No te conviertas en el hogar de los demonios - 5/10/2025 - #1372

Episode 397,   Oct 05, 08:28 PM

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Pastor José Luis Cinalli
5/10/2025
No te conviertas en el hogar de los demonios

“Al ver Simón que, mediante la imposición de las manos de los apóstoles, se impartía el Espíritu Santo, les ofreció dinero… Pedro le dijo: –Al infierno tú con tu dinero, por pensar que el don de Dios se puede comprar… tus intenciones son torcidas a los ojos de Dios. Arrepiénteteveo que estás lleno de amargura y… en ataduras de iniquidad (CJ)… y la maldad te tiene encadenado”, Hechos 8:18-23 (BDA2010).

Las áreas oscuras de nuestra vida son las puertas por donde acceden las fuerzas del mal. Cuando nos asociamos con el pecado “la luz que hay en nosotros se vuelve tinieblas” (Lucas 11:35); por lo tanto, somos vulnerables a las embestidas satánicas. ¿Recuerdas a Simón el mago? Este fiel servidor de Satanás se ganaba la vida practicando hechizos y conjuros. Invocaba espíritus para beneficio personal. Podríamos decir que era un falso Mesías, ya que lo llamaban “el Grande, el Poder de Dios” (Hechos 8:10, NTV); título que solo Jesús ostenta: “Cristo es el gran poder de Dios”, 1ª Corintios 1:24 (NT-BAD). El poder de Simón provenía de Satanás y era usado para engrandecerse a sí mismo, mientras que los milagros que Felipe hacía eran impulsados por Dios y para glorificar su Santo nombre. Cuando una persona se involucra en adivinación, adoración a ídolos, comunicación con espíritus por tabla ouija o médiums, horóscopo, tarot, magia y cualquier otra cosa que tenga que ver con el ocultismo, los demonios tienen acceso fácil a esa vida, incluso si afirma ser cristiano. El que se involucra en el ocultismo abre una puerta grande a las fuerzas del mal y, como la puerta se abre voluntariamente, los demonios entran. Ahora bien, la Biblia dice que Simón “creyó y fue bautizado… y no se apartaba un momento del lado de Felipe (LBN)… perseveraba con Felipe”, Hechos 8:13 (PDT, Jünemann). Simón se convirtió a Cristo, era un creyente legítimo y lo sabemos por lo que dijo Jesús: “El que creyere y fuere bautizado será salvo…”, Marcos 16:16. Pero luego sucumbió a la tentación de ganar poder, fama y dinero y cayó. El deseo de poder motivado por el orgullo fue la puerta que Simón abrió para darle al diablo la bienvenida, nuevamente: “Alardeaba diciendo: “Yo soy grande”, Hechos 8:9 (NT- Peshitta). Además, la avaricia lo gobernaba: “Cuando Simón vio que el Espíritu se recibía cuando los apóstoles imponían sus manos sobre la gente, les ofreció dinero para comprar ese poder”, Hechos 8:18 (NTV). Simón veía dinero en la venta de milagros, ¿te resulta familiar?

De la vida Simón extraemos preciosas lecciones espirituales para nuestra vida y ministerio:

1.     Si el ministerio no exalta únicamente a Cristo, no es legítimo. Examinemos nuestras motivaciones más profundas al buscar dones o posiciones espirituales. El ministerio aprobado y bendecido por Dios es aquel que engrandece el nombre de Cristo, no el nuestro; busca solo Su gloria y no la exaltación personal. ¡El ministerio enfocado en la ganancia personal es profano, corrupto, diabólico!

2)     Si el ministerio tiende a deificar a las personas que exhiben habilidades extraordinarias, es falso. Si el ejercicio de los dones atrae la atención de la gente, pero no las lleva a Cristo no contará con la aprobación divina. Simón “se hacía pasar por alguien extraordinario”, Hechos 8:9 (BDA2010). Esa autoproclamación de grandeza era una evidencia de su engreimiento y ambición personal. ¡La verdadera grandeza en el reino de Dios se caracteriza por la humildad y el servicio desinteresado!

3)     Si el ministerio está centrado solo en resolver problemas temporales y terrenales; entonces, no es auténtico. Por supuesto que una vida de integridad, rectitud y piedad atrae enormes bendiciones, pero el ministerio aprobado exalta el Gran Poder de Dios como la única y exclusiva fuente de bienestar.

4)     El ministerio que comercializa los bienes espirituales es mundano. El intento de Simón de comprar poder espiritual sirve como advertencia contra la influencia del materialismo en nuestra vida y ministerio. Debemos cuidarnos de valorar el dinero por encima de la integridad espiritual. 

Finalmente, Simón fue desenmascarado. Pedro le dijo: “En hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás… estás lleno de una profunda envidia y… el pecado te tiene cautivo”, Hechos 8:23 (RV60, NTV). Simón estaba nuevamente en pecado y, como resultado, en el oscuro mundo de las tinieblas. Donde quiera que haya desobediencia voluntaria a Dios habrá tinieblas espirituales. El único salvoconducto que tenía Simón era el arrepentimiento. Sin arrepentimiento el diablo no se va. Pedro le dijo: Arrepiéntete… y ruega a Dios…”, Hechos 8:22. Simón estaba en serios problemas eternos porque dijo: “… Pídanle a Dios que me perdone, para que no me vaya al infierno, Hechos 8:24 (TLA). Simón es un claro ejemplo de una persona convertida que da lugar al diablo a través de un área oscura de su vida. Si Simón no hubiera sido creyente, Pedro le hubiera dicho: “Arrepiéntete y bautízate para el perdón de los pecados”, Hechos 2:38. Pero como ya era creyente, Pedro le dijo que se arrepintiera y le rogara a Dios el perdón de su pecado. Simón había sido liberado del ocultismo; su ‘casa’ estaba deshabitada, pero el vacío que habían dejado los demonios en su vida no había sido ocupado por Dios. Y los demonios regresaron. No es Satanás el que nos derrota sino nuestra apertura a él; por eso Pablo dijo: “No deis entrada al diablo”, Efesios 4:27 (NC). Para someter completamente al diablo debemos “habitar al abrigo del Altísimo”, Salmo 91:1. La liberación es una bendición, siempre y cuando, el espacio que dejaron las fuerzas del mal sea ocupado por Cristo. El arrepentimiento de los pecados y la fe en Cristo constituyen la invitación para que Jesús gobierne una vida. Es muy frecuente ver al diablo apoltronado en los hogares, paseándose a sus anchas, arruinando y destruyendo todo porque la puerta del pecado nunca se cierra. Protegemos al devorador cuando contemporizamos con la rebeldía. Mientras no nos rindamos completamente a Dios, el diablo no se irá. Y cuánto más tiempo pase con nosotros, más íntimos nos volveremos. Nuestra conformidad con el pecado robustece la fortaleza de maldad. ¡El pecado es adoración al diablo!

La victoria contra los demonios se logra cuando nos sometemos al gobierno de Dios. La liberación no tiene como finalidad aliviar nuestras cargas sino forjar la imagen de Cristo en nosotros. El diablo no nos tiene miedo, pero tiembla cuando ve a Cristo en nosotros. La guerra espiritual debe llevarnos a profundizar nuestra relación con Cristo, nuestro único sitio de descanso y seguridad. El plan eterno de Dios es que recuperemos su imagen y semejanza y, las batallas espirituales están diseñadas con ese fin. “Al vivir en Dios… no tendremos temor… sino confianza, porque vivimos como vivió Jesús en este mundo”, 1ª Juan 4:17 (NTV). El propósito más sublime en la guerra espiritual es el gobierno de Cristo en nosotros. La persona liberada debe llenarse de la presencia de Dios para que ya no quede ningún rastro de oscuridad en su vida: “Si todo su cuerpo está iluminado, y no hay en él ninguna parte oscura, entonces… alumbrará en todos lados, como cuando una lámpara los ilumina con su luz”, Lucas 11:36 (TLA). ¿Qué crees que hará Satanás cuando vea que sus ataques nos llevan a la pureza y nos acercan más a Dios? ¡Huirá! Preferirá retirarse antes que vernos más comprometidos con Dios. Por otra parte, la guerra espiritual no debe ser una distracción en nuestra misión de obedecer a Dios. Existen muchos creyentes distraídos, enfocados en pelear contra Satanás en lugar de enfocarse en obedecer a Dios. ¿Cómo derrotó Jesús a las fuerzas del mal? ¿Peleando con Satanás o cumpliendo su más alto propósito de ser el Redentor del mundo entero? Satanás fue derrotado cuando Cristo llevó a cabo la misión que su Padre le había encomendado. ¡Si quieres derrotar a Satanás, enfócate en Dios y en la obra que te encomendó!

Conclusión. “El que camine en tinieblas y sin luz, que confíe en el… Señor y se apoye en… Dios”, Isaías 50:10 (BDA2010). Cuanto más demoremos en ser como Cristo, más tiempo batallaremos contra las fuerzas del mal. Te sorprenderás al ver cómo tu crecimiento espiritual pone fin a muchos de tus conflictos con las tinieblas. Cuanto más saturados estemos de Dios, menos tinieblas ocuparán nuestra vida. Cuanta más luz haya en nuestro interior, más protegidos estaremos. Cristo es nuestra única seguridad, nuestra fortaleza en donde encontramos oportuno socorro, un refugio seguro para protegernos contra el mal y el malo. Aprendamos una de los principios espirituales más importantes de la guerra espiritual: ¡cuánto más saturados estemos de Dios, menos oportunidades tendrá el diablo con nosotros!