Orar la Palabra de Dios - 03/08/25 - #1363

Episode 388,   Aug 03, 02:36 PM

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Pastor José Luis Cinalli
03/08/25

Orar la Palabra de Dios
 “Dedíquense a la oración…”, Colosenses 4:2 (NTV). “Nunca dejen de orar”, 1ª Tesalonicenses 5:17 (NTV). “… Dedíquense seriamente a la oración”, 1ª Pedro 4:7 (DHH).

La Biblia dedica mucho espacio a la oración. Es un tema central y recurrente; sin embargo, ningún otro tema es tan infravalorado. Al comienzo de la Biblia encontramos a Adán y Eva haciendo una caminata de oración “a la brisa del atardecer, Génesis 3:8 (NRV 1990). Hacia el final del Apocalipsis se halla la última oración registrada en la Biblia. Jesús dice: “Vengo pronto” y todos responden: “Amén. ¡Ven, Señor Jesús!”, Apocalipsis 22:20 (RVC). Abundan los ejemplos de personas que se entregaron a la oración. Jacob luchó con Dios en una larga noche de oración (Génesis 32); Daniel oraba tres veces al día (Daniel 6:10) y David invocó a Dios con todo su corazón, Salmo 27. Elías en el monte, Pablo y Silas en el calabozo. La oración es nuestra primera necesidad, nuestra más grande bendición; es el aliento del alma; sin ella nos volvemos azul. Veamos ahora algunas consideraciones bíblicas acerca de la oración:

1)     Sin oración no hay salvación. “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”, Hechos 2:21; Romanos 10:13. Toda oración que salga de lo más profundo del corazón ya sea en forma de lágrimas, suspiro, grito, gemido o clamor será escuchada por Dios. Orar y perecer son dos cosas que nunca van juntas. ¡La oración no es una opción, es nuestra cuerda salvavidas!

2)     Sin oración no hay esperanza. “He orado por ti”, Lucas 22:32 (NVI). Jesús oró por Pedro y hoy “vive perpetuamente para interceder por… nosotros”, Hebreos 7:25 (LBLA, ORO). “… Cristo… está sentado a la derecha de Dios… rogando por nosotros”, Romanos 8:34 (PDT). ¿Somos conscientes de lo que esto significa? Un intercesor personal las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Todo el día, todos los días Jesús mantiene a la vista del Padre el deseo ardiente por nuestra salvación. El ahora Jesucristo glorificado ruega por nosotros y, no dejará de hacerlo, hasta que hayamos cruzado la línea de llegada y entremos victoriosos a la vida eterna.

3)     Las oraciones ‘líquidas’ son preciosas para Dios. “Cuando Cristo vivió en la tierra… oró llorando… y Dios respondió a sus oraciones…”, Hebreos 5:7 (PDT). Las lágrimas son un recurso espiritual poderosísimo siempre que se las use como un arma de humillación y no de manipulación. Ezequías “lloró… con gran lloro” (2º Reyes 20:3) y Dios le dijo: “… He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte…”, 2º Reyes 20:5 (NTV). Dios le dijo a Josías: “... Estabas apenado… te humillaste… y lloraste delante de mí… Ciertamente te escuché…, 2ª Crónicas 34:27 (NTV). ¿Cuánto hace que no vuelcas tu corazón delante de Dios con lágrimas? David lo hacía con frecuencia: “Señor, toda la noche estuve… llorando hasta que mi cama quedó bañada en llanto, Salmo 6:6 (PDT); Salmo 39:12. Y luego dijo: “… Jehová ha oído la voz de mi lloro…”, Salmo 6:8. Job expresó: “Mis ojos llenos de lágrimas buscan a Dios” (Job 16:20, PDT) y lo encontró: “Hasta ahora sólo había oído de ti, pero ahora te he visto con mis propios ojos”, Job 42:5 (NTV). Jeremías nos aconseja: “Invoca al Señor de corazón… ¡Deja correr tus lágrimas a raudales, de día y de noche…!”, Lamentaciones 2:18 (LPD). ¡Las lágrimas que fluyen de un corazón arrepentido son preciosas para Dios! ¿Te acuerdas de la mujer pecadora que derramó perfume a los pies de Jesús? ¡También derramó lágrimas! “Se colocó detrás de Jesús llorando… y empezó a mojarle los pies con sus lágrimas… (Lucas 7:38, PDT) y Jesús le dijo: “Tus pecados son perdonados… ve en paz”, Lucas 7:48-50 (NTV). ¿Y qué decir de Jacob? Sabemos que luchó con un ángel y que fue bendecido, ¿pero con qué armas? Lloró y clamó para que lo bendijera…, Oseas 12:4 (NTV). Las oraciones de utilería, superficiales, frías y sin lágrimas no producen resultado. Incluso más, Jesús aseguró que la siembra con lágrimas produce una gran cosecha: El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha. El que llorando esparce la semilla, cantando recoge sus gavillas”, Salmo 126:5-6 (BAD).

4)     La oración intercesora es la más dulce de todas. “… Oren los unos por los otros”, Santiago 5:16 (NTV). La intercesión de Jesús es la más aceptable de todas las súplicas y cuanto más parecida sea nuestra oración a la de Cristo, más agradable será para el Padre. “Cristo… intercede por nosotros en presencia de Dios”, Hebreos 9:24 (BLPH). La ofrenda más dulce que podamos ofrecer a Dios es la oración que hacemos en favor de otras personas. A los intercesores Dios los tiene en alta estima. Observa lo que Pablo dijo de Epafras: “… Este siervo de Cristo… está siempre luchando en oración por ustedes…”, Colosenses 4:12 (NVI). Epafras no oraba simplemente por su grey, sino que batallaba en oración por ellos; es decir, agonizaba al punto de tensionar cada nervio y músculo de su cuerpo. ¡Bendita la iglesia que tiene pastores y líderes tan devotos como él!

5)     La oración motivada por los intereses del Señor, siempre recibe respuesta. “Busquen primero el reino de Dios y hacer su voluntad, y… Dios les dará… todo lo que necesiten…”, Mateo 6:33 (BDA2010, TLA). Ezequías oró buscando la gloria de Dios: “… Te rogamos que nos salves… para que todas las naciones de la tierra sepan que tú eres el único Dios”, 2º Reyes 19:19 (TLA). Y, ¿qué sucedió? “Esa noche” (2º Reyes 19:35) el Señor le dio la victoria. El salmista dijo: “No a nosotros, SEÑOR, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria…, Salmo 115:1 (NBLH). Cuando el pueblo se entregó a la idolatría Dios quiso destruirlo y Moisés intercedió por ellos pensando solo en la gloria de Dios, Deuteronomio 9:26-28; Números 14:15-16. Josué tenía el mismo corazón: “… ¿Qué pasará con la honra de tu gran nombre?”, Josué 7:9 (NTV). El que quiera agradar a Dios, ver suplidas sus necesidades y recibir contestación a sus oraciones deberá colocar a Dios y a su obra en la cima de sus prioridades. ¡El que antepone los intereses del Señor vive bajo cielos abiertos!

6)     La oración del justo es el deleite de Dios. “… La oración de los rectos es Su deleite”, Proverbios 15:8 (BTX2). Dios se complace y escucha con agrado las oraciones de aquellos que viven de acuerdo a su voluntad. Rara vez consideramos el placer que nuestra oración le brinda a Dios. A menudo acudimos para aliviar nuestras presiones y buscar su bendición. Pero qué alegría le daríamos a Dios si consagráramos tiempo a la comunión sincera con Él. Si nuestra oración deleita a Dios, no seamos frugales ni tacaños en aquello que complace su corazón.

7)     La oración de los humildes es escuchada. “Si se humillare mi pueblo… yo oiré desde los cielos…”, 2º Crónicas 7:14. El fariseo y el publicano oraban al mismo Dios, leían la misma Torá y cantaban los mismos himnos, pero uno fue aceptado y perdonado, mientras que el otro rechazado y condenado. ¿Por qué razón la oración del fariseo nunca llegó al cielo? Por orgulloso. Despreciaba a los demás considerándose mejor que ellos e iba al templo solo para recordarle a Dios lo bueno que era: “… Te agradezco Dios, que no soy un pecadorno peco… Ayuno dos veces a la semana y te doy el diezmo de mis ingresos”, Lucas 18:11-12 (NTV). El publicano, en cambio, no se atrevía a levantar la mirada al cielo, sino que golpeaba su pecho diciendo: “Señor sé propicio a mí, pecador”, Lucas 18:13. La actitud con la que nos dirigimos a Dios tiene mucho que ver con la forma en que nosotros y nuestras oraciones son recibidas. San Agustín dijo: “si usted me preguntara que es la primera cosa en la religión, yo contestaría que la primera, la segunda y la tercera cosa más importante es la humildad”.

8)     La oración es el puente entre el pánico y la paz. “No se preocupen… no se aflijan (DHH)… no se angustien (LPD)… no se afanen por nada; más bien oren por todo (NT-BAD) … Así experimentarán la paz de Dios…”, Filipenses 4:6-7 (NTV). La oración alivia nuestras preocupaciones; la comunión con Dios sustituye la ansiedad por Su paz. Repasa la historia sagrada y verás que la súplica es el prefacio de las grandes bendiciones: “Así dice el Señor… he de concederle al pueblo… que me suplique…”, Ezequiel 36:27 (BAD). Si tuviéramos las bendiciones sin pedirlas las consideraríamos cosas comunes pero la súplica fervorosa hace que las bendiciones sean más preciosas que los diamantes. Por lo tanto, ni se te ocurra correr hacia el hombre para pedirle ayuda, preséntate ante Dios y preséntale tu causa. No hay nada demasiado grande para el poder de Dios, ni nada demasiado pequeño para Su cuidado paternal. ¡Si tu día está rodeado de oración, será menos probable que se desmorone!