Cómo recuperar las bendiciones perdidas 18/9/2022 #1214

Episode 226,   Sep 18, 2022, 09:18 PM

Pastor José Luis Cinalli
18/9/2022
Cómo recuperar las bendiciones perdidas

“… Arrepiéntanse ahora mismo… y vuelvan a mí… entonces les devolveré lo que perdieron, Joel 2:12-13 (TLA) y 2:25 (NTV).

La desobediencia tiene el poder de anular una bendición. ¿No lo crees? Observa entonces lo que le sucedió a Elí. Dios le prometió que lo serviría para siempre junto a su familia. Sin embargo, la promesa quedó sin efecto a causa de su desobediencia: “Por cuanto has hecho esto (honrar a los hijos más que a Dios), de ninguna manera permitiré que… me sirvan, aun cuando yo había prometido que… me servirían siempre…”, 1ª Samuel 2:30 (NVI). Ahora bien, ¡así como una promesa puede ser cancelada por la desobediencia, un juicio puede ser anulado por el arrepentimiento! “Corrijan su conducta…, obedezcan a… Dios, y el Señor se arrepentirá del castigo con el que los ha amenazado, Jeremías 26:13 (BDA 2010). ¡Qué gran noticia! El arrepentimiento deja sin efecto el castigo prometido: “Vuélvanse a mí de todo corazón... porque el Señor es tierno y compasivo… dispuesto siempre a levantar el castigo, Joel 2:12-13 (DHH). Veamos algunos ejemplos bíblicos. El día en que Josías se humilló, Dios dijo: “… No enviaré el desastre que he prometido…”, 2º Reyes 22:20 (NTV). A causa de su orgullo Dios había decidido castigar al rey Ezequías, pero no lo hizo porque “se humilló y se arrepintió de su soberbia...”, 2º Crónicas 32:26 (NTV). ¿Y qué decir el perverso rey Acab? La Biblia dice que “… no hubo nadie como Acab que ofendiera tan gravemente al Señor…”, 1º Reyes 21:25 (BLPH). Sin embargo, un día se arrepintió de su maldad y halló misericordia. Dios le dijo a Elías: “¿Viste cómo Acab se ha humillado ante mí? Por haberse humillado, no haré lo que prometí mientras él viva...’”, 1° Reyes 21:29 (NTV). Otro ejemplo parecido es el de Manasés. Era tan corrupto como Acab, pero un día: “... Se humilló tanto… que Dios escuchó su oración y lo perdonó. Además, le permitió volver a Jerusalén para reinar sobre Judá…”, 2º Crónicas 33:11-13 (TLA). ¡Qué poder tiene el arrepentimiento! Manasés no solo fue perdonado sino restituido a su posición real. ¿Alcanzas a comprender la grandeza del amor de Dios? En la lista de reyes corruptos, Acab y Manasés están en la cima. Sus vidas son un catálogo de hechos malvados. Sin embargo, un día se arrepintieron y Dios los escuchó. Si Dios pudo perdonar a Acab y Manasés, con seguridad puede perdonar a cualquiera que se acerque a Él en las mismas condiciones. ¿Estás agobiado por la culpa? No importa lo que hayas hecho y cuán grave haya sido tu pecado, si te vuelves a Dios te todo corazón Él te mostrará misericordia. Hasta la hora de la muerte, nadie está fuera del alcanza del perdón de Dios.

Una nación también puede ser beneficiada por el arrepentimiento: “Si la nación… se arrepiente de su maldad, también yo me arrepentiré del castigo que había pensado infligirles…”, Jeremías 18:8 (NVI). El ejemplo más claro fue Nínive: “… Al ver Dios… cómo se habían arrepentido de su mala conducta… no los castigó…”, Jonás 3:10 (BL95). Cuánta esperanza encontramos en este recurso espiritual llamado arrepentimiento. Si Dios promete castigo al rebelde pero éste cambia, Dios se arrepiente y no lo castiga. Si Dios promete bendición al justo y éste se vuelve rebelde, Dios se arrepiente y ya no lo bendecirá. No es Dios el que cambia sino el hombre. ¿Puedes entenderlo? Imagínate a un hombre caminando en círculo alrededor de una piedra. Al comenzar está al norte de la roca. La roca está al sur del hombre. El hombre camina y se coloca al este de la roca. La roca está al oeste del hombre. La roca no se mueve y, sin embargo, su dirección en relación al hombre cambia a cada paso que el hombre hace. Los sentimientos de Dios para con los hombres cambian al cambiar ellos. Recuerda: ¡el llamado y los dones son irrevocables; el destino y propósito que Dios tiene para nosotros es permanente, pero nuestra desobediencia puede cancelar sus mejores planes!

Repasemos. La desobediencia es un mal negocio porque impide la bendición de Dios. Pero entiéndase bien. No es el deseo de Dios castigarnos: “El Señor no desea hacerle daño ni causarle sufrimiento a la gente… sino que cambie de conducta y viva, Lamentaciones 3:33 (PDT) y Ezequiel 18:23. Dios no es un padre duro, severo y riguroso que nos espía con la intención de ‘bajarnos la caña’ cuando cometemos un pecado. Nada de eso. Dios vive dándonos oportunidades para hacer lo correcto y volver a su regazo: “Dios es paciente porque… quiere que todos cambien su corazón y dejen de pecar, 2ª Pedro 3:9 (PDT). Pero las oportunidades no son interminables. La paciencia de Dios tiene límite. Y uno nunca sabe cuándo su gracia dará lugar al juicio. “¿No te das cuenta de lo bondadoso, tolerante y paciente que es Dios contigo?... ¿No ves que la bondad de Dios es para guiarte a que te arrepientas y abandones tu pecado? Pero eres terco y te niegas a arrepentirte y abandonar tu pecado, por eso vas acumulando un castigo terrible para ti mismo…”, Romanos 2:4-5 (NTV). Israel agotó las oportunidades que Dios les había dado y fueron destruidos: “Tú me has abandonado… —dice el SEÑOR—. Por eso, levantaré mi puño para destruirte. Estoy cansado de darte siempre otra oportunidad, Jeremías 15:6 (NTV). Otro ejemplo parecido es el de Saúl. El hombre ungido por Dios y lleno del Espíritu Santo desaprovechó cada ocasión que Dios le brindaba para reivindicarse de su rebeldía. El profeta Samuel le dijo: “No obedeciste al mandato que te dio el SEÑOR… ahora tu reino tiene que terminar… el SEÑOR ha buscado a un hombre conforme a su propio corazón… para ser líder de su pueblo…”, 1º Samuel 13:13-14 (NTV). “Tu reino tiene que terminar”. Pero no terminó inmediatamente. “El Señor ha buscado a un hombre… para ser líder de su pueblo”. Pero eso ocurrió mucho tiempo después. Dios permitió que siguiera en el poder esperando su arrepentimiento. Saúl tuvo una nueva oportunidad cuando se le encomendó la misión de destruir a los amalecitas. ¿Obedeció? En parte. Y una obediencia parcial no es suficiente. Si la obediencia no es total somos culpables de rebeldía. Saúl decepcionó a Dios una vez más y, entonces, se le acabaron las oportunidades: “… Ya que tú rechazaste el mandato del SEÑOR, él te ha rechazado como rey de Israel… Hoy el SEÑOR te ha arrancado el reino… y se lo ha dado a otro…”, 1º Samuel 15:26-28 (NTV). Dios le tuvo paciencia a Saúl pero un día dijo: “¡basta!”. Y fue desechado.

Dios nos espera. ¿Por cuánto tiempo? Nadie lo sabe. Dios esperó 500 años antes de llevar a cabo la destrucción prometida a los amalecitas: “Yo borraré por completo la memoria de Amalec de debajo del cielo”, Éxodo 17:14 (NTV). Amalec tuvo muchos años de gracia para cancelar esa promesa de juicio. En cambio Safira no. Ella solo tuvo una oportunidad. Pedro les dijo: “¿Fue éste todo el dinero que tú y tu esposo recibieron por la venta de su terreno? —Sí —contestó ella—, ése fue el precio”, Hechos 5:8 (NTV). Safira no aprovechó la única oportunidad que tuvo para arrepentirse y murió, Hechos 5:10. Peor fue el caso de su esposo, quien no tuvo ninguna oportunidad. Pedro le dijo: “… ¡Le mentiste a Dios, no a los hombres!... y cayó muerto”, Hechos 5:4-5 (NTV). Como nadie sabe cuánto tiempo contamos para volvernos a Dios debemos aprovechar la oportunidad que hoy se nos brinda. Si lo hacemos Dios será misericordioso y nos perdonará. El arrepentimiento es poderoso: nos devuelve a la posición de privilegio: cerca del corazón del Padre y además nos permite, la mayoría de las veces, recuperar las bendiciones perdidas. La enseñanza es clara: ¡el que quiera recuperar las bendiciones pérdidas deberá recuperar primero la relación con Dios!

Por medio del profeta Joel Dios trajo esperanza a todo Israel. Prometió bendición (Joel 2:14); prosperidad (Joel 2:19); libertad (Joel 2:20); protección (Joel 2:21); renovación espiritual (Joel 2:23); restitución (Joel 2:25); bienestar (Joel 2:26); presencia (Joel 2:27) y finalmente salvación y avivamiento, Joel 2:28. Qué maravillosas promesas. Presencia, perdón, protección, restauración, bienestar, prosperidad y un nuevo comienzo, una nueva temporada. Además recuperar todas las bendiciones perdidas: “… Les devolveré lo que perdieron, Joel 2:25 (NTV). Retornarían la alegría y la paz, la tierra volvería a producir, los cultivos serían abundantes, los enfermos sanarían y la crisis terminaría. ¿No quisieras algo así para tu vida, familia o ministerio? Es posible. Y el camino es el arrepentimiento: “... ¡Arrepiéntanse ahora mismo… y vuelvan a mí, pero háganlo de todo corazón…”, Joel 2:12-13 (TLA).  

Una reflexión final. Dios le dijo a Samuel: “¿Hasta cuándo vas a seguir llorando por Saúl? Levántate y unge a David”, 1º Samuel 16:1. Y la pregunta para ti es esta: ¿Hasta cuándo llorarás por las bendiciones perdidas? Levántate y unge tu futuro. Recupera el tiempo perdido. Resuelve tu relación con Dios y vuelve a sus brazos. Entierra la vieja vida de rebeldía, sufrimiento y pecado. Sepulta tu pasado de dolor y enfrenta la nueva temporada. No esperes un minuto más. Mira hacia el futuro y conquista las bendiciones que Dios tiene para tu vida.