Cristianos hechiceros y hechizados - 19/10/2025 - #1375
Episode 400, Oct 26, 09:20 PM
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Pastor José Luis Cinalli
19/10/2025
Cristianos hechiceros y hechizados
19/10/2025
Cristianos hechiceros y hechizados
“No hay brujería que funcione contra el pueblo de Dios…”, Números 23:23 (TLA).
La hechicería existe y los que la practican usan las artes mágicas, los encantamientos y las invocaciones a espíritus malignos para hacer daño. Muchas personas están hechizadas y no lo saben, han sido alcanzadas por conjuros y maleficios que están arruinando sus vidas. ¿Se puede ser libre? Claro que sí. Para neutralizar las fuerzas del mal que operan en nuestra vida, ministerio o familia necesitamos:
1. Nacer de nuevo. “Antes… estaban muertos a causa de su desobediencia… Vivían en pecado… obedeciendo al diablo… pero ahora tienen la luz… del Señor”, Efesios 2:1-2 y 5:8 (NTV). El inicio de la libertad comienza con el nuevo nacimiento. Dios tiene el poder para desatar los nudos espirituales que impiden tu bendición y abrir la puerta de la prisión en la que estás, pero tú debes hacerlo Señor de tu vida: “A todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. Ellos nacen de nuevo… un nacimiento que proviene de Dios”, Juan 1:12-13 (NTV). No se puede ser libre de un hechizo sin aceptar voluntariamente el señorío de Jesucristo.
2. Consagrarse a Dios. El fundamento de la libertad es el sacrificio de Cristo. Fuiste “comprado a gran precio” (1ª Corintios 6:20, NT-BAD) y “sellado como propiedad de Dios…”, Efesios 1:13 (DHH). Satanás ha perdido el derecho legal sobre tu vida. Fuiste rescatado “de las tinieblas satánicas…”, Colosenses 1:13 (NT-BAD). Por lo tanto, no creas ni aceptes pensamientos de fracaso. Declaraciones como “nada me sale bien”, “intenté con Dios, pero no dio resultado” no hacen más que moldear una vida autolimitada. Captura esos pensamientos de incredulidad y conviértelos en siervos de Cristo. Sabemos que todos estos pensamientos son anti-Dios porque la Palabra de Dios declara: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, Filipenses 4:13. No creas ni confieses palabras de miseria porque “Dios suplirá todo lo que… falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”, Filipenses 4:19. No des lugar al temor porque “Dios no nos ha dado el espíritu de cobardía, sino de poder, de amor, y de dominio propio”, 2ª Timoteo 1:7. No aceptes la idea de que eres un fracasado porque “Dios siempre nos lleva de triunfo en triunfo en Cristo Jesús”, 2ª Corintios 2:14. Desde hoy en adelante, confiesa y declara sólo la Palabra de Dios, sustento de tu vida y de tu fe.
3. Arrepentirse de todo pecado. “La maldición nunca viene sin causa” (Proverbios 26:2, BSO) y la causa de la maldición es la desobediencia: “A causa de nuestro pecado, se han derramado sobre nosotros las maldiciones…”, Daniel 9:11 (NTV); Deuteronomio 28:15, 29:27; Jeremías 11:8, 32:23, 44:23. El pecado nos deja sin protección. La maldición no se rompe con el paso del tiempo sino con el arrepentimiento y la confesión de los pecados. ¿Recuerdas qué pasó cuando Jesús envió a los discípulos a evangelizar? “… Predicaban que todos se arrepintieran. Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban”, Marcos 6:12-13 (LBLA). El arrepentimiento precede a la liberación y, con ésta, generalmente llega la sanidad. La victoria se logra cuando nos rendimos completamente a Dios. No puedes romper con la maldición hasta que no hayas lidiado con la causa. ¿Qué pecados le han dado derecho legal al diablo para que te zarandee? La confesión, el arrepentimiento y la obediencia le quitan la autorización al diablo para hacerte mal; entonces la maldición se rompe, los hechizos se anulan y los demonios se van.
4. Obedecer a Dios. “Obedece a Dios y vivirás… sin ser tocado por el mal… inmune a la desgracia”, Proverbios 19:23 (TLA, NBLH y BLA); Proverbios 1:33. “El que obedece a Dios… tiene un poderoso protector para él y para sus hijos”, Proverbios 14:26 (TLA). La desobediencia neutraliza la bendición, mientras que la obediencia activa la unción para la multiplicación. “Si obedeces al SEÑOR… vayas donde vayas y en todo lo que hagas, serás bendito… El SEÑOR… te bendecirá… y te dará prosperidad… Pero si… no lo obedeces… Vayas donde vayas y en todo lo que hagas serás maldito…”, Deuteronomio 28:1-19 (NTV). ¿Recuerdas a Caín? Su decisión de vivir sin Dios atrajo sobre sí la maldición de la improductividad: “Maldito serás, y la tierra que cultives no te producirá nada…”, Génesis 4:11 (TLA). La maldición opera solo cuando vivimos en pecado. El pecado atrae maldición, pero la obediencia la desactiva. Los israelitas experimentaron maldición durante todo el tiempo en que le robaron a Dios: “Ustedes me están robando... por eso… están bajo gran maldición…”, Malaquías 3:8-9 (NVI y TLA). Sin embargo, Dios les aseguró que la maldición se rompería el día en que ellos volvieran a obedecer: “Traigan los diezmos… y verán cómo abro las ventanas del cielo para derramar sobre ustedes bendiciones a raudales”, Malaquías 3:10 (BLPH). ¡Si obedecemos a Dios las maldiciones no nos alcanzarán! “Sabemos que el que ha nacido de Dios no está en pecado: Jesucristo… lo protege, y el maligno no llega a tocarlo”, 1ª Juan 5:18 (NVI). No puedes romper con la maldición en tu vida hasta que no hayas lidiado con la causa. Y la causa de la maldición siempre es la desobediencia. ¡Si terminas con la desobediencia, se termina tu maldición!
5. Renunciar a las tinieblas. “Renunciamos a lo oculto y vergonzoso…”, 2ª Corintios 4:2. La protección de Dios está disponible solo para los hijos obedientes. A quien Dios bendice los demonios no pueden maldecir. Las maldiciones que Balaam intentaba activar sobre el pueblo de Israel no surtían efecto porque ellos estaban protegidos. ¿Recuerdas la historia? “Balac… rey de Moab, empezó una guerra contra Israel. Llamó a Balaam… para que lo maldijera”, Josué 24:9 (NTV). Balac era consciente de que su dios no podía con el Dios de Israel. Entonces recurrió al recurso espiritual más poderoso que conocía: la maldición. “Si maldices a ese pueblo, te pagaré todo el dinero que quieras…”, Números 22:17 (TLA). ¿Cómo sabía Balac acerca del poder de la maldición? Porque lo había visto en Balam: “… Yo sé que tus… maldiciones siempre se cumplen… sobre el pueblo que tú… maldices, caen maldiciones”, Números 22:6 (DHH, NTV). Balaam quiso maldecir a Israel, pero no pudo: “¿Cómo puedo maldecir a quienes Dios no ha maldecido?... ¡Dios ha bendecido, y yo no puedo revertirlo!”, Números 23:8 y 20 (NTV). ¿Por qué los hechizos del gran brujo Balaam no provocaban consecuencias negativas? Porque Israel era obediente: “… Dios protege a los suyos porque ellos siempre lo obedecen”, Deuteronomio 33:3 (TLA). Balaam era un hombre empapado en el mundo ocultista (Números 24:1); sin embargo, se daba cuenta que sus recursos espiritistas eran inútiles: “… El SEÑOR… está con ellos… Ninguna maldición puede tocar a Jacob; ninguna magia ejerce poder alguno contra Israel…”, Números 23:21-23 (NTV). La fortaleza de los israelitas estaba en la obediencia. La obediencia les brindaba protección, al igual que a nosotros. Si permanecemos obedientes las maldiciones no nos alcanzarán. Y no solo eso, sino que Dios las convertirá en bendiciones: “… Como el Señor… te ama… cambió la maldición en bendición”, Deuteronomio 23:5 (BLPH). “… Si Dios está a favor de nosotros, ¿quién podrá ponerse en nuestra contra?”, Romanos 8:31 (NTV). A los obedientes las maldiciones no les alcanzan porque “la maldición sin motivo jamás alcanza su destino”, Proverbios 26:2 (PDT). Entonces, un creyente; es decir, una persona “nacida del Espíritu” (Juan 3:5), “guiada por el Espíritu” (Romanos 8:14), “controlada por el Espíritu” (Romanos 8:9, NTV) y que vive “en el Espíritu” (Romanos 8:5, PDT), “… Dios la protege…”, 1ª Pedro 1:5 (NTV) y “el maligno no la toca”, 1ª Juan 5:18. Esa persona no necesita preocuparse de que alguien lance algún tipo de hechizo sobre ella. El vudú, la brujería, los maleficios y las maldiciones no tienen poder sobre un creyente porque Satanás no es rival para el Señor. Sabemos que “el que está en nosotros es más grande que el que está en el mundo”, 1ª Juan 4:4 (PDT). El escudo que Dios nos da puede “detener las flechas encendidas del maligno”, Efesios 6:16 (PDT). “El Señor es mi luz y mi salvación. ¿A quién podría yo temerle? El Señor es la fortaleza de mi vida, así que no le temo a nadie”, Salmo 27:1 (PDT). “… Nadie ha hecho un arma capaz de destruirte… porque yo, el único Dios, hago triunfar a los que me adoran…”, Isaías 54:17 (TLA). “Yo estaré atento para defender a los míos… El opresor no volverá a oprimirlos, porque ahora yo vigilo con mis propios ojos”, Zacarías 9:8 (DHH). “… El SEÑOR… peleará por ustedes contra sus enemigos y les dará la victoria”, Deuteronomio 20:4 (NTV). “Dios es mi refugio… Él es mi escondite más alto, mi protector y Salvador…”, 2º Samuel 22:3 (PDT). “… Dios es mi refugio, él me protege; mi escudo, me salva con su poder. Él es mi escondite más alto”, Salmo 18:2 (PDT). “... Dios… cabalga por el firmamento para ir en tu ayuda… El Dios eterno es tu refugio, y sus brazos eternos te sostienen… Él es tu escudo protector y tu espada triunfante…”, Deuteronomio 33:26-29 (NTV).
Oración: “Amado Señor: gracias por tu fiel amor y tu infinita misericordia. Toda adoración y gratitud sean para ti. Con la autoridad que Cristo me ha dado anulo toda maldición sobre mi hogar conforme a la promesa de que “el Señor… pelea por nosotros” (Deuteronomio 3:22, NTV), “protege a los suyos” (Deuteronomio 33:3, TLA) y que nuestra “descendencia… siempre vencerá a sus enemigos”, Génesis 22:17 (DHH). Todo ataque del diablo es neutralizado por el poder y la sangre de Jesucristo. Declaro que el amor y la unidad sellarán mi hogar, conforme a Deuteronomio 32:30. Declaro que “ninguna maldición puede tocarnos y que ninguna magia ejerce poder” (Números 23:21-23, NTV) en contra de mi vida y familia. Proclamo que Dios cambiará cualquier “maldición en bendición”, Deuteronomio 23:5 (BLPH); Romanos 8:31. Declaro que “El Señor llevará a cabo los planes que tiene para mi vida”, Salmo 138:8, (NTV). Renuncio a todos los ídolos y confieso con mis labios que Jesús es la autoridad de mi vida y de mi hogar y que “mi familia y yo serviremos al Señor”. Josué 24:15. Declaro sabiduría para tomar buenas decisiones, conforme a lo prometido en Proverbios 3:5-6 y Santiago 1:5. Libero el favor y la perfecta voluntad de Dios sobre mi vida. Declaro un legado de fe para los que habitan bajo mi techo. Declaro que los propósitos de Dios para mi familia se están cumpliendo, nada ni nadie lo podrá detener. Declaro que, como familia, entramos en un tiempo de favor sobrenatural como nunca antes hemos vivido, ya que está profetizado: “Yo les daré un solo corazón y un solo camino para que siempre sientan temor de mí, por su propio bien y el de sus descendientes”, Jeremías 32:39 (PDT). Por último, con todas mis fuerzas y fe clamo a ti, oh Dios: “Bendice, pues, la familia de este tu siervo, para que permanezca siempre en tu presencia, pues cuando tú concedes una bendición, Señor, es una bendición eterna”, 1ª Crónicas 17:27 (NBV). Todo esto lo recibo en el nombre de Jesucristo. Amén”.
