La llave que abre la puerta a la bendición: La obediencia 22/09/22 #1214J
Episode 227, Sep 23, 2022, 02:25 PM
Pastor José Luis Cinalli
La llave que abre la puerta a la bendición
La obediencia
La llave que abre la puerta a la bendición
La obediencia
“… A Dios le agrada… que lo obedezcan…”, 1º Samuel 15:22 (TLA).
Dios nos escogió y eso no fue por accidente. Existe algo en nosotros que Él puede usar para sus propósitos y gloria. No fuimos elegidos para nuestro propio beneficio sino para representar a Dios delante del pueblo, y no al pueblo delante de Dios. Cómo lideres tenemos el poder de acercar al pueblo a Dios o alejarlo. Para que nuestro ministerio sea bendecido debemos enfocarnos en hacer Su voluntad y no la nuestra. Si lo hacemos el Señor estará siempre con nosotros.
Dios estableció claramente las responsabilidades de un líder. Sabiendo que un día su pueblo pediría rey le ordenó a Moisés escribir sus obligaciones y responsabilidades. Dios estableció claramente qué es lo que espera de cada uno de nosotros. “... Si quieres tener un rey… nombrarás rey a quien elija el Señor… no tendrá muchos caballos…, tampoco tendrá muchas mujeres… ni grandes cantidades de oro o plata. Cuando suba al trono…, deberá copiar… esta ley… la llevará consigo, la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Dios, guardando todas las palabras… y poniendo en práctica sus preceptos… De esta manera no se… desviará… y él y sus descendientes tendrán un largo reinado en medio de Israel”, Deuteronomio 17:14-20 (BDA 2010 y BLA).
La primera responsabilidad del rey era no multiplicar para sí caballos. ¿Qué significaba eso? Que no debía confiar en su fuerza militar ni mucho menos en la magnitud de su ejército. Al día de hoy sería no confiar en la fuerza económica del ministerio o en la cantidad de gente que lidere. El líder no debe confiar en nada ni en nadie que no sea Dios. La victoria nunca vendrá de nuestra propia capacidad y sí del Señor. Recordemos el viejo cántico de David: “Unos confían en sus carros de combate, otros en sus caballos. Pero nosotros confiamos en Dios…”, Salmo 20:7-9 (PDT). “… La victoria depende del Señor”, Proverbios 21:31 (PDT).
La segunda responsabilidad del líder se relacionaba con la sexualidad: “no tomará para sí muchas mujeres para que su corazón no se desvíe”, Deuteronomio 17:17. Dios espera que seamos santos: “Debes consagrarte y ser santo, porque yo soy santo…”, Levítico 11:44 (NTV). Ser santos constituye un gran desafío hoy en día. Uno de los pecados más desenfrenados y difíciles de confesar es el sexual y también uno de los más destructivos. Si quieres ser un instrumento efectivo para Dios tendrás que rendir esta área al señorío de Cristo. Como dijo Martín Lutero: “Nunca he conocido a un hombre (o mujer) usado por Dios poderosamente que no tenga a Jesucristo como Señor de su vida sexual”. Es cierto que existen muchos líderes en pecado ministrando desde el púlpito, pero Dios ya no está en ellos ni con ellos. La epidemia de fracaso moral ha producido líderes sin santidad e iglesias sin presencia. Basta ya. Dios está llamando a todos los creyentes y, a TODOS los líderes, a adoptar una política de tolerancia cero hacia la pornografía y el pecado sexual. Solo cuando estamos revestidos del Espíritu Santo Dios sellará como “santo” cada área de nuestra vida y cada órgano de nuestro cuerpo. Y solo cuando estemos limpios podremos ser útiles para Dios: “purificado… listo para ser usado”, 2º Crónicas 29:19.
Finalmente, Dios ordenó que el líder no debería acumular muchas riquezas ni oro para sí. A simple vista ninguna de esas cosas parecían ser un problema para Saúl, pero el tiempo reveló su corazón, especialmente cuando estuvo en el poder. ¿Deseas conocer a un hombre de verdad? Dale poder y lo sabrás. Nunca subestimemos la influencia de nuestro perverso corazón. Él es astuto, peligroso y querrá engañarnos. No hemos sido llamados a seguir nuestro corazón ni a hacer lo que sentimos. Hemos sido llamados a hacer lo que Dios quiere. Si seguimos los principios y mandamientos de Dios, el pueblo que lideramos estará protegido como ovejas que tienen un buen pastor y nuestra descendencia seguirá sirviendo a Dios. “La garantía de que él y sus descendientes reinarán por muchas generaciones” era “no desobedecer el mandato de Dios”, Deuteronomio 17:20 (NTV). Dios prometía una descendencia santa, bendecida y en el ministerio, si tan solamente el rey lo obedecía. El principio espiritual es el mismo para nosotros: “Si… obedecen… entonces tu linaje real continuará por siempre y para siempre”, Salmo 132:12 (NTV). Saúl no obedeció por lo tanto Dios le dijo: “… Si lo hubieras obedecido, el SEÑOR habría establecido tu reinado… para siempre”, 1º Samuel 13:13 (NTV). “El Señor le dijo a Jehú… Obedeciste lo que te ordené… Por eso tus descendientes reinarán en Israel por cuatro generaciones”, 2º Reyes 10:30 (PDT). Aunque Salomón pecó, Dios decidió preservarlo en el trono por la obediencia de su padre David: “… Por amor a mi siervo David… quien obedeció mis mandatos… mantendré a Salomón como líder el resto de sus días”, 1º Reyes 11:34 (NTV). Por todo lo dicho, ¿estás dispuesto a hacer lo que Dios pide? Será para tu propio bien, el de tu familia y el de tu descendencia. Y también por la gloria de Dios.
Saúl desobedeció precisamente en el primer mandamiento: confió en la magnitud de su ejército. Se justificó creyendo que atenuaría las consecuencias. Cuando pecamos está de más presentar excusas ante Dios. Saúl sintió miedo. El problema es que temió lo suficiente como para desobedecer a Dios, pero no temió lo suficiente como para confiar en Él. Saúl había sido advertido de lo que no tenía que hacer cuando fuera ungido rey. Él no debía confiar en la cantidad de soldados que tenía su ejército. Él debía confiar solamente en Dios. Pero no lo hizo y fue rechazado.
Dios esperaba que Saúl se arrepintiera y que mudara su corazón independiente y terco. Saúl estaba muy pendiente de las personas y de lo que éstas pensaban acerca de él. No cometamos el mismo error. Las personas ven lo que hacemos, pero Dios ve lo que realmente somos. Y eso es lo que importa. Saúl tenía esperanza porque Dios le brindó otra oportunidad. Permitió que siguiera siendo rey, esperando una transformación. Posiblemente Saúl pensó que de nada serviría arrepentirse, ya que el reino sería de otro. Arrepentirse a cambio de nada no era un negocio para él. Pero no era a cambio de nada. Era a cambio de su propio bien y el de su alma. No pensemos en lo que perdimos, no nos enfoquemos en el ministerio que podríamos haber tenido. Aprovechemos la oportunidad. No decepcionemos otra vez a Dios. Acertemos esta vez. Hagamos lo que Él espera de nosotros. Cambiemos y arreglemos las cuentas pendientes con el cielo. Independientemente de lo que suceda en el futuro, hagamos lo que a Dios le agrada. Y hagámoslo por nuestro propio bien y por la alegría de Dios. Si nos volvemos a Dios, Él se volverá a nosotros. Y eso es más importante que cualquier otra cosa.
Conclusión: Obedecer es buenos porque:
1. Asegura la presencia de Dios con nosotros. “El SEÑOR estará con ustedes, siempre y cuando ustedes estén con él...”, 2º Crónicas 15:2 (NVI); Mateo 28:20; Jeremías 7:22-23.
2. Produce paz. “Si... obedecen mis mandatos... les daré paz...”, Levítico 26:3-6 (NTV).
3. Trae prosperidad. “Si… obedecen a Dios, serán bendecidos con prosperidad por el resto de su vida…”, Job 36:11 (NTV); Jeremías 7:23; Deuteronomio 28:2-11, 29:9.
4. Nos brinda protección. “El que obedece a Dios ya tiene un poderoso protector para él y para sus hijos”, Proverbios 14:26 (TLA); Proverbios 1:33; Josué 1:1-8.
5. Garantiza bendición. “Si… obedecen… recibirán siempre… bendiciones. Dios los bendecirá dondequiera que vivan… Dios bendecirá a sus hijos… Siempre serán muy felices… En todo lo que ustedes hagan, siempre les irá bien…”, Deuteronomio 28:1-12 (TLA); Salmo 128:1-2.