Seré breve: si tienes fe te esperan cosas preciosas 07/06/2020 #1095

Episode 98,   Jun 07, 2020, 10:57 PM

Pastor José Luis Cinalli
7/6/2020
Seré breve: si tienes fe te esperan cosas preciosas
 
A Dios no le gusta que no confiemos en él. Para ser amigos de Dios hay que creer…”, Hebreos 11:6 (TLA).
 
Todo lo que tiene que ver con Dios tiene que ver con la fe. ¿Quieres ir al cielo? Necesitas fe. ¿Pretendes conocer a Dios? Necesitas fe. ¿Deseas alguna bendición de Dios? Necesitas fe. El primer deber del hombre es tener fe en Dios. “Este es su mandamiento: que pongamos nuestra fe en su hijo Jesucristo…”, 1ª Juan 3:23 (PDT). Es cierto que el mandamiento más importante es el amor pero el primero es la fe, 1ª Corintios 13:13. El Señor resumió sus enseñanzas en una sola frase: “… Tengan fe en Dios”, Marcos 11:22 (NTV). Y cuando se le preguntó qué hacer para agradar a Dios, Él dijo: La única obra que Dios quiere es que crean en aquel que él ha enviado, Juan 6:29 (DHH). Pablo expresó: “… Fui enviado para que el pueblo que Dios ha escogido tenga fe en él…”, Tito 1:1 (PDT).
 
Fe es el bien más preciado que posees: “… Vale mucho más que el oro…”, 1ª Pedro 1:7 (NVI). Por tal motivo, ¡ten cuidado!, porque la duda quiere robarte la fe. Adán y Eva fueron visitados por ella antes de que pecaran. La duda no viene para convencer sino para confundir. Nunca te ofrece soluciones, solo plantea problemas. ¿Te ha estado visitando también a ti? Si has pensado que Dios ha sido injusto, si dudas de su amor, si ya no crees en su perdón, si piensas que Él no puede ayudarte o si crees que Dios se ha vuelto sordo, indiferente o, lo que es peor, mudo; entonces sí que la duda ha estado merodeando. La duda es muy mala. Es capaz de atormentarnos sin piedad. Es como un embustero meloso que hace trampas. No ves sus intenciones hasta que es demasiado tarde. Por lo tanto, sugiero que no le permitas la entrada de ahora en adelante. Y si aparece acompáñala a la salida, hasta la loma, hasta el calvario, hasta la cruz y dile allí: “Dios estuvo dispuesto a renunciar a su Hijo antes que renunciar a mí, así que lárgate”.
 
La fe tiene importancia para la vida eterna, pero también para la vida presente. La gente sin fe se derrumba fácilmente ante los problemas: “Si ustedes no se mantienen firmes en su fe, no podrán permanecer firmes en nada”, Isaías 7:9 (PDT). Jesús estaba convencido de esta gran verdad por eso oró para que la fe de Pedro no fallara cuando estuviera en la zaranda del diablo, Lucas 22:32. La fe lo es todo. La fe te sostiene y sin fe te desmoronas. “… Confíen en el Señor… y se sentirán seguros; confíen… y todo les saldrá bien, 2º Crónicas 20:20 (DHH). “Confíen en El en todo tiempo… ¡Confía siempre en Dios!...”, Salmo 62:8a (NBLH) y 8b (TLA). No hay razón para desconfiar de Dios: “Nuestros antepasados confiaron en ti, y los rescataste. Clamaron a ti, y los salvaste; confiaron en ti y nunca fueron avergonzados, Salmo 22:4-5 (NTV). Sin fe tus gigantes se harán un festín contigo, pero con fe ellos no tienen posibilidades. Sin fe te hundirás en el desánimo, pero con fe hasta las montañas se moverán. Sin fe solo verás obstáculos a lo largo del camino, pero la fe te hará ver a quien puede removerlas. Entonces, si Dios es la única respuesta a nuestras necesidades y si Él nunca le falló a quienes se acercaron buscando su ayuda “… debemos seguir confiando en él, Hebreos 4:14 (TLA).
 
Ahora bien, ten por seguro que tu fe será puesta a prueba como sucedió con la mujer sirofenicia, quien se acercó a Jesús pidiéndole por su hija endemoniada: “… ¡Ten compasión de mí, Hijo de David! ¡Mi hija está atormentada por un demonio!”, Mateo 15:22 (PDT). La mujer volverá a su casa con el milagro pero no sin antes haber sorteado tres grandes obstáculos:
 
1)    El silencio de Jesús. “Jesús no le respondió ni una sola palabra…”, Mateo 15:23 (NT-BAD). La mujer clama, pide y ruega pero Jesús no le da ninguna respuesta. Ni siquiera la registra. ¿Te suena familiar? Los silencios de Dios son bien conocidos por todos nosotros. Es posible que lleves tiempo pidiendo por algo sin tener respuesta alguna. No te resignes. Expresiones tales como: “Dios no me escucha”, “a Dios no le importo” o “Dios no me tiene en cuenta”, son muy comunes aun entre creyentes. ¿Y sabes una cosa? Estas personas no solo pierden la fe, también pierden el milagro que hubieran recibido de haber perseverado en la oración de fe. ¿Qué hubiera sucedido si la mujer se hubiera resignado al silencio de Jesús? Habría vuelto a casa sin su milagro. Pero eso no sucedió. La mujer insistió. Siguió gritando, clamando y pidiendo con mayor fuerza. Agotó la paciencia de todos, hasta la de los discípulos, quienes se acercaron a Jesús y le dijeron: “…Dile que se vaya, que ya nos tiene cansados, Mateo 15:23 (NT-BAD). Dios es bueno y está interesado en tus asuntos aunque a veces no lo parezca. Sus silencios y demoras tienen por finalidad probar tu fe. Quiere ver hasta dónde llegaremos con el asunto. ¿Eres de darte por vencido rápidamente? No lo hagas. Abre las puertas del cielo a cañonazos. Bombardea el cielo con oración. No vuelvas del trono de la gracia hasta que no tengas una respuesta de Dios. Cualquiera sea la situación en la que te encuentres o cualquiera sea el problema que estés enfrentando tienes que saber que nuestro gran Dios puede ayudarte si aprendes a perseverar en oración sin perder la fe. Jesús dijo: “Si sigues tocando a la puerta el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas… Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden...”, Lucas 11:8-9 (NTV).
 
2)    La indiferencia de Jesús. “… Jesús le dijo a la mujer: —Me enviaron a ayudar a las ovejas perdidas de Israel, no a los gentiles”, Mateo 15:24 (NT-BAD). ¡Qué extraña manera de actuar! Primero la ignora y luego le dice que no tiene nada para ella. Su respuesta hubiera dejado nocaut a más de uno, pero no a esta mujer que tenía un corazón soleado y una perseverancia indómita. Nosotros nos hubiéramos llenado de amargura y hubiéramos despotricado vomitando cochinadas a los cuatro vientos. La mujer, en cambio, demostró tener una fe intrépida, osada, testadura: “… Se le acercó y de rodillas le suplicó de nuevo: — ¡Señor, ayúdame!”, Mateo 15:25 (NT-BAD). No se ofendió ni se amargó. Estaba inmunizada contra el desaliento y decidida a obtener su milagro. Esa es la clase de fe que a Dios le agrada premiar. Una fe que no se da por vencida nunca. Era insistente porque Jesús era su única esperanza. La mujer ora en serio. Muchas personas oran, pero también prueban por otro lado. No creen solo en la oración, no tienen la convicción plena de que Dios es el único que puede ayudarlas. Ahora bien, advierte una cosa. Cuando la mujer comenzó la conversación llamó a Jesús Hijo de David: “¡Ten compasión de mí, Hijo de David...!”, Mateo 15:22 (PDT). Pero terminó llamándolo Señor, Mateo 15:25. Además comenzó por seguirlo, pero terminó de rodillas ante él. Empezó pidiendo y termino adorando. ¿Qué significa todo esto? Que su fe, que ya era muy grande, creció aún más durante el encuentro con Jesús. ¡La fe crece cuando estamos con Dios! La petición a un gran hombre se transformó en la oración a un gran Dios. Los silencios de Dios y sus ‘evasivas’ tienen por finalidad aumentar nuestra fe, desarrollar nuestro carácter y estimularnos a buscar solo en Dios aquello que ninguna otra persona puede darnos.
 
3)    La respuesta negativa de Jesús. “No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos”, Mateo 15:26 (NBJ). Es como si Jesús le dijera: “tú no eres de mi pueblo. No puedo sacarle el pan a mi familia y dártelo a ti”. Primero la ignora, luego la evade y finalmente le niega el milagro. Encima habla de ella como si fuera un perrito. Esta mujer sí que tenía motivos para estar amargada. Pero ella no se ofendió sino que dijo: “Sí, Señor… pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos”, Mateo 15:27 (NBJ). La mujer no pretendía que Jesús le sacara el pan a su familia, solo pedía las migajas. Se consideraba a sí misma como el perrito que se sienta debajo de la mesa esperando que el amo le tire alguna sobra. Entiéndase bien. Jesús no quería negarle el milagro. Solo probaba su fe. Al final Jesús exclamó: “… Mujer, ¡qué fe tan grande tienes! Que se cumplan tus deseos. Y en aquel momento, su hija quedó sana”, Mateo 15:28 (BNP). Y tu fe, ¿es grande o es pequeña? ¿Es fuerte o débil? Déjame darte tres recomendaciones finales para fortalecer tu fe: 1) Pasa más tiempo con Dios. Job dijo: “Dios… es mi única esperanza; voy a presentar mi caso ante él”, Job 13:15 (NTV). 2) Aléjate de la duda. Si Dios se demora en contestarte no es porque se olvidó de ti, es porque te está probando. 3) Cree firmemente en las promesas de Dios. La Biblia dice claramente que “hay dos cosas imposibles: que Dios mienta y que no cumpla lo que promete…”, Hebreos 6:18 (PDT). Si Dios dijo que estaría con nosotros. ¡Lo estará! Por eso pase lo que pase, no pierdan nunca esa feliz confianza en el Señor…”, Hebreos 10:35 (NT-BAD).