Parábola de la lámpara encendida 14/2/2021 #1131

Episode 134,   Feb 19, 2021, 03:04 PM

Pastor José Luis Cinalli
14/2/2021
Parábola de la lámpara encendida
 
“Nadie enciende una lámpara y luego… la esconde debajo de la cama. Una lámpara se coloca en un lugar alto, donde todos los que entran a la casa puedan ver su luz. Pues todo lo secreto… se descubrirá, y todo lo oculto saldrá a la luz y se dará a conocer a todos. Así que, presten atención a cómo oyen. A los que escuchan mis enseñanzas se les dará más entendimiento. Pero a los que no escuchan, se les quitará aun lo que piensan que entienden”, Lucas 8:16-18 (NTV).
 
Hace muchos años atrás un hombre solía caminar por las oscuras calles de la ciudad llevando una lámpara encendida. Un día alguien le preguntó: “¿Qué razón tiene llevar una lámpara en la mano si tú eres ciego?”. Él respondió: “No la llevo para iluminar mi camino; conozco las calles de memoria. La llevo para que otros encuentren su camino cuando me vean”. ¡Dónde hay cristianos hay luz! Jesús dijo que los creyentes “deben ser luz para los demás…”, Mateo 5:16 (PDT). El apóstol Pablo agregó: “… ¡Brillen como antorchas en el mundo!”, Filipenses 2:15 (NT-BAD). El creyente que obedece a Dios enciende una luz en este mundo de tinieblas haciendo que las personas encuentren el camino al cielo. Así como “… Dios es luz…” (1ª Juan 1:5) sus hijos también deben serlo: Ustedes son hijos de la luz… son la luz del mundo, 1ª Tesalonicenses 5:5 y Mateo 5:14 (NTV). En resumen: ¡la iglesia no existe para deslumbrar o iluminarse a sí misma sino para iluminar el camino de los demás!
 
Veamos ahora las diferentes formas en las que podemos ser luz:
 
1)    Somos luz del mundo si predicamos el evangelio de Cristo. Te pondré como una luz para las naciones, y haré que lleves la salvación hasta el último rincón del mundo”, Isaías 49:6 (TLA). “… Te llamé… para que seas... luz de las naciones, Isaías 42:6 (DHH). “… Ahora te envío… Tu misión será abrirles los ojos para que salgan de la oscuridad y entren a la luz…”, Hechos 26:17-18 (PDT). No está bien que seamos discípulos secretos, escondiendo a Cristo de los demás. Nuestro tesoro debe ser compartido. El creyente que no confiesa abiertamente a Jesucristo no es luz sino tinieblas. Una forma habitual de esconder la luz es limitar nuestra actividad evangelística a la iglesia. Tengamos en cuenta que la inmensa mayoría de las personas que están perdidas, camino del infierno, no frecuentan los templos. Por eso Jesús nos ordenó: “… Saldrán a dar testimonio de mí…”, Hechos 1:8 (DHH). “…Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Noticia a todos”, Marcos 16:15 (NTV). Precisamente a esto se refería Jesús cuando dijo que lo secreto y lo oculto debía salir a la luz. Es el evangelio del Señor el que tiene que darse a conocer para que todo el mundo lo conozca. Y para eso debemos estar bien instruidos en su revelación: “Presten atención a cómo oyen…”, Lucas 8:18 (NTV). El creyente debe escuchar atentamente a Dios si quiere ser luz en la oscuridad de este mundo. Pero si el creyente pasa poco tiempo en contacto con la luz verdadera será una lámpara que irradia poca luz. Es un hecho que la exposición permanente a la luz divina nos otorga un brillo especial. ¿Recuerdas a Moisés? Su rostro resplandecía porque había hablado con el SEÑOR…, Éxodo 34:29 (NTV). Lo mismo sucedió con Jesús. Sus discípulos vieron que “la cara le brillaba como el sol…”, Mateo 17:2 (NTV). Esteban es otro ejemplo. La Biblia dice que cuando lo apedreaban su cara comenzó a brillar como la de un ángel, Hechos 6:15 (NTV). También es cierto que todo el mundo se da cuenta cuando una persona ha descuidado su relación con Dios. Jonatán sabía que Dios ya no estaba con su padre. Le dijo a David: “Que el Señor esté contigo como antes estaba con mi padre, 1º Samuel 20:13 (NTV). La única razón por la que el rostro de muchos creyentes no brilla es porque no pasan tiempo con Dios. Y, ¿qué clase de evangelio dará a conocer aquel que no escucha a Dios?  
 
2)    Somos luz del mundo si reflejamos a Cristo en nuestra vida. “... Ahora tienen la luz que proviene del Señor. Por lo tanto, ¡vivan como gente de luz!, Efesios 5:8 (NTV). Sé ejemplo… en la forma en que enseñas y vives…, 1ª Timoteo 4:12 (NT-BAD). “… Vivan una vida digna de su llamado… Entonces el nombre de nuestro Señor Jesús será honrado por la vida que llevan ustedes…”, 2ª Tesalonicenses 1:11-12 (NTV). El buen testimonio puede ser una inspiración para que las personas se acerquen a Dios, pero el mal testimonio produce el efecto contrario. Se decía de cierto predicador: “predica tan lindo que cuando está en al púlpito nadie quiere que baje, pero vive tan mal que cuando está debajo del púlpito nadie quiere que suba”. Practicar lo que uno predica es fundamental para ganar a otros para Cristo. Incluso es posible que maridos incrédulos sean ganados por el testimonio de sus esposas: “… El comportamiento de ustedes podrá convencerlos, pues verán que ustedes… honran a Dios, 1ª Pedro 3:1-2 (TLA). Una mujer solo podrá ganar a su esposo inconverso si HONRA A DIOS. No se trata de aceptar y obedecer todo lo que el marido diga, máxime cuando lo que pide no honra a Dios. Ninguna mujer ganará a su esposo deshonrando a Dios. Los líderes de la iglesia también deben guiar con su ejemplo: “No abusen de la autoridad que tienen sobre los que están a su cargo, sino guíenlos con su buen ejemplo, 1ª Pedro 5:3 (NTV). Hay mucha ‘luz’ en el buen ejemplo. La mayoría de la gente no lee la Biblia. La única ‘Biblia’ que leen es la vida de los cristianos. Aprenden mucho del evangelio ‘escrito’ por medio del testimonio de los creyentes: “… Sus vidas son una carta escrita… que todos pueden leerla…”, 2ª Corintios 3:2 (NTV). La forma en la que nos comportamos, ¿es una inspiración para que las personas sigan a Cristo o por el contrario hace que vituperen su nombre?  
 
En la parábola Jesús también revela el secreto de la verdadera prosperidad. La clave está en saber escuchar a Dios: Presten atención a cómo oyen. A los que escuchan mis enseñanzas se les dará más entendimiento…, Lucas 8:18 (NTV). El texto hace referencia al oído obediente, a quien oye y pone en práctica la Palabra de Dios. Es a esa clase de creyentes a quienes Jesús promete bendecir. El que refleja a Cristo y lleva frutos será muy bendecido. Cada bendición es garantía de mayores bendiciones. Es un fluir que no se detiene. Al buscador, al que opera en los dones recibidos, al que se compromete y desea crecer, Dios le asegura mayor prosperidad, más sabiduría, creciente revelación, más gracia, mejor conocimiento y más poder; en fin, inagotables y cuantiosas bendiciones.
 
Sin embargo existe un requisito más para vivir en plenitud de gozo y felicidad duradera. Debemos compartir la Palabra que hemos creído y estamos obedeciendo. El creyente que no sirve a Dios compartiendo el evangelio con los demás no puede ser plenamente feliz. La bendición prometida es para los que comparten el mensaje de Cristo: “… Con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les dará a ustedes; y les dará todavía más”, Marcos 4:24 (VP). Dios mide gracia y bendiciones según la medida del hombre. Si damos mucho; Dios da mucho, si poco, entonces, poco. La persona que sirve a Dios predicando a Cristo no solo conservará las bendiciones que Dios le ha dado sino que recibirá aún más. Lo que tiene se multiplicará. Las bendiciones se traducirán en más bendiciones; a la revelación le seguirán nuevas revelaciones. ¡Qué generoso es nuestro Dios: tenemos, pero promete proveernos más! Cuando Dios ama, ama al mundo entero. Cuando da, da a su único hijo, Juan 3:16. Cuando perdona, perdona abundantemente y olvida, Isaías 55:7; Miqueas 7:18-19. Cuando intercede, lo hace para siempre (Hebreos 7:25) y cuando bendice, nos sigue bendiciendo. En otras palabras, cuando da, da y vuelve a dar.
 
He aquí algunos ejemplos bíblicos de lo que estamos diciendo. Cuando Salomón pidió sabiduría Dios le añadió además riquezas y una larga vida. Zacarías pidió un hijo y Dios le regaló el más grande de todos los profetas. Abraham pidió un heredero y Dios le dio una gran nación. Una viuda pidió pagar sus deudas y Dios le añadió un negocio que la mantuvo a ella y a sus hijos por mucho tiempo, 2º Reyes 4:7. El centurión romano rogó por la sanidad de un siervo y el Señor le regaló uno de los mayores elogios que haya dado a hombre alguno, Mateo 8:5-13. No solo que perdona nuestro pecados sino que nos adopta como sus hijos y nos concede paz, santidad, gozo, seguridad, libertad y acceso a su presencia. Nos hace más que vencedores. ¿Te parece poco? ¡Para los que oyen, obedecen y llevan frutos brillando como una luz mediante la predicación del evangelio, toda bendición es garantía de mayores bendiciones! ¡Cuánto más damos más recibiremos y más felices nos sentiremos! El secreto está en no esconder la luz que hay en nosotros. Es hora de empezar a brillar.