El que pide recibe 05/12/2021 #1173

Episode 184,   Dec 05, 2021, 09:40 PM

Pastor José Luis Cinalli
05/12/2021
El que pide recibe

“Dios tuvo compasión de Raquel y respondió a sus oraciones. Le permitió quedar embarazada y tener un hijo”, Génesis 30:22-23 (TLA).

Raquel fue estéril mucho tiempo, Génesis 30:2. Su esposo Jacob pudo haber recurrido a Dios pidiéndole un milagro para su esposa, pero no lo hizo. Había visto la manifestación del poder de Dios en su propio hogar. Su madre había sido estéril hasta que un día “Isaac rogó al SEÑOR… y el SEÑOR contestó la oración… y Rebeca quedó embarazada…”, Génesis 25:21 (NTV). Es más, debe haber escuchado la historia de su abuelo Abraham, de cómo Dios hizo un milagro extraordinario permitiéndole a Sara engendrar siendo anciana. Entonces, después de todo lo que Jacob presenció en su propia familia, ¿por qué razón no le pidió a Dios un hijo para Raquel? Supongamos que Jacob olvidó el ‘pequeño detalle’ de recurrir a Dios; entonces, ¿por qué no lo hizo Raquel? Ella también conocía la historia familiar de su esposo. Además sabía que Dios había prometido bendecir la descendencia de Jacob y ella, por ser su esposa, formaba parte de esa bendición. En definitiva, Jacob y Raquel no tenían un hijo porque no se lo pedían a Dios: “… Si no tienen lo que desean es porque no se lo piden a Dios, Santiago 4:2 (NT-BAD). Jesús dijo: “Pide y se te concederá lo que pidas… porque el que pide, recibe…”, Mateo 7:7-8 (NT-BAD).  

Pongamos bajo la lupa la actitud y el comportamiento de Raquel. Ella sabe que Dios es capaz de hacerla engendrar. Solo tiene que pedírselo. ¡Pero no lo hace! En lugar de eso recurre a los medios humanos conocidos en la época. Probó todo para tener un hijo propio, incluso estuvo dispuesta a ‘alquilar’ a su esposo a cambio de las famosas ‘frutas del amor’, llamadas mandrágoras. Se les atribuía propiedades afrodisíacas y también se creía que inducía la fertilidad. ¿Recuerdas la historia? Rubén, el hijo mayor de su hermana Lea, encontró mandrágoras en el campo y se las trajo a su madre. Cuando Raquel las vio le hizo a su hermana esta propuesta: “Dejaré que Jacob duerma contigo esta noche si me das algunas mandrágoras”, Génesis 30:15 (NTV). Este ingenioso intento de Raquel por tener un hijo también fracasó, por lo que terminó aceptando la idea de que no existía ninguna otra opción más que tener hijos por medio de su sierva Bilha. ¿Quedó satisfecha Raquel ahora que tenía hijos de su sierva? No. Nadie puede ser feliz viviendo de espaldas a Dios. Nadie puede lograr el bienestar violando los mandamientos del Señor. Raquel intentó por todos los medios quedar embarazada. Pero sus medios carecían de fe. Ella tenía que aprender, después de tanto sufrir, que solo Dios podía ayudarla. Solo Dios podía darle un hijo si tan solo ella se lo pedía. Dios dice: “Yo quiero sanar… pero… nadie clama a mí en busca de ayuda… En lugar de invocarme con corazón sincero se… alejan de míMiran en todas partes menos al Altísimo…”, Oseas 7:1-16 (NTV).

Finalmente, y después de agotar todas las instancias humanas, Raquel acudió a Dios. Y Dios contestó su oración y le dio un hijo. ¡Cuánto tiempo perdió Raquel! Y cuántos dolores de cabezas se hubiera evitado si hubiera recurrido a Dios desde el principio. ¡Qué orgullosos somos! ¡Qué difícil resulta confiar solo en Dios! Pero más difícil es vivir con las consecuencias de haber tomado decisiones sin la dirección de Dios. Raquel también tenía pruebas en la familia de su esposo de que tomar decisiones impulsadas por la impaciencia producen consecuencias que no se desean. Sara tenía la promesa de un hijo, pero en un momento de impaciencia hizo lo mismo que Raquel: entregó su sierva a su esposo para que tuviera hijos por ella. Y solo la eternidad revelará los daños que produjo semejante decisión. Resiste la tentación de olvidarte de Dios. Resiste la tentación de tomar atajos para obtener lo que quieres. Recurre a Dios y espera en Él. No estamos sugiriendo que te acuerdes de Dios solo cuando quieras algo. Dios no es un supermercado al que recurrimos solo cuando tenemos una necesidad. Lejos esté de alentarte a una actitud mercantilista e interesada. Nada de eso. Busca a Dios. Busca su rostro antes que bendiciones. Enamórate de Él y no de sus riquezas. Que Dios sea tu amigo, tu compañero, tu consejero y tu pastor. Que sea tu todo. Que sea tu Dios.

Volvamos a la historia. Raquel clama y Dios contesta su oración. El que clama a Dios obtiene su ayuda. El SEÑOR oye el clamor de los necesitados…”, Salmo 69:33 (NTV). David dijo: “Con paciencia esperé que el SEÑOR me ayudara, y él… oyó mi clamor, Salmo 40:1 (NTV). Si no pedimos, no recibimos. Los israelitas vivieron esclavizados hasta el día en que recurrieron a Dios clamando por su liberación: “… Los israelitas… clamaron por ayuda y su clamor subió hasta Dios…”, Éxodo 2:23 (NTV). Dios dijo: He oído… el clamor…”, Éxodo 6:5 (SB-MN). “… He escuchado sus gritos pidiéndome ayudaPor eso he venido a librarlos del poder egipcio, Éxodo 3:7-8 (TLA). Los israelitas recibieron la ayuda de Dios cuando se la pidieron.  ¡Dios siempre responde a la oración de aquellos que claman con fe!

Lo que nadie entiende es por qué los israelitas esperaron tanto tiempo para clamar a Dios. ¿Habrán creído que el sufrimiento despertaría la bondad del Señor? Es común hoy en día que las personas crean que Dios está obligado a ayudarlas porque se hallan en alguna necesidad. Y cuando no reciben lo que esperan, se enojan y le echan la culpa a Dios de todas sus desgracias. Lo que tenemos que saber es que Dios actúa como respuesta a la fe y no a la necesidad. ¿Por qué crees que Dios le dio un hijo a Ana? No fue porque tenía el deseo de ser madre sino porque clamó con fe. Ana era una mujer piadosa que ofrecía sacrificios al Señor todos los años, en el lugar de la adoración. Pero aun así Dios no atendía su necesidad. Ni su necesidad ni sus lágrimas tocaron el corazón de Dios. Solo la fe lo hizo. Dios respondió cuando Ana clamó: “… Muy dolorida de alma… suplicó al Señor y llorando lloró”, 1º Samuel 1:10 (Septuaginta). Lo mismo hizo Raquel. Fue madre solo cuando recurrió a Dios en oración. Quejarnos de la crisis en la que estamos no la resolverá. Dejar que el tiempo pase tampoco. Lo que debemos hacer es levantar la mirada y clamar a Dios, tal como lo hicieron los israelitas, Ana y Raquel. “¡Dios… se apiadará de ti cuando clames pidiendo ayuda! Tan pronto como te oiga, te responderá, Isaías 30:19 (BAD).

Existe otra condición para que el clamor sea escuchado. El que clama debe tener fe: “Clamaron a Dios… y él contestó su oración porque confiaron en él…”, 1º Crónicas 5:20 (NTV). “Dios… bendice a los que en él confíana quien pone su esperanza en… Dios, Salmo 146:5 (TLA y DHH). Clamar no es hacer una oración al pasar, mientras bostezamos. El clamor nace de un corazón que ha tocado fondo y ya no tiene opciones. Es el caso de Ana, Raquel y la mujer sirofenicia; incluso de la que tenía flujo de sangre. Todas ellas acudieron a Dios convencidas de que nadie más podía ayudarlas. Y Dios las ayudó. Jeremías aconseja: “… ¡Levántate y grita! ¡Vierte tu corazón, como un torrente, en la presencia del Señor!...”, Lamentaciones 2:19 (RVC). ¿Y qué decir de Jesús? “Era tal su agonía, era tan intensa su oración, que el sudor que le brotaba de la frente parecía enormes gotas de sangre…”, Lucas 22:44 (NT-BAD). “Cristo… oró llorando y suplicando a gritosofreció oraciones y súplicas con gran clamar y lágrimas, Hebreos 5:7 (PDT y NTV). ¿Alguna vez clamaste a Dios llorando y gritando? No hablo de ese tipo de gritos que escuchamos en la casa o en la calle. No son gritos de enojo, furia o ira. Son gritos de fe y esperanza. Son gritos que reconocen a Dios como la única opción posible. ¿Sabes una cosa? Muchas de nuestras oraciones no son contestadas porque no clamamos. Son oraciones tibiecitas. Golpeamos las puertas del cielo muy poco y con escasa entrega o pasión. Con frecuencia ni siquiera estamos convencidos de que Dios vaya a respondernos.

Entonces, ¿qué haremos ahora que sabemos que Dios responde solo al clamor que se hace con fe? ¿Clamaremos? ¿Clamaremos para que nuestra familia sea salva? ¿Clamaremos para que la nación se vuelva a Dios? ¿Clamaremos por un avivamiento? Si lo hacemos Dios nos escuchará. Recuerda que la solución a tu problema no es la resignación. El tiempo no lo solucionará. Bajar a Egipto y pedir la ayuda del Faraón tampoco. En lugar de todo ello, ¡clamemos a Dios! El pueblo de Dios clama a él… y no tardará en darle lo que necesita, Lucas 18:7 (PDT). “… Dios les tendrá compasión tan pronto como le pidan ayuda. En cuanto oiga sus gritos, les responderá, Isaías 30:19 (TLA). Si clamas, el Señor responderá a tus gritos…”, Isaías 58:9 (SB-MN). “Invocarás, y el SEÑOR responderá; Clamarás, y El dirá: “Aquí estoy’, Isaías 58:9 (NBLH). Dios promete: Cuando ustedes clamen a Mí y oren a Mí, Yo los escucharé, Jeremías 29:12 (Kadosh). El SEÑOR oye a los suyos cuando claman a él por ayuda; los rescata de todas sus dificultades”, Salmo 34:17 (NTV). De algo pueden estar seguros: … el SEÑOR… responderá cuando lo llamen, Salmo 4:3 (NTV).