía orgulloso de Job por su boletín de calificaciones. Tenía diez en todas las materias; diez en santidad, integridad, honestidad, lealtad y obediencia. “El SEÑOR preguntó a Satanás: — ¿Te has fijado en mi siervo Job?... es un hombre intachable y de absoluta integridad. Tiene temor de Dios y se mantiene apartado del mal”, Job 1:8 (NTV). Aunque Job era un ejemplo en todo, obtuvo la nota más sobresaliente después de rendir la última materia, la de la confianza en medio de la dificultad. Job nunca culpó a Dios por sus desgracias. Siempre se sometió a Su voluntad sin cuestionarlo. “Todos los días de mi vida esperaré, hasta que llegue mi liberación”, Job 14:14 (RV95). En medio de su desierto más profundo Job confió plena y totalmente en Dios, “Job no cometió ningún pecado en lo que dijo… No pecó contra Dios diciendo algo malo”, Job 2:10 (PDT y TLA).
Nota. Todos deberemos rendir la materia de la confianza algún día. Los problemas llegarán, pero si aprendemos a confiar en Dios y a esperar en Él sometiéndonos a Su voluntad entonces aprobaremos la materia más difícil y haremos sentir orgulloso a Dios. ¡La obediencia glorifica a Dios, pero la confianza en medio de la prueba lo glorifica aún más! Cuando pases por una dura prueba y te preguntes: “¿dónde está Dios?”, recuerda que el maestro siempre permanece en silencio durante el examen. Existen días buenos y días malos, pero Dios está presente en todos ellos. Dios tiene todo bajo control. Confía en Él. ¡Donde hay esperanza hay fe y donde hay fe suceden milagros! Una cosa final: cuidado con llorar demasiado las pérdidas; ¡tal vez lo que estás perdiendo te está salvando de perderte! Tu vida está en las manos del Señor; por lo tanto, ¡estás en buenas manos!