No pierdas las bendiciones, multiplícalas - 23/11/25 - #1379

Episode 404,   Nov 23, 09:50 PM

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23/11/25 
Pra. Paola Jara

No pierdas las bendiciones, multiplícalas.

De todo lo que nuestro Padre Celestial provee quiero resaltar tres bendiciones: 1- Nos dio su Hijo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, más tenga vida eterna”, Juan 3:16 (LBLA). Su único hijo, no tenia otros. Lo hizo por amor a nosotros porque uno de los lenguajes de amor de Dios es “dar”. 2- Nos dio su Santo Espíritu: “¿Cuánto más vuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”, Lucas 11:9-13 (RV60). “Él da el Espíritu Santo sin medida”, Juan 3:34 (LBLA). “…el Espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del Señor”, Isaías 11:2 (LBLA). 3- Nos da buenas cosas: “… ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?, Mateo 7:11 (LBLA). “Si Dios no se guardó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos dará también todo lo demás?”, Romanos 8:32 (NTV). “El que no escatimó ni a su propio Hijo…”, (RV60). Los sinónimos de escatimar son retener, hacer cuentas para dar, retacear. Dios no dio algo, no dio con moderación, no fue mezquino, no retuvo. Dios dio todo lo que tenía, su único hijo por amor a nosotros. Si ya nos dio lo más valioso—su Hijo—¿cómo no dará también lo demás? Él sigue siendo nuestro Padre Celestial, fiel para proveer todo lo que necesitamos.

Dios provee para nuestras necesidades: “…tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo los alimentos, y partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la multitud. Y comieron todos y se saciaron”. Mateo 14:15-21 (LBLA) y también para nuestros deseos: “…Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, y como no sabía de dónde era (pero los que servían, que habían sacado el agua, lo sabían), el maestresala llamó al novio, y le dijo: Todo hombre sirve primero el vino bueno, y cuando ya han tomado bastante, entonces el inferior; pero tú has guardado hasta ahora el vino bueno. Este principio de sus señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él…”, Juan 2:6-11 (LBLA). Si bien el vino en la boda era esencial dentro del contexto social, cultural y religioso judío, y Jesús evitó la vergüenza y humillación de la familia, el milagro también tuvo la función de satisfacer un deseo humano. “Disfruta de la presencia del Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón”. Salmos 37: 4 (RVC-NTV)


Necesitamos entender que Dios es la fuente y el usa canales para sustentarnos, uno de ellos es el trabajo. Si no tienes trabajo no desesperes porque Dios encontrará otro canal para proveer, a menos que seas perezoso. La biblia dice: “…Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma”, 2° Tesalonicenses 3:10. “Pero si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo”. 1° Timoteo 5:8 (LBLA). Es decir que “la fe sin obras es muerta”, Santiago 2:17. Debemos aprender a experimentar a Dios y saber que esta presente en nuestro trabajo, en la provisión a nuestra familia. 

¡El mismo Dios que proveyó a su Hijo y su Espíritu también quiere darnos buenas cosas! Debemos aprender a orar. ¿Cuántas veces oramos conforme a nuestra condición económica, social o cultural, en lugar de hacerlo conforme al Dios que tenemos? ¿Cambia Dios según nuestra condición? Él sigue siendo el dueño del oro y la plata, el creador de todas las cosas, y está esperando que sus hijos cambien su condición actual por la fe que tienen en el Padre. Eso cambia todo: cuando consideramos a Dios como nuestro Padre y Proveedor, comenzamos a pedir conforme a lo que él tiene, no según lo que tenemos en la billetera. Cuando oramos reconociendo su provisión abundante, nuestra fe se alinea con su poder y no con nuestras limitaciones. La fe en el Padre nos libera de orar desde la escasez y nos permite pedir desde su abundancia infinita.

Debemos usar sabiduría para administrar lo que Dios nos da, pero pedir con fe abundante, sin limitarnos. Si oro según mi salario, le estoy orando al dinero. ¿Qué sentido tiene? Si Dios es nuestro Padre, ¿no le pediremos con confianza? Estás en una iglesia que no habría hecho nada de lo que ves si fuera solo por la situación económica. ¡Estás en una iglesia que avanza por fe! ¡Así funciona! Ahora bien, no buscamos a Dios por sus bendiciones, pero si tenemos necesidades, ¿a quién buscamos? Nos va mal por buscar al hombre, por bajar a Egipto, por ir en busca de la ayuda del faraón. Cuando buscamos a Dios, siempre nos irá bien. Por eso ora: "Nunca más pediré al dinero ni según mis capacidades. Pediré conforme a lo que Dios tiene; me aferraré a eso y seré constante en creerlo. Tendré fe y paciencia para recibirlo, porque creo que él puede dármelo". Se trata más de cuánto creemos en Dios que de lo que podemos hacer nosotros. Claro que debemos esforzarnos y trabajar, de día y de noche si es necesario, pero siempre con la confianza puesta en Dios, porque no hay nada imposible para él cuando actuamos con fe.

Dios no tiene vaivenes emocionales ni provee según cómo amanece. No proyectes tu vida en Dios, sino al revés: deja que él haga resplandecer su rostro sobre ti (Salmos 31:16). Pide conforme a su provisión y no gastes más de lo que te envía. Si tu oración está influenciada por la cantidad de dinero que tienes, entonces Mammón se metió en tu mente y tus oraciones no están siendo guiadas por el Espíritu Santo. ¡Cuidado con tener dos señores! (Mateo 6:24). Necesitamos dejar que la palabra de Dios transforme nuestra mente para creer lo que él dice de nosotros y sabernos hijos, amados y bendecidos, y que nuestros pensamientos, oraciones y reacciones sean los de un hijo bendecido. ¡Eso es lo que somos!

Deja de perder bendiciones: Obtenemos las bendiciones por fe, pero las perdemos por falta de sabiduría, desobediencia y murmuración. 1. Falta de sabiduría para edificar y administrar. "Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará; y con ciencia se llenarán las cámaras de todo bien preciado y agradable" (Proverbios 24:3-4, RV60). Casa no es solamente una edificación, es el hogar. Puedes tener la casa material pero no el hogar. Necesitamos sabiduría para edificar, prudencia para afirmar y no debilitar (Mateo 7:24), y conocimiento para tener abundancia. Todo esto viene de Dios: la sabiduría, la prudencia y la ciencia habitan en su presencia. "En el barbecho de los pobres hay mucho pan; mas se pierde por falta de juicio" (Proverbios 13:23, RV60). El barbecho es el campo preparado para sembrar, tierra fértil con potencial no explotado. La falta de juicio es falta de entendimiento, pereza, desorden, indisciplina y falta de administración. "En la época de siembra el perezoso no siembra nada; cuando llegue la cosecha buscará alimento y no encontrará nada" (Proverbios 20:4, PDT). Perdemos bendiciones (tiempo, dinero, revelación) cuando no administramos sabiamente lo que Dios nos da. 2. Desobediencia. Sabio es el que obedece (Proverbios 12:15). "El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos; pero la riqueza del pecador está guardada para el justo" (Proverbios 13:22, RV60). A Dios no le agrada que el corrupto tenga riqueza, ni que quien engaña prospere. Tarde o temprano esas personas perderán sus posesiones porque caminan en desobediencia. Dios quiere que sus hijos justos y obedientes tengan esa riqueza. 3. Murmuración e incredulidad. ¿Recuerdas al pueblo de Israel? "Sin embargo, esa gente se negó a entrar en la tierra hermosa; no creían en las promesas de Dios. En sus carpas se quejaban del SEÑOR y se negaron a obedecer lo que les ordenaba" (Salmos 106:24-25, PDT). ¡Perdieron la tierra prometida por su murmuración e incredulidad! La queja constante revela falta de fe y cierra las puertas a las bendiciones preparadas. ¡Dios nos quiere libres, sabios y obedientes para que ninguna bendición se pierda!

Multiplica las bendiciones: ¿Cómo dejamos de perder y comenzamos a multiplicar? 1. Vive lo opuesto al siervo negligente. "Pero el amo le respondió: '¡Siervo perverso y perezoso! Si sabías que cosechaba lo que no sembré y recogía lo que no cultivé, ¿por qué no depositaste mi dinero en el banco? Al menos hubiera podido obtener algún interés de él'. Entonces ordenó: 'Quítenle el dinero a este siervo y dénselo al que tiene las diez bolsas de plata. A los que usan bien lo que se les da, se les dará aún más y tendrán en abundancia; pero a los que no hacen nada se les quitará aun lo poco que tienen. Ahora bien, arrojen a este siervo inútil a la oscuridad de afuera, donde habrá llanto y rechinar de dientes'" (Mateo 25:26-30, NTV). La parábola de los tres siervos nos enseña que algunos multiplican lo que el Amo les da y otros lo pierden. Quizás el siervo no negoció porque despreció su talento, como los israelitas despreciaron la tierra prometida. Quizás pensó "me dieron menos" y dejó que el descontento, la queja y la comparación llenaran su corazón. Usa lo que tienes para edificar tu vida y el Reino, y multiplícalo para la gloria de Dios. Multiplicar lo que Dios nos dio es un mandato: "Sean fructíferos y multiplíquense. Llenen la tierra..." (Génesis 1:28, NTV). Pero no es con nuestras fuerzas, sino en obediencia a la voz de su Espíritu. 2. Vive sembrando: "Acuérdate de esto: El que siembra poco, poco cosecha; el que siembra mucho, mucho cosecha. Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, y no de mala gana o a la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría. Dios puede darles a ustedes con abundancia toda clase de bendiciones, para que tengan siempre todo lo necesario y además les sobre para ayudar en toda clase de buenas obras" (2° Corintios 9:6-8, DHH). Siembra tu tiempo, tus dones y talentos. Siembra la palabra de Dios que recibes cada día compartiéndola y aplicándola, para que en ti pueda abundar todo tipo de bendiciones.